La historia de Edmundo Ramírez Martínez es como la de muchos otros mexicanos que cruzaron la frontera en busca del sueño americano y que triunfaron. Él, que cruzó nadando el Río Bravo, durmió afuera de una iglesia, comió de caridad y trabajó como chalán en la industria de la construcción en el vecino país, concluyó su Licenciatura en Economía, fue diputado federal por el estado de Hidalgo y más tarde nombrado Cónsul alterno en la ciudad de Seattle, desde donde ha realizado una incansable labor en apoyo de los migrantes
Ixmiquilpan, Hidalgo.- Cruzó el Río Bravo nadando como indocumentado, pernoctó varios días afuera de una Iglesia en Houston en espera de ayuda para comer, trabajó por tres años como albañil, siempre con el temor de ser deportado. Años después, en 2015, fue nombrado Cónsul Alterno en Seattle, Estados Unidos.
Edmundo Ramírez Martínez no olvida su pasado, su historia que lo ha llevado lo mismo a emigrar de la Región del Mezquital, una de las zonas de mayor expulsión de paisanos a Estados Unidos, a ser egresado de Economía de la UNAM, director del Conalep en Hidalgo y diputado federal.
“Soy de una región que es alta expulsora de migrantes hacia Estados Unidos, que es el Valle del Mezquital. De los 44 alumnos y compañeros que estábamos en la secundaria, 35 emigramos a Estados Unidos y de ellos 29 permanecen allá. Es decir una generación completa dejó el pueblo en busca de mejores oportunidades laborales y salariales”.
Recuerda cuando decidió irse al norte. En 1991 me fui a Estados Unidos. Tenía yo 21 años de edad, ya estaba casado, estudiaba en la UNAM, pero no tenía un trabajo y salario que me permitiera mantener a mi familia y pagar mis estudios.
“Cruce por el Río Bravo, en meses en que no había mucha agua, la mitad caminando y la otra mitad nadando. En ese entonces no me di cuenta del peligro. Hasta años después cuando en un noticiero vi cómo se ahogaron dos migrantes veracruzanos comprendí el riesgo”.
Hijo de un maestro rural, Edmundo comenta que hay momentos que marcaron su vida como migrante: cuando cruce el Río Bravo, cuando me recogieron de lado de Laredo, Texas y me llevaron a una casa. Era gente que no conocía pero había mucha solidaridad entre los migrantes.
El segundo momento es cuando llegué a Houston y no encontraba a unos amigos. Me tuve que quedar tres noches afuera de una Iglesia Evangélica. Me acuerdo que traía una chamara marca “Dana” como de borrega y no sabía si ponérmela como almohada y como cobija por el frio. Fue un momento muy difícil estar comiendo de la caridad de la Iglesia en lo que encontraba trabajo”.
Otro momento clave es cuando ya establecido con un grupo de amigos, tenía que salir a una zona muy conocida en Houston donde estábamos “los mojarras, los indocumentados” y ahí durante dos semanas estar parados en una esquina en el día como si fueras “trabajadora sexual”.
Junto con otros 20 o 30 mexicanos o centroamericanos, viendo pasar las camionetas de los gringos o de los contratistas quienes eligen a sus trabajadores. Siempre los más altos, los más fuertes o los más jóvenes. Se te corrían las lágrimas por dentro y te desesperabas levantando la mano para que te contrataran.
Sencillo en su trato y sin poses, expone que semanas después empezó a trabajar en una compañía que instalaba mármol, granito y loseta. “Inicie como ayudante, como chalan, haciendo mezcla con pala y arena. Aunque sea Estados Unidos la mezcla se hace a mano o en revolvedora”.
Rememora sin rencor. Mi primer sueldo lo cobre a la semana y desafortunadamente me asaltó un compañero de trabajo hondureño. Paradójicamente después me tocó, como diputado federal, legislar la nueva Ley de Migración en favor de los migrantes centroamericanos.
Después de tres años de trabajar y juntar dinero para enviar a mi familia, regrese a México para terminar mi carrera de Economía en la UNAM. Concluí con mención honorifica. En la universidad conocí como catedrático a Manuel Ángel Núñez, a la postre gobernador de Hidalgo, quien me invitó a trabajar en su gobierno en áreas sociales y al mismo tiempo realice estudios de Maestría en Administración, así como estudios en Desarrollo Educativo en Cuba y en Roma. Siempre becado por el gobierno del estado.
Un sueño hecho realidad
Atrás empezaban a quedar los tiempos de migrante, pero no el trabajo duro. “Fui director de Conalep en Hidalgo, entre otros cargos y gracias a que el PRI perdió la elección presidencial en el 2000 pude ser candidato a diputado federal en el 2006, porque el partido buscó nuevas caras, nuevos liderazgos, rentables y así llegué a San Lázaro.
“Ahí llegue y me tocó como coordinador e Emilio Gamboa. Había ex gobernadores, ex secretarios de Hacienda, ex senadores y yo con un bajo perfil. Todos pedían comisiones de Hacienda, de Presupuesto, de Gobernación y Seguridad. Puro peso pesado. Cuando me toca proponerme digo la Comisión de Población y Migración y les explicó porque fui “migrante, albañil e indocumentado”. Todos me felicitaron, esa fue mi carta de presentación”.
El entonces joven político empieza poner a prueba sus conocimientos como migrante, recuerda el maltrato de la migra para muchos paisanos, se pone en los zapatos de los centroamericanos que pasan por México y gestiona recursos para la protección consular.
“Empecé a trabajar como diputado en las comisiones de Relaciones Exteriores; y en Población y Asuntos Migratorios, se crearon subcomisiones de Trabajadores Migratorios. Reformamos la Ley de Migración para descriminalizar a los migrantes centroamericanos y se fortaleció la red consular mexicana en Estados Unidos en temas como la defensa de sentenciados y la repatriación de cadáveres”..
Un quinto momento en su vida es cuando regreso a Estados Unidos, en 2008, ya como diputado federal, a bordo del avión presidencial TP-02. Ya no iba en calidad de indocumentado, ni sufriendo las penurias de miles de migrantes. Fue un momento que recuerdo mucho. Entrar al vecino país del norte prácticamente sin revisiones aduanales para asistir a una Reunión Interparlamentaria.
Cónsul en Seattle
“En 2015 fui nombrado cónsul alterno en la Ciudad de Seattle lo cual ha sido uno de los mayores retos y privilegios en mi vida. Estar del otro lado del mostrador, atendiendo a los migrantes que buscan apoyo consular, palabras de aliento, trámites sencillos que en ocasiones para parecen imposibles o asistir a familiares de paisanos fallecidos, algunos asesinados en Estados Unidos”.
Ramírez Martínez reconoce que no pertenece a los grupos, familias y dinastías que integran la mayor parte del Servicio Exterior Mexicano. Eso provocó resistencias en su nombramiento, porque siendo diputado federal fue uno de los más severos críticos de la burocracia consular.
“Hay gente que sin ser miembros del Servicio Exterior Mexicano, trabajadores locales, por honorarios, que no tienen inmunidad, ni placas diplomáticas, que tienen una verdadera vocación por su trabajo en defensa de nuestros paisanos. Más vocación que muchos diplomáticos”, reconoce.
En sus dos años como Cónsul Alterno en Seattle, estuvo a cargo de la protección consular de los estados de Washington, Alaska y siete condados de Idaho. Desde ese cargo le tocó el caso del michoacano Antonio Zambrano Montes, que fue acribillado con 13 tiros, de ellos tres por la espalda, por policías del poblado de Pasco, el 10 de febrero del 2015.
“Ahí tuve el privilegio de tramitar para la madre de Antonio una visa humanitaria para que viajara a Estados Unidos. Conocí, acompañé y platiqué con toda su familia. Es un caso emblemático, que se dio ha conocer por las redes sociales. Pero hasta la fecha no hay ningún policía sentenciado o sancionado. Como ese caso hay muchos otros que no se conocen”.
“Es un caso que me dio la oportunidad de entender más a la comunidad de mexicanos en Estados Unidos, así como las necesidades que tienen en Estados Unidos, a veces la falta de apoyo consular, no por falta de personal, sino porque a veces no hay sensibilidad para su atención en materia de deportaciones, de apoyar cuando se separan las familias”, añade.
Edmundo Ramírez Martínez, reflexiona sobre la red consular, es autocrítico, reconoce el nivel de indefensión en que se encuentran muchos paisanos en Estados Unidos y busca regresar a México para aportar, en otras trincheras, su experiencia en el tema de la migración.