JOSÉ LUIS SERAPIO JUÁREZ
Desde que inició Andrés Manuel López Obrador con su gobierno ha implementado una serie de políticas que son señaladas por mucho como “clientelistas”, “regresivas”, “concentradoras del poder político” y/o “populistas”; la figura de los súper delegados, la ventanilla única en la SHCP, la Guardia Nacional, las consultas populares, el conteo de los próximos beneficiarios de programas hechos por el partido Morena y no por la vía institucional, el acaparamiento de la agenda pública, la designación de las ternas a la SCJN, y recientemente la revocación de mandato.
Hay, también, una gran preocupación con relación a lo que puede lograr con la economía nacional más allá de lo discursivo, es decir, con relación al 4% de crecimiento del PIB anual prometido en campaña y la brecha que se observa de la imposibilidad de cumplir éste objetivo, y por ende, una no muy favorable expectativa con relación a la satisfacción de la democracia en el país, como ejemplo concreto, el 2% del crecimiento del PIB para 2018 y la previsión para un crecimiento de apenas 1.6% para este año, señalado por Banxico, es parte de la muestra. Parte del problema tiene que ver con lo poco confiable que se muestra el presidente Andrés Manuel con relación a los mercados, esto se corrobora con la inversión extranjera directa IED y su caída reportada por Banxico de un 12% para el 2018 con relación al año anterior, con los constantes enfrentamientos con distintas agrupaciones empresariales, y la baja de la expectativa por una previsión a una mayor presión a las finanzas públicas por parte de las calificadoras de Fitch y S&P, debido al modelo de negocio elegido en PEMEX (por la poca rentabilidad que conlleva el mercado de las gasolinas para ser más claros).
A saber, no se observa un escenario positivo frente a la economía y hay una gran preocupación con relación a lo político, pero por otra parte la retórica de austeridad ha funcionado, y esto se observa, por ejemplo, en la encuesta realizada por Alejandro Moreno, aun con el poco apoyo que puedan tener ciertas medidas como la cancelación de Aeropuerto, AMLO sigue manteniendo un apoyo muy alto; acorde con la propia encuesta la aprobación de AMLO se mantiene con un 78% para el mes de marzo del 2019, o en la encuesta de Mitofsky que reporta el 67% de aprobación al gobierno del tabasqueño para el mes de marzo del 2019; otro indicador es el Índice de Confianza del Consumidor se encuentra en 119.9 puntos (ya desestacionalizados) para el mes de febrero del 2019, muy por encima de lo que ha estado en los últimos 10 años, es decir, hay una enorme expectativa sobre lo que el gobierno federal pueda hacer.
En este sentido, observando a quienes le señalan al gobierno federal que está regresando al modelo de partido hegemónico, y por otro lado, quienes consideran que se trata de una democratización de la vida pública nunca antes observada hasta ahora, me parece excesivo lanzar uno u otro juicio, por mí parte, creo que el trabajo de Arnoldo Córdova en “la formación del poder político en México” es la mejor forma de interpretar lo que ocurre a nivel político; sí, es un cambio hacía (cierta) la izquierda, un cambio (discursivo) en los usos y costumbres de los gobiernos neoliberales quienes procuraban la eficacia como valor eje de sus gobiernos (no siempre con éxito), también es un cambio con relación a la distancia desde dónde se gobierna, pero siguen siendo políticos formados dentro del sistema de partidos político mexicano, la 4T, por ende cambia las reglas del juego pero no son muy distintas a las que existían; el ejecutivo sigue teniendo una gran poder (como siempre lo tuvo) e interviniendo en otros poderes como la SCJN, el partido gobernante en el congreso sigue respaldando a su presidente como antes bajo las mismas prácticas denunciadas de “mayoriteo”, siguen habiendo políticas de asistencia social/desarrollo social dirigidos a sus bases clientelares (igual que antes).
Para mí, lo que realmente preocupa es la combinación de una mal desempeño de la economía sumado a bajos niveles de aceptación a la democracia, (que son realmente bajos y con una tendencia a la baja) por ejemplo: México en 1995 contaba con un apoyo a la democracia del 49%, para el 2017 y 2018 apenas retuvo el apoyo a la democracia de tan sólo 38% según el latinobarómetro ; la cosa se pone peor si tomamos en cuenta el reactivo de satisfacción con la democracia, sólo el 16% de la población responde estar satisfecho para el año 2018; otro gran indicador es el Índice de Integridad Electoral (PEI) para el 2018, que también señala deficiencias en la democracia mexicana en la práctica institucional, coloca a México en el lugar 57 de 113 países (por debajo de países como Panamá, Argentina, Jamaica, Brasil), con relación al cumplimiento de la norma en el proceso electoral.
Es preocupante porque se contextualiza en un escenario internacional donde las democracias iliberales han ido proliferando, y donde en las elecciones del 2018, un candidato como “el Bronco” con propuestas de corte fascista, obtuvo el 5% de los votos (superior a los votos obtenidos por el Partidos Encuentro Social), es decir, AMLO carga con una tarea muy pesada, aun si no lo desea o no lo sabe; revertir la tendencia de apoyo a la democracia, pues, mucho de lo que AMLO haga quedara como un nuevo parámetro de los próximos gobiernos y facilitará o no, la aparición en el escenario político de personajes como “el Bronco”.