Jornada electoral en puerta
Estamos a sólo unos días del proceso electoral del 5 de junio. Las campañas están en su etapa final. La guerra de lodo ha continuado con una fuerza inédita. Si bien es cierto que son siete los candidatos a la gubernatura que están en la liza sucesoria, la disputa es entre dos: Alejandro Murat Hinojosa, candidato de la coalición “Juntos Hacemos Más”, que conforman los partidos PRI-PVEM-PANAL y José Antonio Estefan Garfias, de la coalición “Con Rumbo y Estabilidad por Oaxaca” (CREO), que integran los partidos PRD-PAN. Del resto de aspirantes a la sucesión de Gabino Cué Monteagudo, tal vez hay poco qué mencionar, incluyendo a Benjamín Robles Montoya, del Partido del Trabajo (PT) y Salomón Jara Cruz, del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), que van a la zaga en las recientes encuestas y mediciones.
Sin embargo, el entorno electoral, salvo la visión que tengan las autoridades, no es el idóneo. Existen decenas de focos rojos y tensión en ciertas zonas, como es el caso del Istmo de Tehuantepec, a raíz de hechos criminales recientes, asuntos postelectorales o el famoso atentado que sufrió en la comunidad de Álvaro Obregón, la candidata de CREO a la presidencia municipal de Juchitán de Zaragoza, Gloria Sánchez López, en donde resultó muerto un miembro de su escolta y hubo al menos cinco heridos. Se presume que se trató de un hecho aislado, habida cuenta de las diferencias que ha tenido la Coalición Obrero Campesino Estudiantil del Istmo (COCEI) con la Asamblea Popular del Pueblo de Juchitán (APPJ), manejado por supuestos anti-eólicos, en su mayoría escindidos de la primera. Sin adelantar vísperas se advierte como un ajuste de cuentas entre los mismos hampones que han creado un clima de terror en la región istmeña.
Es importante subrayar que a la fecha, en el discurso de los candidatos no se han dado los llamados a la unidad, a la participación en las urnas ni, mucho menos, a la urgente reconciliación entre los oaxaqueños. Los dos que mencionamos al principio se han montado en ofrecer el oro y el moro, no en las propuestas que espera la ciudadanía. Cada mensaje, cada discurso, es motivo para decir que harán tal o cual cosa, sin reparar en que el ciudadano de a pie ya no quiere promesas. Se han omitido los llamados a la participación ciudadana para abatir el abstencionismo, que ha sido durante mucho tiempo, el gran triunfador en los comicios. Aparte de ello, tampoco ha coadyuvado a crear un clima de paz social y tranquilidad, la campaña de denuestos y descalificaciones que se han dado entre al menos tres de los aspirantes a gobernarnos. Los llamados a la unidad y la reconciliación han estado ausentes.
El Estado y su maquinaria oficial tienen la obligación de crear un ambiente de tranquilidad. No se trata sólo de apelar a la madurez de los oaxaqueños y recrearse en la misma, con el infantil argumento de que los comicios transcurrirán en paz, sino de fortalecer la presencia de las fuerzas de seguridad en aquellos municipios en donde se sabe, hay problemas postelectorales latentes; en donde no se han dado garantías para el proceso; en aquellas comunidades azotadas por el crimen y la impunidad, pero más aún, en poblaciones que históricamente han sido un dolor de cabeza para las autoridades, como es el caso de San Dionisio del Mar, la ya citada comunidad Álvaro Obregón u otras como Tanetze de Zaragoza, San Pedro Mixtepec, Valerio Trujano o Mazatlán Villa de Flores, entre otras. Los ánimos están caldeados en Loma Bonita, por ejemplo, o en las rijosas comunidades mixtecas de Santo Domingo Yosoñama y San Juan Mixtepec. Empero, lo que urge alentar a escasos días de la jornada electoral, es el discurso de la unidad y la reconciliación.