EDITORIAL
En los últimos tiempos, Oaxaca ha vivido una verdadera tragedia de protestas, enfrentamientos, violencia e impunidad. Pese a ello, pareciera que el discurso de la paz y de “todo va muy bien” sigue permeando en las esferas del poder. Tal parece que existe una resistencia para ver la realidad; la cruda realidad de la efervescencia social, traducida en bloqueos, chantaje, amenazas y amagos. Hoy son los maestros de la Sección 22 que han insistido en sus asambleas estatales en boicotear La Guelaguetza o son los esbirros de Flavio Sosa, dirigente de COMUNA y legendario sicario de la lucha social, o son los coletazos del reacomodo de fuerzas que se han estado dando en la Colonia Vicente Guerrero, en jurisdicción de la Villa de Zaachila, en donde recientemente fue expulsado Francisco Martínez Sánchez, a) Pancho Mugres, por personeros del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), encabezados justamente por Flavio Sosa, la presidenta municipal de Zaachila, Marisela Martínez o el titiritero de ésta, Raciel Vale, ex edil de dicho municipio.
Ante el cierre del tiradero municipal, la capital oaxaqueña y los municipios conurbados se llenaron de basura. La incapacidad de los negociadores oficiales y la ausencia de una política de mano firme ensoberbeció a los dirigentes de la Vicente Guerrero, que impidieron el paso al depósito de basura. Tuvo que ir el mismo gobernador a negociar con ellos. Es decir, el estado se está incendiando, pero en la perspectiva de los yupies “son sólo aspavientos de los oaxacos, indios irredentos”. El domingo 9 de julio, el ejecutivo encabezó “el tequio por Oaxaca”, para limpiar calles y avenidas, de la basura acumulada por los problemas ya citados.
Lo que ha calado hondo en la conciencia colectiva de los oaxaqueños es la calamidad de ciudad que recibe a nuestros visitantes. Una capital con calles llenas de basura, hoyancos, baches y los bloqueos cotidianos. Por ejemplo, el sábado 8 de julio, fueron los alumnos/maestros de la Escuela Normal Superior Federal de Oaxaca (ENSFO) que, como cada año, en lugar de tomar sus clases de verano como corresponde a su programa de estudios, se dedican a montar bloqueos, hacer del chantaje una práctica institucional y fastidiar al turismo que arriba a la capital. La pregunta es: ¿cuándo estudian si de cinco semanas que toman cursos, al menos tres se la pasan en actividad política?
La amenaza de bloquear La Guelaguetza prevalece hasta hoy. Los negociadores oficiales han fracasado. El IEEPO sigue sumergido en un permanente jaloneo, entre los que ya estaban desde el gobierno de Gabino Cué y los que entraron con la administración de Alejandro Murat. Los primeros siguen rindiéndole cuentas a Aurelio Nuño, Secretario de Educación Pública, en tanto que los segundos asumen que deben tener la sartén por el mango. Unos pretenden a trancas y barrancas cumplir con la Reforma Educativa que ha impulsado el presidente Enrique Peña Nieto; los otros, simplemente no quieren ruido y llevar la fiesta en paz, pese a que estén sepultando aquí dicha reforma y el Nuevo Modelo Educativo que recién anunció Nuño Mayer. En el interín, al interior de la Sección 22 se siguen dando hasta con la cubeta. “Los Pozoleros”, leales al antiguo régimen y “Los Pelones” del actual. Los primeros están empecinados en hacer de este régimen la segunda parte de lo que hicieron con el de Gabino Cué: un remedo de poder público. Y son “Los Pozoleros”, los que se han empeñado en seguir afectando al estado.
