Ernestina Gaitán Cruz
Intereses económicos muy fuertes de las grandes empresas transnacionales y nacionales “las que venden papitas, pastelitos y galletitas”, impiden desarrollar el cultivo y consumo del amaranto para combatir la desnutrición y la obesidad en los niños mexicanos, aseveró Rodolfo Neri Vela, el primer astronauta mexicano.
En entrevista, el principal promotor del consumo del amaranto desde que llevó la planta al espacio, consideró que los políticos más importantes de este país no tienen interés en impulsar la alimentación de la niñez mexicana con esta planta y la mantienen solamente en programas pilotos en algunas escuelas.
Por ello, desde Oaxaca, el astronauta mexicano Rodolfo Neri Vela se puso a las órdenes del presidente Enrique Peña Nieto y de la secretaria de Desarrollo Social, Rosario Robles Berlanga, para hablar sobre la importancia de la alimentación de la niñez mexicana, “si es que les interesa la salud y el desarrollo mental de los niños”.
Entrevistado en exclusiva en esta entidad a la que acudió invitado por el gobierno del estado a través del Consejo de Ciencia y Tecnología y organizaciones por el consumo del amaranto, el principal promotor e impulsor del consumo del amaranto, hizo un llamado especial a la Secretaria Robles Berlanga.
“No la conozco y me gustaría tenerla frente a mi durante dos horas; que me preste atención, que no la interrumpan con llamadas telefónicas, para decirle, para hacerle entender que hay que alimentar a los niños con amaranto y que tiene que buscar el camino para que esto sea una realidad y no llamarada de petate en tres o cuatro escuelas como programa piloto”.
A casi tres décadas de haber llevado el amaranto en un viaje espacial e impulsar su inclusión en la dieta de los astronautas en todas las misiones, el doctor en radiación electromagnética por la Universidad de Birmingham, Reino Unido, manifestó su esperanza en que ahora los políticos entiendan que “para qué lanzan una campaña nacional contra la obesidad y comida chatarra, si no se preocupan por incluir el amaranto en la canasta básica de los escolares”.
“Siendo tan nuestro, tan nutritivo, generaría empleos para miles de familias. Hay terrenos inhóspitos donde crece maravillosamente, nos da alimento y se está desperdiciando mucho”.
Consideró que ya hay mayor conciencia social, pero “debería haber un programa nacional de mayor cultivo y comercialización; enseñarles a los niños el valor histórico, que se enorgullezcan de sus antepasados, de los indígenas que fueron sabios que por algo veneraban al amaranto como alimento sagrado y que se alimenten mejor, que sean más listos”.
Señaló también que hay intereses económicos muy fuertes de las grandes empresas transnacionales y nacionales “las que venden papitas, pastelitos y galletitas, y que le ponen tres granitos de amaranto y eso no es suficiente”.
Mayor atención a la
ciencia y la tecnología
Cuestionado también sobre la atención a la ciencia y la tecnología, manifestó su intención de decirles al presidente Enrique Peña Nieto y a los gobernadores que recuerden que es muy importante invertir más en la educación y en la investigación de una manera ordenada, cuidadosa, para que realmente se den los resultados esperados.
“No se trata de dar dádivas, de repartir recursos a diestra y siniestra. Debe haber un control de calidad, es importante el control, la responsabilidad de los investigadores y de profesores, y ¿por qué no?, que también obtengan los recursos para que realicen sus proyectos y trabajos, para que también los jóvenes puedan participar, ser formados, lo que se llama generar recursos humanos”.
Hay que incrementar el porcentaje del Producto Interno Bruto de ciencia y tecnología, que lo están haciendo con cuentagotas y urge, especialmente en un país donde hay tanto rezago social, hambre, pobreza, es donde se debe invertir con mayor razón porque es una señal de alarma, dijo.
“Hay que invertir para que los jóvenes que tienen la oportunidad de generar riqueza tecnológica lo hagan dentro del país y no se vayan a otros precisamente cuando hay crisis económica. En los tiempos más difíciles es cuando se debe cuidar a la gente más valiosa del país y no dejarla que se la lleve la corriente con la excusa de que no hay recursos”.
“El que haya hambre y problemas económicos no es justificación para que se descuide la inversión en ciencia y tecnología, porque todos los países ricos, los más avanzados, lo sabemos, son los que siempre cuidan que su gente de mayor talento no se les vaya, no se les salga del corral y que se queden trabajando en su patria”.
¿Es sólo responsabilidad de los gobiernos?
“Prioritariamente es responsabilidad de los gobiernos, porque sí hay recursos y muchas veces son utilizados para cuestiones poco productivas, sin control, campañas políticas, demasiados gastos de imagen, de publicidad. Todos los gobernantes y presidentes son Superman, cuando en realidad son funcionarios públicos y su obligación es trabajar para el pueblo y no para andar saliendo bonitos en la tele y en fotos hablando de sus grandes logros.
Se le da más prioridad o importancia a las cosas frívolas como el futbol o llenar estadios con grupos de música banda, dijo. A los niños y jóvenes que sacan medallas de oro en química y matemáticas, les hacen un reconocimiento sencillo, rápido y son los que deberían recibir mejores estímulos como por ejemplo el que le dan a la selección mexicana de futbol. Claro, es parte de la cultura, influye mucho la televisión, la radio, porque finalmente es un negocio. Esto del futbol es puro negocio, le lavan el coco a los jóvenes como si meter un gol fuera más importante que ganar 10 medallas de oro en física y química en una Olimpiada del Conocimiento.
En otra parte de la plática el doctor Rodolfo Neri Vela (Chilpancingo, Guerrero, 1952) también habló de su viaje espacial realizado en 1985, en el transbordador Atlantis, para colocar los satélites Morelos I y II.
“QUE LEJOS ESTOY DEL SUELO/DONDE HE NACIDO/INMENSA NOSTALGIA INVADE/MI PENSAMIENTO…”
Al escuchar la Canción Mixteca que los técnicos de la NASA transmitieron al espacio, “no lloré y sí me emocioné muchísimo. Siempre he controlado mis emociones. He llorado pocas veces en mi vida, cuando murió mi padre y mi hermano, cuando estalló el transbordador espacial Challenguer (28 de enero de 1986) y murieron siete astronautas, compañeros míos, que conocí durante mi entrenamiento”.
“Lo que viví en el espacio fue tan maravilloso que en lugar de llorar se sentía uno muy contento de admirar la tierra y escuchar sin duda la Canción Mixteca y agradecerlo a los técnicos de la NASA (la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio) que la transmitieron y concentrarme en el trabajo, porque requería de mucha concentración”.
¿Cree en Dios?
De cierta manera. Fui educado como católico, dos años tuve profesoras monjas, el resto de mi primaria, en la educación pública y a partir de entonces en escuelas públicas. Da uno gracias a la vida la oportunidad y cuando se tienen creencias muy sólidas, no es necesario que te lleven al espacio para creer, puedes estar aquí y seguir creyendo con la misma intensidad.
¿Le cambio la vida?
Uno sigue siendo igual, la única modificación es el espacio social, mediático. Se convierte uno en una persona que quieren conocer, saludar, escuchar y es un trabajo muy intenso, requiere de mucha energía. A veces no hay mucho tiempo para descansar, pero es bonito que la gente esté emocionada, porque reconoce lo que uno hizo por el país.
¿Actualmente a qué se dedica?
Actualizo libros, no sólo los hechos para que niños y jóvenes se interesen en la ciencia, también los que son para alumnos de ingeniería, para universitarios de América Latina. Me han dicho que mis libros para ingenieros los usan para programas de estudio, en la UNAM, el Politécnico, el Tecnológico de Monterrey. Son sobre satélites y transmisión de ondas electromagnéticas por cables y fibras ópticas. Los jóvenes quieren escucharme les hablo de mi viaje al espacio, del presente y del futuro.
¿Se llevaría chapulines al espacio?
Sí, habría que analizarlo, dice mientras observa la bolsita que le regalaron y la coloca dentro de su maleta junto con una botella de mezcal y libros que le obsequiaron luego de su estancia de dos días en la ciudad de Oaxaca.