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¿Elecciones libres?

Foto 1Uno de los principios básicos de la democracia es hacer efectivas las elecciones, en donde el pueblo elija libremente a sus gobernantes y representantes populares. De no cumplirse ese principio que está debidamente contemplado en nuestra Carta Magna, ello implica que el Estado, garante de las libertades no cumple con su papel en garantizar la estabilidad, la paz social y la tranquilidad ciudadana, para hacerlo posible. Es aberrante que con todo el aparato que tiene a su disposición se advierta la presencia de un Estado vacilante y temeroso, ante los dos fantasmas que se ciernen sobre el proceso electoral del siete de junio: el crimen organizado y la amenaza latente de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), concretamente de la Sección 22.

Varios temas tomarán como bandera nuestros flamantes maestros para conculcar el deber cívico de los oaxaqueños. Uno de ellos es el caso de Ayotzinapa, ése que les cayó de manera fortuita y que recogieron cuando su movimiento estaba ya tocando fondo. Otro más, es el caso de los mentores que están bajo proceso, por el secuestro de los niños Álvarez  Benfield y que, todo mundo lo sabe, fueron detenidos en flagrancia y, el tercero, medir fuerzas con el gobierno federal para la derogación de la Reforma Educativa que en Oaxaca no ha caminado un ápice. Con el boicot al proceso electoral, el magisterio, haciéndole el juego a la delincuencia organizada, trata de llevar agua a su molino, es decir, seguir manteniendo sus privilegios y sus salarios del primer mundo, con lo que han desfondado por completo las finanzas estatales. En el fondo, hemos insistido en el tema, hay algo que emparenta la supuesta lucha del magisterio con las operaciones ilícitas de la delincuencia organizada: el terrorismo.

Desde hace al menos un par de meses, en la agenda del Movimiento Democrático de los Trabajadores de la Educación (MDTEO), el boicot a las elecciones figura en su espectro de chantaje y presión. No obstante, cuando se insistió sobre el tema, el presidente del Consejo Local del Instituto Nacional Electoral (INE), Roberto Cardiel Soto, minimizó el asunto confiado plenamente en que Oaxaca no es Guerrero ni Michoacán. Sin embargo, en las últimas asambleas estatales han insistido en el boicot. La primera medida que adopta el INE en Oaxaca, ya ventilado en los medios nacionales, es que no instalará casillas en las escuelas que ya aparecían entre los espacios para emitir el voto, muestra fehaciente de que la amenaza está en ruta y de que salvo una acción de Estado –de fuerza, evidentemente- el Cártel-22 seguirá sin quitar el dedo del renglón.

La visión que existe entre la sociedad civil, los grupos empresariales, los diversos sectores productivos e incluso la comunidad académica, es que la vacilación para aplicar la ley, al menos en Oaxaca, muestra su faceta más perniciosa. El Cártel-22 le ha hecho honor al apelativo y va con todo para seguir lacerando la endeble paz social. Es evidente que su afán es de provocación. Los que mangonean a pasto al magisterio saben el costo político de las víctimas y cómo usarlo con eficacia. Se trata de torpedear el clima de libertades de los mexicanos y de los oaxaqueños con argumentos vagos y banales, que en nada contribuye a fortalecer ni el desarrollo del país, menos la unidad. Hechos recientes vuelven a poner a los mentores en el basurero de la historia y la forma tan brutal, en la que se refleja la mala educación. Por lo pronto, el país tiene que cerrar filas ante este nuevo embate de los grupos criminales y la CNTE y el gobierno, representante del Estado, tiene que hacer lo que por ley le compete.

 

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