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S-22/CENEO: Trepados en las víctimas

FOTO EDITORIALLos oaxaqueños hemos padecido en las últimas semanas, los coletazos de la protesta infame de maestros y normalistas, montados sobre el affaire Ayotzinapa. En efecto, México padece hoy, uno de los momentos más dolorosos de su historia. La presunta cobarde ejecución e incineración de 43 jóvenes normalistas es un golpe a la civilidad, a la tolerancia, a las instituciones del país. Es un crimen de lesa humanidad. Según lo informado por la Procuraduría General de la República es un crimen abominable que, por supuesto, el Estado no debe dejar impune. Debe ser investigado y castigado de manera ejemplar. La protesta generalizada en todo el país por este crimen colectivo, tiene una razón de ser: la lucha por la justicia y contra la impunidad. No tiene justificación el vandalismo, arma de oportunistas, fanáticos y mediocres, como los que pretendieron incendiar la puerta del Palacio Nacional o los que han asaltado gasolineras y cometido una serie de ilícitos. Tampoco la tienen aquellos grupos que se han montado sobre la sangre joven derramada, para sacar provecho político o económico. Montarse sobre los cadáveres y nutrirse de sus restos es propio de buitres.

Con sus contadas excepciones, grupos y organizaciones de toda naturaleza han tomado el crimen de Ayotzinapa como bandera. Pero no para exigirle al gobierno federal o estatal el esclarecimiento de los hechos y el castigo a los criminales; la lucha frontal en contra de la narco-política; retomar la batalla que hasta hoy se lleva perdida con la delincuencia organizada, sino para ver qué sacan de provecho; para lucrar con el dolor e impotencia de las familias de los normalistas que aún conservan en su corazón la esperanza remota de hallarlos con vida. Uno de los ejemplos más palpables está en la toma de la caseta de peaje de Huitzo por parte de los normalistas, para extorsionar a los automovilistas y cobrarles de 50 a 70 pesos por vehículo, “para ayudar a las familias de los normalistas muertos”. Se trata de un robo abierto, tipificado como delito. Estos torpes se han cebado con la sociedad inerme, cobrándole facturas y haciéndole pagar culpas ajenas. En esa tesitura hay que ver los bloqueos, las pintas a comercios, el daño al patrimonio cultural o el boicot al “Buen fin”. ¿Acaso con ello les devolveremos la vida a los jóvenes asesinados?

La lucha tiene que darse en el marco de la civilidad y de las ideas. Hasta el movimiento armado que aún existe en el país estará de acuerdo que esta lucha, bajo esos parámetros, es equivocada, porque está trastocando el apoyo social. En 2006 se hizo un ensayo, tomando como instrumento el conflicto magisterial, pero fracasó. Esa primera insurrección del Siglo XXI como la calificó Diego Osorno, nunca permeó en todo el país ni en la clase trabajadora o el campesinado. Ni siquiera pudo deponer al tirano, que hoy goza de cabal salud. ¿A qué pues querer repetir el numerito? Hay que reivindicar, pues,  la memoria de los caídos, pero no con los mismos métodos aberrantes y las prácticas manidas de provocación, bloqueos y extorsiones. Compartimos con Krauze la exigencia ciudadana de justicia, “pero estoy esperando –dijo el historiador- la primera manifestación ciudadana contra los criminales”. Es evidente que los cobardes jamás lo harán. Aprovecharán que en Oaxaca cualquiera se pitorrea de la ley y del gobierno, para seguir haciendo de las suyas.

 

 

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