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+Una débil arenga refleja ánimo gubernamental

+ Repudio popular a hijastra de Peña Nieto

 Martín Moreno

@_martinmoreno 

04-ADOLFO-JASSO-AJM_7541-1024x762 (1)Un Presidente de la República que no despierta emociones ni transmite fervor desde el balcón principal de Palacio Nacional. Su arenga desinflada, apagada.

Ejércitos con miles de acarreados por el PRI para llenar la plancha del Zócalo y evitar abucheos al presidente priista. Sí: como en los viejos tiempos. Desde Echeverría, López Portillo, De la Madrid, Salinas y Zedillo, y ahora con el mexiquense Peña Nieto, nada ha cambiado en las trampas partidistas para proteger al Presidente de la ira popular.

La hijastra del Presidente, actriz incipiente, arrinconada cerca del Zócalo por la misma prole que la familia real algún día etiquetó y pisoteó; repudiada por quienes no pudieron llegar a la Plaza de la Constitución por órdenes de su padrastro; sometida a la hoguera popular, harta de abusos oficialistas.

Y como remate de gala, para que vean cómo quiere el pueblo al señor Presidente, la cámara de la televisión de Los Pinos enfoca a una mujer con peluca verde satinada y que se desgañita con alaridos de “¡Peña…Peña…Peña…!”. Pero no se crea que fue una imagen fabricada. ¡No, qué va! Así quieren los mexicanos a su Presidente…aunque éste haya dado el grito más aguado de la historia de los “quinces”.

¡Viva México!

 

*****

 

¿Qué le pasó a Enrique Peña Nieto la noche del lunes pasado? Un grito independentista sin ánimo, vacío, plano, sin emociones ni transmisiones. La imagen presidencial no refleja, ni de lejos, el triunfalismo oficialista por las Reformas aprobadas, o porque – según ellos y sólo ellos-, la violencia ha disminuido, o por que la economía – sólo según ellos-, va muy bien.

No. Lo que vimos millones de pares de ojos a las once de la noche del lunes quince de septiembre de 2014, fue un grito guango. Una arenga que no emocionó a nadie. Que no enchinó la piel. Que no emocionó. Sí: nada menos que la arenga más desangelada de la historia.

Y es que Peña Nieto es un Presidente que no genera confianza. Ni emociones.

Un Presidente que las encuestas ubican como el de menor aceptación desde Ernesto Zedillo: sólo 4 de cada 6 lo respaldan aunque, en descargo de Zedillo, habrá qué decir que Salinas de Gortari le heredó un país arruinado bajo una economía de guerra.

No. Peña Nieto no despierta ni confianza ni pasiones ni sonrisas populares. Claro, con sus contadas excepciones: Repsol, Exxon, Shell, Chevron y demás petroleras extranjeras.

Un Presidente cuyas reformas causan más incertidumbre que convencimiento. Que son vistas con recelo por sus contenidos y por algo innegable: las promueve un político emanado del priismo más nocivo y corrupto del país: el del Estado de México. El de Hank. El de Montiel. Esa es una de las causas principales por las que Peña no mueve a México.

El lunes anterior, a las once de la noche, vimos a un Presidente vacío, sin tonos. Gris por dentro y por  fuera. Y ese desangelamiento se hizo evidente. Se comentó por redes sociales, en la cena familiar, en todos lados.

Un Grito aguado, pues.

 

*****

 

Las fotografías en redes mostraban lo insólito: guardias presidenciales hurgando…¡entre los pantaloncillos de niños de apenas 3 o 4 años de edad!, buscando algo entre sus trusas o calzoncitos, toqueteando para encontrar cualquier cosa que pudiera ser una arma peligrosa. Un biberón con chupón afilado, por ejemplo. O, una sonaja multicolores que pudiera distraer al Presidente. Muy peligroso.

“A las 21 horas en el acceso al Zócalo por avenida 20 de Noviembre, el EMP (Estado Mayor Presidencial) ordenó frenar el acceso para evitar aglomeraciones en la Plaza de la Constitución.

“La decisión desesperó a la gente que ya llevaba formada más de 30 minutos.

“Comenzó la rechifla.

“Que se aguanten, desdeñó un federal”, narra la crónica de Benito Jiménez en el diario Reforma.

Es decir: bloquear el paso a los ciudadanos…pero darle preferencia a los contingentes priistas para que llenaran la plancha del Zócalo. La noche del 15 de Septiembre convertida en la Asamblea General del PRI. Okey.

Movamos a los acarreados. Echemos un vistazo a la información del portal Revolución 3.0:

 

“Como parte de la estrategia de Peña Nieto para intentar llenar al Zócalo con personas que aplaudan y ovacionen su grito, miles de personas fueron acarreadas desde distintas partes del Estado de México para acudir esta noche a la tradicional fiesta.

“Las fotografías muestran a decenas de autobuses estacionados en las inmediaciones del Zócalo de la Ciudad de México”.

Hasta aquí ese texto.

Y sí: en varios portales y en contados medios se veían las fotos de los camiones con cartelones del PRI que llevaba a los acarreados a gritar “¡Peña…Peña…Peña!” desde la plancha y que las cámaras de Los Pinos los tomaran fervorosos, con su torta en la barriga, su refresco saboreado y sus 300 pesos en el bolsillo.

¡Nunca cambien!

 

****

 

No sabemos si Sofía Castro –hija de Angélica Rivera y del productor de telenovelas de Televisa, “El Güero” Castro-, e hijastra de Enrique Peña Nieto, sea muy mala actriz o de plano la gente la repudia por encarnar a una parte de la familia presidencial. Sí: la misma estirpe que en 2012 clasificó como “prole” a quienes criticaban al candidato Peña Nieto.

Lo que hoy sabemos es que Sofía Castro ya probó el repudio popular, lo que la gente siente en las calles ante la soberbia del poder presidencial.

Leamos parte de la puntual y oportuna crónica de la reportera de SinEmbargoMX, Linaloe R. Flores, publicada la misma noche del 15 de Septiembre en este portal:

“Esta noche, a las 22:00 horas, Sofía Castro, la hija del presidente Enrique Peña Nieto y Angélica Rivera, pretendía ingresar al Zócalo capitalino a bordo de una camioneta Suburban custodiada por otra igual por la calle de Venustiano Carranza, pero cientos de personas le impidieron el paso.

“Mientras gritaban groserías, le propinaban golpes al vehículo y lo bañaron de espuma.

“Durante veinte minutos, hombres, mujeres y niños que habían acudido a la fiesta del Grito de la Independencia impidieron el movimiento del convoy y no pararon de lanzar gritos.

“¡Qué camine! ¡Qué camine como todos! Qué se baje!  ¡Qué no entre! ¡No los dejen entrar!, luego, una gran rechifla”.

Hasta aquí lo narrado por Linaloe.

Y se llama hartazgo ciudadano.

 

*****

 

Las Reformas son la carta fuerte de Peña Nieto, y ni eso ha logrado que la gente lo respalde.

Ahora nos venden el nuevo Aeropuerto como la gran obra continental, y la gente ni se inmuta.

Difícil que se haga algo en este sexenio que le gane a Peña el reconocimiento de las mayorías. Muy difícil.

Y eso ya lo comienza a sentir Peña Nieto.

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