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El horrible caso de los culpables  

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 Moisés Sánchez Limón / Mensaje Político

 Entresemana 

06nov2014-FueraDeControl ¿Y para cuándo Servando La Tuta Gómez Martínez? ¿Habrá justicia para los deudos de los ciudadanos cuyos cadáveres fueron encontrados en las fosas halladas en la región de Iguala? ¿Pasó a la impunidad la masacre de San Fernando, es decir, el asesinato de 72 migrantes hace cuatro años?

Quizá mañana las voces de la sempiterna inconformidad dirán que la aprehensión del matrimonio Abarca-Pineda fue una cortina de humo para ocultar perversas acciones del gobierno de Enrique Peña Nieto.

E ingresamos, piano piano, en consecuencia, al escenario de la tragedia nacional, de las horas negras y el horrible caso de los culpables. ¿Quiénes son los culpables? Tal vez los legisladores omisos que, desde la dizque izquierda, acusan de omisión al gobierno federal. A estos prohombres de la oposición que han convertido en estancos de poder, impunidades perversas y tráfico de influencias, los estados donde gobiernan.

¡Ah, las impunidades! Tal vez mañana habrá una reacción tímida y condescendiente de los voceros oficiales que, en rueda mas no conferencia de prensa, dirán que se avanza y que hay disposición para hallar a los culpables del levantamiento de 43 estudiantes normalistas y evitarán decir, lo que es vox populi en corto, que estos muchachos no se merecían lo que les hicieron los malosos, pero no eran hermanos de la caridad e incluso avisaban que iban a secuestrar autobuses para ir a unas marchas y de paso robar comercios y vandalizar.

No, no hay que cerrar los ojos frente a esa realidad de violencia primitiva que se cobija bajo el manto de la demanda de justicia. ¿Robar comercios ayuda a localizar a los normalistas? ¿Quemar inmuebles sensibiliza a los secuestradores y sicarios? Preguntaría y con justa razón el dueño de la miscelánea asaltada, qué culpa tiene de actos criminales instruidos por un alcalde embriagado de poder político y económico.

Por eso, es posible que arrecie este reparto de culpas, a partir del extraordinario y asombroso descubrimiento de que el defenestrado e indiciado alcalde de Iguala, José Luis Abarca Velázquez, y su señora María de los Ángeles Pineda Villa, saben mucho, quizá demasiado.

Y, en ese tenor, no se puede descartar que si pasado mañana en las mazmorras de la PGR la señora amanece suicidada y su marido también, haya nuevo reparto de culpas y acusaciones porque, dirían, “se los dije, lo advertí, había que mantener estrecha vigilancia para que nadie, ni ellos, atentara contra sus vidas”.

¿Saben mucho? ¿Sabrá el atildado y desaforado alcalde dónde se encuentran los 43 muchachos que pareciera que la tierra se los tragó?

¿Sabrá la señora Pineda Villa, hoy ex presidenta del DIF Iguala, dónde diablos sus esbirros dejaron a estos normalistas cuyos indignados padres demandan justicia, mas nunca se preocuparon por saber qué hacían sus vástagos además de supuestamente cursar la carrera docente?

Porque, mire usted, hay que quitarnos esto de andar con medias verdades o medias mentiras y la pretendida postura de apoyadores de causas sociales, como las de estos jóvenes y no tan jóvenes que madrean policías y reporteros, saquean comercios, vandalizan edificios públicos y privados, secuestran autobuses, incendian vehículos, descalifican a los medios de comunicación porque generalizan y acusan practicantes de la desinformación.

¿Quiénes son los culpables? Para los supuestos demócratas, prístinos y honestos defensores de las causas populares, como los senadores Dolores Padierna Luna y Manuel Bartlett Díaz y los diputados federales Ricardo Mejía Berdeja y Ricardo Monreal Ávila, Jorge Salgado Parra y Lizbeth Rosas Montero, el culpable es el Estado Mexicano, o más específica e irresponsablemente, con todas sus letras, el Presidente de la República, Enrique Peña Nieto.

Y ni qué decir de la conclusión de la senadora Padierna Luna: “Hasta ahora, para desgracia y vergüenza de México, las autoridades no han podido dar con el paradero de los jóvenes normalistas”, pero llena de vanidad presume que sus palabras aparecieron en The New York Times.

Además, con esa ligereza que da la impunidad verbal arropada por el fuero, asegura: “Más de la mitad del territorio nacional es una gigantesca fosa común, mientras que la noticia de que no eran los normalistas alentó a sus familiares, para el resto de México fue una parada más en la rueda de la fortuna del horror, reforzando la creencia de que hay fosas clandestinas en todo el país donde se han esfumado un número incalculable de mexicanos”.

La impunidad, dice la senadora perredista, “fue el preámbulo de la barbarie en Iguala”. ¿Y qué ha hecho en los tantos años que lleva de saltar de la curul al escaño para legislar en materia de seguridad o para evitar que delincuentes lleguen a cargos de elección popular.

Pero, en este escenario del horrible caso de los culpables, bien harán los dirigentes de partidos políticos, capitanes de empresas, líderes de organizaciones del sector privado, legisladores de todos, todos los partidos, incluso estos que desde sus ínsulas como Movimiento Ciudadano y Morena, el PT y las corrientes adversas a Los Chuchos, buscan el poder por el poder mismo, sin rubores, en participar en el acuerdo convocado por Enrique Peña Nieto en aras de la seguridad y la no violencia.

Si urgen justicia, exigen claridad en los actos de gobierno y urgen a poner orden, como ciudadanos de este país deben dejar sus extremos, asumirse colaboradores, que no colaboracionistas, de lo que el país demanda.

Porque, si lo fundamental es localizar a los 43 normalistas levantados la noche del viernes 26 de septiembre, con discrepancias y descalificaciones, oportunismos y posturas fundamentalistas no se logrará ese fin, mas sí el de enturbiar más el clima nacional.

Se detuvo a la pareja real o imperial, delincuentes que se colaron, indudablemente merced a oscuros acuerdos, en la vida política del estado de Guerrero, donde el crimen organizado, el narcotráfico y la impunidad, la corrupción y la miseria no son de nuevo cuño. Y eso indigna, como ha indignado la desaparición de los normalistas que no iban de día de campo a Iguala. Llamemos a las cosas por su nombre. Digo.

MIÉRCOLES. Bueno, y cómo aplicar este trabajo de inteligencia que llevó a aprehender a la pareja ideal, para echarle el guante a La Tuta y tantos delincuentes que andan por ahí. ¿Inteligencia selectiva? Conste.

 

 

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