EDITORIAL
El registro de aspirantes ante el Partido Revolucionario Institucional (PRI), ha sido una especie de romería pueblerina. Diputados federales y estatales, prestos al reciclaje; a repetir en el mismo sitio o en otro. Varios fueron prácticamente desechados por improcedentes; otros más, fueron registrados sin tomar en cuenta las impugnaciones y la crítica. El tricolor exhibió una realidad inocultable: carece de cuadros calificados y competitivos. Ha perdido la brújula. He ahí el por qué tanta confusión en el sentido de registrar a ciertos candidatos (as) que corresponden a la cuota de otros partidos coaligados o permitir el registro de hombre, cuando compete a mujer o viceversa.
Las situaciones de partidos, género, cuotas, etc., hicieron más patética la situación. Sólo para la presidencia municipal de la capital oaxaqueña se registraron cuatro aspirantes: Laura Vignon, Mariana Nassar, Jesús Rodríguez y Juan Enrique Lira. No obstante, a bola pasada se dice que el lugar en esta elección corresponde a un hombre. El fin de semana trascendió que no va ninguno de los cuatro y que el bueno es Javier Villacaña. La pregunta es: ¿por qué permitieron el registro de dos mujeres? Todo ello se debió establecer en la convocatoria respectiva, no fingir demencia cuando el daño ya está hecho. Bajo esas reglas tan confusas y superficiales se les negó el registro a personajes que tienen una trayectoria limpia en la administración pública. Y de nueva cuenta, declararon improcedentes a decenas de aspirantes a las presidencias municpales.
Como en política nada es fortuito, todo ello da lugar a la sospecha de que las cosas se han hecho mal de manera premeditada. Por lo pronto hay que subrayar que el PRI está en uno de los peores momentos de su historia en Oaxaca. Dejó de ser desde hace mucho, “el territorio PRI”, de que tanto se ufanaba el ex gobernador Ulises Ruiz. La caballada tricolor se observa demasiado escuálida y poco competitiva. Sin embargo, la misma tendencia se advierte en las coaliciones opositoras, en donde se atisba el reciclaje y la vuelta de caras acartonadas y viejas que ya incursionaron en otros procesos electorales anteriores. En los partidos coaligados PAN-PRD-MC, se está dando una situación que refleja el patetismo de los cacicazgos y cofradías. En el Partido Acción Nacional (PAN), se alistan para competir padres, hermanos, hijos (as) de los dirigentes y presidentes municipales. Esto es, la misma parentela.
En MORENA se ha denunciado una abierta y cínica venta de candidaturas por parte del principal operador de Andrés Manuel López Obrador, precandidato de la coalición “Juntos Haremos Historia”, que conforman: MORENA-PES-PT: Salomón Jara. La situación en el interior del estado refleja con creces la falta de cuadros y líderes que promuevan un verdadero cambio, el mismo que tanto cacarea AMLO. Resultan los mismos malandrines y activistas que tanto daño le han ocasionado a la estabilidad política y social del estado. Nada nuevo han de aportar salvo la tendencia a explotar a los gobiernos emanados del PRI, con la bandera de la lucha social.
Tienen razón aquellos que han pregonado el voto razonado y bien pensado. La publicidad nos ha invadido por doquier y lo que hasta hoy se ha escuchado de parte de los tres principales aspirantes son descalificaciones entre sí, diatribas y denuestos. Todo asemeja una arena pueblerina o un teatro de provincia. Hay que recordarles a los aspirantes que lo que México y la ciudadanía oaxaqueña requiere son propuestas serias y viables, no puro discurso incendiario o mediatizador, que apunte a seguir como hasta hoy. Es urgente elevar la calidad de las campañas, antes de que el hartazgo se traduzca en abstencionismo.
