El General de División, originario de Huajuapan de León murió en defensa de la patria el 8 de septiembre de 1847, durante la Batalla de Molino del Rey y tras diversas epopeyas en donde salió victorioso, 39 años después fue colocado un monumento en su memoria en la Alameda de la ciudad de Oaxaca donde el gobernador del estado General Luis Mier y Terán develó una estatua del soldado ejemplar y valeroso
Carlos CERVANTES
El 8 de septiembre de 1886 fue inaugurado el monumento en memoria de don Antonio de León en la Alameda de esta ciudad de Oaxaca, siendo develada la estatua del héroe en una solemne y concurrida ceremonia presidida por el gobernador del estado General Luis Mier y Terán, funcionarios federales y estatales, jefes y oficiales del ejército, autoridades municipales e invitados de Huajuapan.
Cabe señalar que en ese año el gobernador Mier y Terán consumó el contrato iniciado por su antecesor don Mariano Jiménez para la fundición de la estatua del héroe y dispuso que se hicieran diversos arreglos a la Alameda que desde entonces se le agregó: “de León”. Según reseña que publicó el periódico oficial. Una vez concluida la estatua de bronce y el pedestal, las autoridades estatales hicieron la invitación al jefe político de Huajuapan, lugar de nacimiento de don Antonio de León, a las autoridades municipales y, desde luego, a sus compañeros de armas que sobrevivían.
Benemérito del estado
Ese día poco antes de las 11 de la mañana partió la comitiva del Palacio de Gobierno, encabezada por el gobernador Mier y Terán, funcionarios y muchos invitados especialmente de Huajuapan. Por el portal de Flores marcharon hacia la Alameda en cuyo centro estaba todo dispuesto para el ceremonial, instados los concurrentes encabezados por la autoridad se inició el programa tomando la palabra el Lic. Francisco Magro, secretario de la junta patriótica, quien leyó el Decreto de la Legislatura del Estado del 12 de enero de 1848 que declaró “Benemérito” al general Antonio de León y asignó honores y condecoraciones a quienes combatieron en la guerra contra los norteamericanos.
Veteranos del “Batallón de la Patria”
En su discurso el gobernador Mier y Terán dijo: “Conciudadanos: inclinemos la cabeza descubierta ante el sencillo monumento que la gratitud del pueblo oaxaqueño erige hoy a uno de sus héroes, porque no solo guarda la historia brillante de una personalidad, sino que especialmente refleja el honor de la nación mexicana.
“Inclinémosla también ante estos valientes veteranos del “Batallón Patria”, reliquias de aquel ejército glorioso, que, si el 8 de septiembre de 1847 sucumbió en los Molinos del Rey a la fuerza bruta de la superioridad numérica, hizo saber al mundo entero que no se subyuga a un pueblo libre, sino pasando sobre millares de sangrientas víctimas.
“Rendido este doble tributo de respeto, descubramos la estatua del ilustre caudillo huajuapeño, Benemérito General Antonio de León, saludándola con las más entusiastas aclamaciones de regocijo y protestando ante ella ser siempre legítimos descendientes y dignos herederos de los patriotas mártires del 47”. (1847).
Enseguida el gobernador acompañado del jefe político de Huajuapan, don Fortino Figueroa, develó la estatua que estaba envuelta en una gran Bandera Nacional, a los acordes del Himno Patrio ejecutado por la banda estatal y las federales, repiques de campanas y salva de 21 cañonazos que hizo la artillería del “Fuerte Santo Domingo” así como los vítores de la concurrencia. Luego el discurso del señor Francisco Magro y el mensaje del sargento José María Ojeda, herido en aquella guerra.
Estímulos a los sobrevivientes
Posteriormente el gobernador distribuyó entre los heridos y mutilados por la guerra del 47 un donativo económico y fotografías del general Antonio de León. Finalmente fueron colocadas al pie del monumento las ofrendas florales. La estatua representa al general León de pie con el uniforme de general de división, la mano izquierda sobre la empuñadura de la espada, descubierto y sosteniendo en la mano derecha el sombrero militar. Descansa sobre un pedestal de cantera rosa que tiene en sus cuatro caras lápidas de mármol con diversas leyendas. Una de ellas dice: Murió defendiendo la integridad nacional. Septiembre 8 de 1847.
La tumba por toda esperanza
En relación con la fuerza que salió de Oaxaca al mando de Antonio de León para combatir la invasión norteamericana en 1847, el Lic. Francisco Magro, indicó: “León, como era de esperarse de sus honrosos antecedentes, se dispone para marchar solícito al sitio del peligro, a donde la patria reclama imperiosamente la presencia de sus buenos hijos. En esta capital organiza algunas fuerzas y a su paso por Huajuapan llama a sus paisanos convocándolos a morir, ya que no era dable augurar muerte mejor a los que bastante abnegados quisieran salvar el honor mexicano: no los entusiasma con prometerles los laureles de una victoria difícil de alcanzar; les habla del deber y les señala la tumba por toda esperanza y por toda recompensa. A ese siniestro convite concurren presurosos los mixtecos, como arrastrados por tan sublime ejemplo, porque los actos de generosidad y patriotismo siempre inflaman a otros produciendo la más viva emulación.
“Aquí están algunos de esos intrépidos y pundonorosos adalides, que, despreciando el peligro y la muerte, se unieron a su caudillo para aquella cruzada del honor y de martirio. ¡Os saludo con religioso respeto, valientes veteranos! ¡Complázcame mucho de ser yo, quien os rinda a nombre del Estado de Oaxaca y su digno gobierno, el tributo de admiración que vuestras virtudes merecen!”.
La Alameda en el siglo XVIII
Los sobrevivientes que estuvieron presentes en la ceremonia fueron: Manuel Ojeda, Joaquín López, Fernando de la Lu García, Lucio Zárate, Anastasio Espinoza, Fermín Romero, Rafael Barranco, Simón Sánchez, Agustín Sánchez, Dionisio Vásquez, Benito Contreras, Pánfilo García, Eusebio Chávez, Manuel García, Pioquinto Pacheco, José María Ramírez, Victoriano Molina, Apolinar Huito, Eutimio Romero, Manuel Armengol, Pedro Bazán, Crisanto Frontalba y Manuel Ortiz.
En ese año aun existían unas construcciones sencillas de dos plantas en la hoy calle de León, donde tenían asiento diversos negocios incluyendo una peluquería y hacia el sur lo que hoy es el hotel Monte Albán. Siendo arzobispo don Gregorio Guillow y Zavalza adquirió esos inmuebles y los que daban hacia la actual calle de 20 de Noviembre donde edificó su lujoso palacio arzobispal, mismo que le fue decomisado con motivo de las leyes de Reforma. En ese espacio tienen asiento hoy las oficinas de Telégrafos y Correos. En la segunda planta estuvieron por muchos años las oficinas del Partido Revolucionario Institucional y de la CNC.
Originario de Huajuapan
Don Antonio de León nació el 4 de junio de 1794 en Huajuapan. Sus padres el señor Manuel León y doña María de la Luz Loyola. Entró al servicio de las armas el 10 de mayo de 1811 en clase de Alférez de la compañía del lugar de su nacimiento. Ascendió a teniente el 6 de julio de 1814 y a capitán, el 8 de abril de 1817, después de haber participado en numerosas escaramuzas y en 9 acciones de guerra donde se distinguió no solo por su valor sino por sus sentimientos humanitarios para con los vencidos.
El 16 de junio de 1821 con solo 26 hombres mal armados y peor municionados, atacó al doble de realistas a quienes cuatro días después obligó a rendirse a discreción. A los dos días ya contaba con 180 hombres y se dirigió a Huajuapan, puesto bien fortificado y defendido, pero por su destreza y habilidad hizo capitular al enemigo apoderándose de tres cañones, así como fusiles y municiones. Iturbide al saber de sus triunfos le dio como premio la comandancia de las Mixtecas.
Audaces acciones de guerra.
Antonio de León correspondiendo a esa distinción marchó hacia Yanhuitlán, que estaba defendido por tropa numerosa y armada, procediendo a poner sitio durante 15 días al cabo de los cuales logró la rendición quedando en su poder todo el armamento. El 29 de ese mismo mes atacó al coronel Obeso, comandante general de Oaxaca que se había fortificado en el templo y convento de Etla con más de 300 elementos. Después de tres horas de combate, se rindió Obeso y entregó acopio considerable de municiones. Esta victoria abrió las puertas de la ciudad de Oaxaca el 31 de julio de 1821 y poco después toda la provincia reconoció el Plan de Iguala.
Consumada la Independencia se le encomendó a León imponer el orden en la Costa de Oaxaca ya que un grupo se había declarado a favor del rey de España. Esto ocurrió en 1821 y el militar oaxaqueño logró hacer desistir a los costeños de su propósito sin combate alguno, solo con su presencia y prestigio militar. Poco después Iturbide se hizo proclamar emperador, ante lo cual León se inconformó y se puso de acuerdo con los generales León y Vicente Guerrero, así como con el coronel José de las Piedras, pronunciándose en Huajuapan el 28 de enero de 1828. Después el militar oaxaqueño ocupó cargos como comandante general de Oaxaca de donde fue nominado diputado al Primer Congreso Constituyente.
Labor pacificadora en Oaxaca
Proclamado en México el sistema federal, el 15 de julio de 1840, la revolución no se hizo esperar en los estados, por lo que León que era comandante general de Oaxaca, logró conservar el orden. Continuó en su labor pacificadora y se le concedió el grado de coronel. Se considera como la página más gloriosa de León el haber logrado la incorporación de El Soconusco a la República en 1842. Posteriormente se le nombró General de Brigada y el 10 de junio del mismo año se dio al pueblo de su nacimiento el título de “Villa de Huajuapan de León”. Posteriormente se convirtió en ciudad y cabecera distrital.
Cayó en la Batalla de Molino del rey
La invasión norteamericana vino nuevamente a poner a prueba el patriotismo de Antonio de León, y acudió al llamado del gobierno federal al frente de la brigada oaxaqueña. Después del desastre de las tropas mexicanas en Padierna, los invasores penetraron en Tacubaya donde establecieron su cuartel general amagando a Chapultepec. Rotas las pláticas de paz entre los gobiernos de México y Estados Unidos la contienda se quedó entre los respectivos ejércitos hasta que el 8 de septiembre de 1847 tuvo lugar la sangrienta batalla de Molino del Rey y cuando el general León en lo más reñido del encuentro animaba a sus soldados recibió una grave herida que le quitó la vida horas después, con lo que se perdió a un ciudadano ejemplar, valeroso, defensor del país desde el movimiento de Independencia.