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El éxito no es casualidad, sino trabajo conjunto: Daniel Bautista

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“Yo sin mis trabajadores no puedo caminar, cada uno de ellos son mis pies y mis brazos”, reconoce el empresario gasolinero

José HANNAN ROBLES

Fotos: Jairo ARAGÓN

Foto 3El éxito no se trata de la casualidad, sino de un trabajo en conjunto, afirma el empresario filántropo, Daniel Bautista Hernández, que al igual que toda su familia vio la primera luz en Santa María El Tule.

En esta entrevista narra su paso por el Instituto Autónomo de Ciencias del Estado, que al igual que un grupo numeroso de sus compañeros lo abandonaron ante lo estricto de los maestros de aquellos tiempos, viajando a la capital del país donde pasó por una serie de peripecias para convertirse en parte del cine mexicano de aquella época, llegando a ser gerente de producción, director ejecutivo y socio.

Daniel se codeó con los directores, productores y gente de cine más importante de ese momento.

Otra de sus facetas poco conocidas, es la de escritor, recientemente presentó el libro El Tule, en alusión al sobrenombre que le impusieron desde niño por ser originario de la población con este nombre.

He aquí la entrevista que nos concedió Daniel Bautista Hernández, reconocido por su espíritu empresarial, en fecha reciente, por la Universidad Santander.

¿Dónde cursó sus primeros estudios?

En mi pueblo, Santa María El Tule, hasta el tercer año de primaria, el cuarto año en la escuela Enrique Pestalozzi, ya estando en esta ciudad. El quinto año lo cursé en la Federal Tipo, actualmente Benito Juárez, concluyendo la primaria en la escuela particular Porfirio Díaz, en 1947 año en que desapareció esta institución escolar.

¿En dónde continúo sus estudios?

En 1948 ingresé al Instituto Autónomo de Ciencias del Estado, donde se cursaban seis años que comprendía la secundaria y la preparatoria.

¿Concluyó sus estudios en el Instituto Autónomo de Ciencias del Estado?

Lo difícil de cursar estudios en el instituto, por lo estricto que eran los profesores, la mayoría de muchachos que no pasaban el examen de ingreso se iban a estudiar fuera de Oaxaca, a Puebla, Distrito Federal o a otra parte.

No fui el único que dejó el instituto, fueron muchos compañeros que en un momento determinado nos fuimos a estudiar lejos de Oaxaca.

Cuando yo entré en 1948, había algo más de 300 alumnos que cursaban preparatoria, medicina, contaduría, obstetricia, abogacía a diferencia de ahora que son miles y miles de estudiantes.

¿Eran tiempos en que verdaderamente se estudiaba?

Foto 1Había un estricto control de calidad, podría llamarse, ya que el alumno que no fuera eficiente y no pasara los exámenes se iba del Instituto. Los maestros nos decían cuando no nos preparábamos “no vas a pasar, ni te preocupes por mucho que le hagas no pasas”. Muchos nos frustramos y tuvimos que emigrar ante determinadas materias que debíamos. Nos fuimos muchos en 1954 del Instituto, compañeros que ya estaban en carrera y otros en prepa.

¿Usted para dónde emigró?

Me fui al Distrito Federal, me inscribí en el Instituto Vasco de Quiroga adherida a la Universidad Autónoma de México. El director era esposo de una prima hermana del abogado Julio Bustillos y el doctor Fernando Bustillos, ambos oaxaqueños, quien nos dio la oportunidad de regularizarnos.

Con el deseo de ser preparatoriano me inscribí en la Prepa número uno de San Idelfonso, con la ayuda del famosísimo Palillo, quien era jefe de la porra del equipo de la universidad. Ahí hice mi último año de preparatoria.

Después de terminar la Prepa ¿continúo estudiando?

Me fui a la Facultad de Derecho. Tenía que luchar para vivir, vendía productos típicos de Oaxaca con un paisano de nombre Alfonso Filio, un extraordinario hombre con mucha visión comercial.

Esto me recuerda a mi tatarabuelo Juan Bautista, quien en muchas partes del país, Cuernavaca, Tijuana, Puerto Vallarta, Taxco, Acapulco, tenía diversos negocios de artesanías. Tenía una visión empresarial tremenda, enseñaba a las personas a trabajar para después surtirles la mercancía. Tengo muchos recuerdos buenos de él.

¿Cómo se relaciona en México con las personas que más tarde serán factor decisivo para su futuro?

En México llego con mi tía Elisa, era la jefa de la cocina de un hospicio que funcionaba en Tlalpan, su jefe tenía muchas relaciones, entre  ellas con un español de nombre Pedro Vargas, que nada tiene que ver con el cantante.

El hijo de mi tía se va a trabajar a Película Nacional, donde me dan la oportunidad de colaborar como interventor de cine, traté con mucha gente que después fui conociendo, sirviéndoles y apoyándolos en la industria del cine.

El director general de Película Nacional me apoyó, me permitió la  oportunidad de jugar en su equipo El Valencia, como empleado de la empresa que él representaba me dio determinadas canonjías para que yo pudiera realizarme y apoyarme. Fui interventor, supervisor, más tarde fui representante de productores del Cine Mexicano, estuve en el laboratorio, participé en la Compañía Productora de Publicidad de las películas, recorrí parte del país promoviendo los filmes de los productores.

Raúl Velasco y Vásquez Villalobos, hombres muy fuertes en el medio artístico,  y yo nos apoyábamos, yo les pasaba todas las fotografías que se habían tomado y el script para que hicieran sus fotonovelas. Me recomiendan con productores y periodistas famosos de ese tiempo, entre ellos Alberto Ramírez de Aguilar, Carlos Ravelo que tenían una compañía productora que fundaron en 1958, a los cuales me uní administrando la empresa Producciones Delta, de la cual llegué a ser gerente de producción y director ejecutivo del cine.

¿Ahí fue donde truncó la carrera que estaba estudiando?

También laboraba con otros productores en la publicidad de estreno de sus películas, quedándome menos tiempo para estudiar la carrera. Terminé tercer año de leyes, y me dedique por completo al trabajo.

Siempre tuve el apoyo de Alberto Ramírez de Aguilar y Carlos Ravelo, me dieron todas las facilidades para que yo fuera un profesionista.

¿Cuándo regresó a Oaxaca?

Foto 2Estuve trabajando en México hasta 1973 en la producción con Emilio Gómez Muriel, Rosas Pliego, Carlos Amador, Ernesto Enríquez, entre otros, como gerente de producción, manejaba absolutamente, todo.

Salí perfectamente bien. Viví en un ambiente muy bonito, que en realidad disfruté. Mis épocas preciosas de vivir en el Distrito Federal.

Cuando vimos que el cine ya no era el mismo al desaparecer el Banco Nacional Cinematográfico y muchas cosas que se había logrado con apoyo de gobiernos anteriores para que el cineasta y el productor tuviera los recursos para poder hacer cine, aunque no perdonaban las deudas, nos llegó el desánimo.

Presionaron a los estudios América, se quedaron con lo que era de gobierno, Churubusco, desaparecieron los laboratorios México, vi como estaba esto, y dije, yo ya me voy.

Hablé con mi compadre Ravelo, ya había muerte Alberto Ramírez de Aguilar. Tuve que luchar para dejar bien limpia la empresa de la cual también era socio.

¿Cómo se vuelve empresario gasolinero?

Hablé con Carlos, le propuse buscar un espacio para poner una gasolinera, lo que le pareció bien. Cambiamos de giro.

Don Rogelio Cárdenas, compañeros de ellos en Excélsior, era jefe de información y jefe de coordinación de Pemex, gracias a él logramos la concesión.

Me dijo tú eres de Oaxaca, por qué no te regresas para allá. Vendí acciones y todo lo que tenía en el Distrito Federal. Mi compadre puso una parte y se instaló la gasolinera.

Después de unos años me dijo “quiero vender, me compras o lo vendo”, te compro, le dije, y le compré la parte de él, y me quedé con la estación de servicio la cual conservo con la denominación de Gasolinera Bautista.

Me dolió mucho que se haya separado de mí, porque él y yo nunca tuvimos ningún problema.

¿Qué le lleva a ser justo con sus trabajadores, en materia laboral?

Todo esto se aprende, se lo enseñan a uno. La gente con la que trabajé en el Distrito Federal me trató bien, siempre me tomó en cuenta, siempre fue muy justa conmigo.

Entonces no existía tanta presión y situaciones como hoy con la Ley Federal del Trabajo, no teníamos seguro social, ni prestaciones, pero de mis patrones nacía apoyarme.

Yo sin mis trabajadores no puedo caminar, cada uno de ellos son mis pies y mis brazos. Va a llegar el día en que tengamos que automatizar las empresas como en Estados Unidos, quizá con eso podamos ganar más, ¿pero qué harán los trabajadores cuando no les demos una manera de vivir, en que trabajar?

El gobierno no tiene la obligación de hacer todo, nosotros los que podamos hacerlo, debemos de compartir lo que se gana generando empleos.

Si en un momento determinado tenemos alguna presión que no nos permita seguir adelante, tendremos que liquidar a los trabajadores y automatizar la empresa, cosa que no deseo que pase.

Estamos en apoyo de las organizaciones sindicales, pero que no aprieten, ellos no son empresa, no saben en realidad lo que uno tiene que hacer para darle a los trabajadores lo que se merecen.

¿Es sabido que usted no escatima su capital y entrega más de 30 mil pesos por concepto de reparto de utilidades a sus trabajadores?

En el último reparto de utilidades le correspondió 34 mil pesos a cada muchacho. A ellos les hace falta, a mí ya me tocó. Si me dan su apoyo y se pusieron la camiseta no puedo quedar mal con ellos, a mí un peso que me quiten no me hace falta, pero a ellos sí.

¿Le responden como trabajadores?

Claro, el que no responde se va.

¿Qué le inspiró para escribir el libro El Tule?

El Tule, así me dicen desde que asistía a la escuela, y así me conoce la gente.

Quise cumplir con la sentencia de: tener un hijo, sembrar un árbol y escribir un libro.

Me casé, tuve hijos. El árbol no me preocupaba porque ya lo habíamos sembrado los Bautista en el Tule, me faltaba el libro.

El libro me permitirá dejar una constancia de mi paso por este mundo, algún día cuando lo abran dirán a este señor yo lo conocí o no lo conocí; sí vino a este mundo, aquí está su libro.

“El árbol no me preocupaba porque ya lo habíamos sembrado los Bautista en el Tule, me faltaba el libro”

Daniel Bautista

Empresario oaxaqueño

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