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El pasado oculto de Letizia en México

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Erika Roa (Quién)

FOTO DOS Felipe era uno de los últimos príncipes solteros más cotizados de Europa. España se ponía de cabeza para adivinar quién sería la futura reina. Al fin, el 1 de noviembre de 2003 se desveló el misterio: Letizia Ortiz Rocasolano, una mujer inteligente, fría para muchos, feminista, luchadora incansable, clasemediera, hija de padres divorciados. Nada que ver con el perfil que manejaba Felipe.

A pesar de ello, la mayor parte del pueblo español aplaudió la elección sin saber a ciencia cierta quién era la joven que había conquistado el corazón de su Príncipe. Conforme pasó el tiempo, fueron saliendo a la luz datos de la vida de Letizia que no siempre beneficiaron su imagen. Muchos de sus compañeros de trabajo de Televisión Española (tve), donde se desempeñó como conductora del noticiario Telediario hasta antes de su compromiso real, la tildaban de ambiciosa y calculadora. Incluso la llamaban Ficticia a sus espaldas.

También se revelaron varios de los países latinoamericanos donde ella había residido, por ejemplo Colombia, donde se mudó en octubre de 1994 por cuestiones de trabajo. Costa Rica fue su refugió para pensar si aceptaría o no la petición de matrimonio que le hizo Felipe. Y, por supuesto, en México poco a poco la prensa local se encargó de difundir los detalles  ‘de su estancia, como fue la obra del pintor cubano Waldo Saavedra, en la cual aparecía el rostro de Letizia sobre un torso desnudo. Pero hay más de esta intrépida periodista que llegó a nuestro país a estudiar un posgrado en la Universidad de Guadalajara.

Hoy descubrimos sus lugares preferidos, su labor como periodista, sus amigos y el affaire furtivo que sostuvo con un mexicano.

 

Intercambio universitario

 

Letizia llegó a Jalisco en l995. Recién desempacada comenzó a buscar trabajo. Lo consiguió en el periódico Siglo 21 (hoy llamado Público) como reportera del suplemento “Tentaciones”. Fue entonces cuando conoció a su compatriota y colega Fran y a la mexicana Sara Cuéllar, actual directora de la agencia Comunicación & Relaciones Públicas y la amiga más cercana de Letizia en México. Trabajaban juntas, pues ambas cubrían la misma fuente, sólo que Sara para la sección cultural del mismo periódico.

En la Perla Tapatía la española era una estudiante común que se transportaba en camiones. De hecho, a sus allegados les comentó que quería comprarse una moto porque “Guadalajara es una ciudad muy grande para mí”.

Cuentan sus amigos que Letizia no era la típica niña guapa que va a los mejores sitios y se viste con lo último. Sara recuerda: “Era muy bailadora. Le encantaba la salsa. Íbamos al Salón Veracruz, que no estaba de moda”.

A la futura reina de España le gustaba comer en la fonda Irma Corajes, que se encontraba a la vuelta de las oficinas del periódico. Le encantaba la carne asada con tortillas recién hechas que ahí servían. En el Bar Barbanegra pasaba largas horas escuchando música en vivo y a su cantante favorita, Sara Valenzuela, del grupo La Dosis. La mayoría de las veces pedía tequila o vino tinto, bebidas que le fascinaban.

Otro de sus escondites era el mercado de Guadalajara, donde compró regalos para su madre y hermanas antes de volver a España, entre ellos varias bolsas de cuero grabadas. También dominaba Puerto Vallarta y Maloapa, una playa hippie donde solía acampar.

 

Sara, ¿cómo empezó tu relación con ella?

 

Nos tocaba cubrir los mismos eventos. En ese entonces yo vivía con Fran y como él era español, inmediatamente se identificó con Letizia. Fran era más amigo de ella que yo. Empecé a tener mayor contacto con ella en una fiesta. De repente nos dimos cuenta que no era una niña bonita y hueca. Trabajaba muchísimo. Siempre andaba corriendo. Se movía en camión o lo que fuera. Al principio vivía con una familia de Guadalajara, luego se mudó con nosotros y ahí nos hicimos muy amigas.

 

Descríbenos a la Letizia de aquella época…

 

Era muy sencilla. En el edificio donde vivíamos conocía perfecto al que cuidaba los coches. Era querida y odiada, como toda mujer bonita e inteligente. Era la típica de camiseta y jeans que hacía lo que se le daba la gana, muy independiente e irreverente, defensora de sus ideas.

Me acuerdo que cuando llegaba al periódico, todos los chavos le ofrecían sus computadoras para que trabajara. Por supuesto, sus compañeras nos poníamos celosísimas. Era muy parrandera. Éramos como una familia. Nuestros novios y amigos eran del diario.

Se trataba de una mujer sensible. Un día lloró por unos perritos que se vendían en el mercado de Santa Tere. Le reclamó al vendedor: “¿Por qué tiene esos animales sin su madre? Pobres criaturas, si pudiera me los llevaba todos”.

Cuando llegó a México contaba con 23 años y tenía muy claro su sueño en la vida: triunfar como periodista. Quería viajar y pensaba vivir un año en Australia, aunque América Latina le llamaba mucho la atención, sobre todo por los contrastes entre la riqueza y la pobreza. Se peleaba con el sistema.

 

¿Qué opinaba sobre las costumbres mexicanas?

 

Afirmaba que teníamos una cultura muy servicial, que nos rendíamos mucho. Frente a la frase de “mi casa es tu casa”, comentaba inquieta: “¡Pero cómo es posible que digan eso!” O cuando le decían “sí señorita”, respondía “no me llame señorita, soy Letizia”.

Le chocaba que le abrieran la puerta del carro. Recuerdo que una vez le mandaron flores, las rechazó y envió otras al galán con un recado que decía: “Yo también puedo hacer eso”.

Se sorprendía con la calidez de la gente. Era muy cariñosa, cosa rara en los españoles. Le gustaba abrazar y aquí sí podía hacerlo.

 

¿Cuál era su rutina?

 

Iba a la escuela y de ahí al periódico. Llegaba a casa como a la 1 a.m. Era hiperactiva. Los sábados en la tarde limpiábamos el departamento. A ella le chocaba la cocina. Prefería asear la estancia, barrer y trapear. Lo hacía perfecto.

 

¿Y sus gustos?

 

Joaquín Sabina era su músico de cabecera. Le encantaba U2 y, ‘de México, Maná, a quienes conoció cuando los entrevistó, pero nunca fueron íntimos. Le agradaba Chavela Vargas, porque admiraba a las mujeres fuertes. Se identificaba con ellas. Pero lo que más le gustaba eran los libros. Era una lectora empedernida. Adoraba a Jorge Luis Borges, Juan Rulfo -incluso conoció a su hijo, Juan Carlos Rulfo, cuando éste hacía cine-, la periodista y novelista española Maruja Torres y al periodista argentino Tomás León Martínez.

Letizia no era una niña fashion. Prefería las bolsas de gamuza y ante, sin embargo nunca fue de diseñadores.

 

Dinos algunas de sus manías o secretos…

 

Se comía las uñas. Es ambidiestra. Usaba lentes…

 

La mujer que no se quería casar

 

Probablemente debido al divorcio de sus padres, la joven Letizia había descartado como proyecto de vida el matrimonio y convertirse en madre.

 

¿Qué platicaba de su familia?

 

Su ídolo era su padre (Jesús Ortiz). En ese entonces él trabajaba en la radio. Ella vivía con su mamá (Paloma Rocasolano), con quien se peleaba mucho, como cualquier joven de su edad. Admiraba a sus hermanas (Thelma y Erika). Siempre decía que le hubiera gustado ser tan guapa como una de ellas, no recuerdo cuál, pero ninguna es tan bonita como Letizia.

Sentía admiración por su abuelo paterno. Era muy respetuosa de su familia a pesar de que no quería tener hijos. Creo que todos en algún momento pensamos de esa forma, principalmente cuando estás empezando. El divorcio de sus padres la hizo madurar.

 

 

 

 

¿Cómo era la relación entre Letizia y el escritor español Alonso Guerrero, con quien estuvo casada de 1998 a 1999?

 

Un día tuvimos una conversación muy chistosa. Fue una parranda íntima. No teníamos dinero y ninguna de las dos queríamos que nos invitaran a salir, así que abrimos una botella de tequila. Fue una noche fantástica. Lloramos y hablamos de mil cosas. Nos emborrachamos padrísimo, entre amigas, en nuestra casa, a gusto. Cuando le pregunté a qué le tiraba en la vida, respondió: “No me quiero casar. Ya he vivido con Alonso y seguramente voy a volver con él. Tengo muchos planes y un hombre siempre estorba en esas cosas. No me quiero comprometer”.

 

Entonces ella no idealizaba esa parte de su vida…

 

Jamás. En ese momento (1995) tenía muchos conflictos con Alonso, pues él era un poco celoso. Era como su maestro en la vida, la aterrizaba, le decía que se concentrara en su posgrado, porque ella “había elegido no tener días de descanso en el periódico”. Y ella le respondía: “¡Joder, tío!, ¿cómo voy a dejar una cosa que me apasiona?” Quería aprender muy rápido, comerse el mundo a mordidas. Letizia era muy mal hablada y le decía Chiqui a su ex marido.

 

¿Qué pensaba sobre la maternidad?

 

No podía tener hijos y trabajar al mismo tiempo. Comentaba: “No podría viajar y no voy a dejar de hacer mis cosas. Algún día voy a tener mi programa de televisión”. Eso lo tenía clarísimo. Estaba segura que iba a tener éxito.

 

Los amores de la maja

 

Letizia es una mujer con mucha personalidad y muy guapa, por lo tanto, no es raro que tuviera muchos pretendientes mexicanos. Hasta mantuvo un amor furtivo en Guadalajara con un hombre casado.

 

 

 

 

¿Cuántos corazones rompió?

 

Muchos, pero ninguno en especial. Tuvo un galán muy guapo, rubio, de ojos azules, artista plástico, muy divertido. Ella nunca les llamaba novios sino amigos.

 

¿Crees que se haya enamorado alguna vez?

 

Nunca le conocí alguien de quien se haya enamorado.

 

¿Anduvo con Luis Miguel González, actual subdirector del periódico Público de Guadalajara, que en ese entonces estaba casado?

 

No, no creo. Eran muy buenos amigos, se llevaban mucho. Él era de la bolita, su jefe y amigo. Además, conozco a su esposa y eso no es cierto. Pero la mujer de Luis Miguel se divorció de él después de enterarse de lo de Letizia…

Será por cosas de ellos. De hecho, supe de la separación después de que se fue Letizia. A mí no me consta, y si lo hicieron, ‘lo hicieron muy bien porque ninguno de los dos me lo dijo. Luis Miguel es un hombre muy cabal y profesional. De alguna manera se debe aceptar que Letizia es un ser humano común y corriente que seguramente alguna vez se puso borrachita. Eso de que le estén espulgando a ver qué lado oscuro le encuentran… ¿De qué les vale?

Respecto a esta información, tres fuentes que solicitaron el anonimato, compañeros en el periódico de Luis Miguel y Letizia, coincidieron que entre ellos hubo más que una simple amistad. “Era bien sabido que andaban. No se esforzaban mucho en ocultarlo”. Y aseguran que esto fue el detonador para que el matrimonio del mexicano fracasara.

Otra fuente afirmó: “Cuando Letizia volvió a España, una amiga comentó: ‘¿Cómo ven que Luis Miguel hasta lloró cuando supo que Letizia se regresaba?’”

Recién dada la noticia de que la hispana se convertiría en la futura princesa de Asturias, dicen que el propio Luis Miguel mandó un correo electrónico a todos sus amigos de entonces para pedirles que por ningún motivo hablaran sobre la relación que sostuvo con ella, que lo negaran a toda costa.

Sara, ¿cómo fue el adiós de Letizia?

 

Al principio ella no sabía si volver a España o quedarse en México porque había conocido gente de la misma Universidad que producía videos y estaba muy interesada en seguir en ese campo. Cuando terminó su posgrado se quedó unos meses más para finiquitar algunos proyectos en el periódico y tuvo muchas despedidas. Se llevó tequila, artesanías, libros… Fue muy querida, a pesar de que en un inicio causó muchos celos entre las tapatías por su arrojo con los hombres.

 

La familia política que no pensó tener

 

¿Qué contaba de su país?

 

En esa época finalizaba el periodo del presidente Felipe González, alguien a quien Letizia admiraba. Se preguntaba cómo los españoles podían contemplar un gobierno que no fuera tan negociable y tan inteligente como el de él. Le encantaba la comida de su tierra, el vino tinto y el queso manchego.

 

¿Y sobre la familia Real?

 

Una vez unos españoles que vivían en Guadalajara platicaban que el Rey era muy mujeriego. Yo le preguntaba a Letizia por qué la gente no sabía eso aunque era un secreto a voces, y me explicaba que hay un pacto entre la prensa y la familia real: ésta es intocable.

 

¿Y qué te decía del Príncipe?

 

Le comenté que se me hacía muy guapo, aunque no era mi tipo. Letizia me contestó: “A mí también se me hace muy guapo, pero los hombres con cabello rizado no me gustan”.

 

¿Cómo percibes su relación con la reina Sofía?

 

Tengo mis dudas. Que a Letizia le indiquen qué decir, qué hacer, se me hace una situación difícil. Su venida a México, su divorcio, haber ido a la guerra (la de Iraq el año pasado) fueron decisiones suyas. Sus papás jamás lograron tener injerencia en eso.

 

¿De qué forma te enteraste del compromiso de Letizia con el Príncipe de Asturias?

 

Vi El País con aquella portada de Letizia y pensé: “No es posible”. Llamé a Fran por teléfono, que ahora vive en Madrid, y se encontraba en el mismo estado de shock. Me comentó que había coincidido con ella en un evento de corresponsales apenas unos meses atrás, y me dijo: “La noté rara. Muy alegre, como es ella, pero muy cortante. No charlaba igual que antes”.

 

¿Cuándo fue la última vez que la viste?

 

En Semana Santa de 2002, en Madrid. Cenamos y nos fuimos de copas. Pasamos un rato muy padre. Ella estaba por entrar a tve y se encontraba muy ilusionada por eso. Estaba adelgazando mucho por el trajín y vivía con su mamá, aunque estaba a punto de tener su departamento.

La discusión de la noche fue si se cortaba o no el pelo. Lo tenía larguísimo, con un flequillo, y siempre andaba de coleta. A la vez estaba muy triste porque su romance con Alonso iba muy mal. La suya era una relación muy apasionada en todo. Se admiraban mutuamente.

 

Ellos se divorciaron en 1999 y tú la viste en el 2002, ¿continuaban juntos?

 

Se seguían queriendo mucho. Era una de esas relaciones destructivas, pero con sus buenos momentos. Ella no sabía si volver con él o no, pues también tenía un galán en puerta y no se quería comprometer con nadie.

 

¿Cómo piensas que Letizia esté lidiando con el hecho de tener que renunciar a todas las cosas por las que ha luchado?

 

Imagino que está deslumbrada y sacada de onda, porque el hecho tan simple de no poder ir al súper, no creo que le guste. Considero que está muy enamorada. Muchos dicen que es ambiciosa, pero lo es en el buen sentido de la palabra. Fue una magnífica jugada del destino. Está entrando a un mundo tan distinto que no sé si se llegue a acostumbrar.

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