El circo sucesorio
Comentarios diversos levantó entre los oaxaqueños la fotografía publicada en páginas de medios impresos y electrónicos, de Alejandro Murat y Héctor Pablo Ramírez Puga, titulares del INFONAVIT y LICONSA, respectivamente, caminando por la calle y sonrientes. Según los boletines difundidos por ambos fue en el sentido de que trabajan en sus ámbitos de competencia, para el bien de México y de los oaxaqueños. De inmediato surgieron los pronósticos; los juicios y la descalificación, especies comunes en nuestra aldea local. Si bien la lectura fue, en principio, de que al menos en dos de los prospectos hay unidad, aunque cada quien siga llevando su ruta en busca de la candidatura, los más opinaron que ya hay acuerdos: que Murat ya tiene en la bolsa la candidatura y que Ramírez Puga buscará la senaduría. Nada descabellado, sino en el ámbito de las posibilidades.
Las cosas se pusieron al rojo vivo cuando en la red circuló un audio y video del ex gobernador Ulises Ruiz quien conversa con el empresario del marketing publicitario, Hugo Scherer Castillo, respecto al apoyo a la candidatura de Benjamín Robles Montoya, calificado así, como “Cara Sucia”, por el partido Movimiento Ciudadano (MC). Ahí se revela que Eviel Pérez Magaña, conocido como “El Tiburón”, buscará la candidatura por el PRI catapultado por su mecenas histórico, el ex gobernador Ulises Ruiz, de quien nunca se deslindó en la fracasada aventura por la gubernatura en 2010, menos en la derrota en la del Senado, en donde obtuvo primera minoría en 2012, menos lo hará ahora que quiere incursionar por tercera ocasión. Para los priistas recalcitrantes, nada bueno augura una nueva aventura, pese a que el tuxtepecano ha madurado y al menos ahora tiene discurso y capacidad de convencimiento.
La sucesión gubernamental algo tiene de teatro, como han calificado también a la política. Las luces y señales pueden dar un viraje radical. Y conste que hasta la fecha sólo se han placeado tres aspirantes. Hay al menos tres más que no han asomado la cabeza, conscientes del riesgo de que les pasen la cuchilla. Nada ha dicho por ejemplo Javier Villacaña, cuya labor al frente del ayuntamiento capitalino ha tenido el reconocimiento inclusive de la izquierda. Su ascendiente político es tal que quien sea el candidato tendrá obligadamente su interlocución, ante el ascendiente que tiene en la capital y sus colonias populares. Pese a tener un importante capital político se ha mantenido en el cargo, sin mayores olas que las que le obliga el quehacer institucional. Hay razón que leales a Ulises Ruiz lo vean como un grave riesgo. Quien obtenga la candidatura no podrá omitir la fuerza política que tiene Villacaña.
En la izquierda, no obstante todo lo que se ha dicho, aún hay indefinición. El desliz reciente que cometió el diputado federal por el PRD, José Antonio Estefan Garfias, a quien lo traicionó el subconsciente cuando tuvo que votar en una mesa legislativa y se vio obligado a rectificar pues primero lo hizo por el PRI, puede no tener graves implicaciones políticas, aunque sí para las definiciones. Todo apunta a que es el aspirante que puede concitar el apoyo indiscutible del PAN, pero difícilmente podrá cuajar una gran coalición de izquierda, con MORENA, que ha estado renuente a apoyar coaliciones no sólo con el PRD, sino menos con ex priistas. El rechazo al senador Benjamín Robles Montoya, quien también ha arremetido en contra del gobierno a cuyo triunfo contribuyó, tampoco abre la puerta para que el perredista Francisco Martínez Neri pudiera ser el elegido, pues como dicen en la jerga política: “no le alcanza”. El tiempo se agota y así como en el PRI, la indefinición puede debilitar o fracturar más a la izquierda.