EDITORIAL
Se ha vuelto parte de los discursos oficiales, no sólo del gobernador Alejandro Murat sino de parte de su gabinete, hacer mención de que según resultados del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), Oaxaca registró un aumento anual acumulado de enero-diciembre de 2018 de 3.9% obteniendo la cuarta posición en crecimiento económico, respecto a las demás entidades federativas, por encima de Jalisco, Nuevo León y la Ciudad de México. Este argumento se ha convertido en componente del mensaje oficial. Sin embargo, nada se dice de los crecientes índices de pobreza que existen en la entidad, así como de la falta de creación de empleos y nula obra pública.
En el mismo tenor se ha mencionado el crecimiento industrial del estado, en una cifra superior al 11%, en donde aparece el rubro de generación de energía, que hace suponer el éxito de las empresas eólicas. Y ocurre exactamente lo mismo entre la sociedad. Nadie advierte una mejoría en la economía en los diversos estratos sociales. El sector comercial, al menos, se encuentra descapitalizado. En Tuxtepec, por ejemplo, centenas de comerciantes se han visto obligados a bajar sus cortinas ante el incremento de la inseguridad. Grupos delictivos que operan en la zona de la Cuenca del Papaloapan, cobran derecho de piso, haciendo del pequeño y mediano comercio, algo insostenible.
Seguimos pues con la duda respecto al crecimiento que registra el INEGI y que no se refleja en una mejora de la calidad de vida de los oaxaqueños. Se presume que los parámetros utilizados para dichas mediciones no contemplan rubros como empleo, pobreza, salud o educación, pues en todos éstos hay notables rezagos. No obstante lo anterior, esta situación de cifras y demás, al igual que las que ha difundido el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), en torno al lugar que ocupa Oaxaca en el ámbito de la seguridad, sólo han servido para que se haga creer al pueblo que aquí todo camina sobre rieles.
Es evidente que no es así. La entidad sigue sin vías de comunicación modernas, luego de seguirse postergando las súper carreteras a la Costa y al Istmo; de la cancelación de la Zona Económica Especial de Salina Cruz; del incremento en los niveles de inseguridad –que las autoridades no reconocen- y de la falta de obra pública. Hoy en día nuestro estado continúa mostrando los síntomas más evidentes del atraso, pese a que los índices de crecimiento de que hablamos al principio, quieran convertirlos en el gobierno, en la panacea que cure todos los males de la pobreza.
