Francisco GARFIAS/Excélsior
Andábamos rastreando el asunto de la famosa “maleta” que Jorge Estefan Chidiac, exdirector de Bansefi, le mandó a José Lecanda, hombre de todas las confianzas de Emilio Gamboa, cuando sonó el celular.
El número empezaba con 222. La clave lada de Puebla.
Del otro lado de la línea la voz de Estefan Chidiac, candidato a diputado federal. Quería darnos su versión del truculento tema.
Y decimos truculento porque involucra grabaciones obtenidas ilegalmente; una misteriosa maleta que Estefan le mandó a Lecanda desde Bansefi; una extorsión por diez millones de pesos; una denuncia en curso por “daño moral”.
En síntesis: un retrato de las cañerías de la política y del periodismo mercenario. El escándalo ha hecho ruido en Puebla y empieza a sonar en la prensa nacional.
Empezó con un WhatsApp que, según el candidato priista, hace tiempo le envió Arturo Rueda, director del periódico Cambio. Decía el mensaje: “Me urge verte. Tengo una bomba contra ti”.
El sábado que siguió, Estefan invitó al periodista a desayunar a su casa y allí se enteró que le habían grabado una charla con Lecanda. “Me pagaron para que te pegue. Te quieren dañar”, le dijo Rueda.
En la citada grabación se menciona lo de la maleta y se escucha decir al brazo derecho de Gamboa: “Lana es lana”.
Cambio la dio a conocer el lunes siguiente.
Preguntamos por la maleta. El priista asegura que pertenece a un colaborador de Lecanda. “La olvidó en la Sala de Juntas de Bansefi y nos urgía regresarla porque parecía un asunto de corrupción”, nos dijo.
En cuanto a lo de “lana es lana”, jura y perjura que Lecanda se refería a la necesidad de que un recomendado suyo, al que Chidiac le dio un contrato por honorarios, llevara dinero a su casa y no lo divorciaran.
“Esa es la versión real. Te doy mi palabra de hombre. Me siento encabronado. La grabación no trae nada. Son puros pinches chismarajos.
“Por eso tomé la decisión de decírselo a César Camacho y a Gamboa y de poner la denuncia por daño moral”, aseveró.
Estefan dice estar dispuesto a someterse al polígrafo. “No hay maleta (de billetes) ni para Gamboa ni para Lecanda”, repite una y otra vez.
A Rueda le pagaron dos y medio millones para sonarle y éste le pidió diez millones de pesos para no publicar la grabación. “Eso es lo que vale”, alegó el periodista.
El candidato del PRI le dijo que lo iba a pensar. Luego ofreció 500 mil pesos. Al final, decidió no darle nada y atenerse a las consecuencias.
“Por qué no regresas la grabación y los dos millones y medio de pesos a los que te los dieron”, le dice Chidiac.
En la grabación se escucha a Rueda responder: “¿Y yo por qué voy a perder?”
Chidiac cuenta que no sólo se rehusó a pagar. Le tendió una celada a Rueda. Luego de platicarlo con la dirigencia del partido, lo citó nuevamente en su casa. Lo grabó. Lo denunció y lo exhibió.
“¿Tú crees que si hubiese habido algo chueco habría roto las negociaciones?”, preguntó. “Lo políticamente correcto hubiese sido pactar tres o cuatro millones y vámonos, ¿no? Pero no hay delito en las grabaciones. No tenía por qué pagar”, recalcó.
El director de Cambio también nos contactó. Lo conozco poco, pero me parecía un profesional. Varias veces me ayudó con información. El periodista asegura que Estefan le pidió intermediar con los dueños del audio y luego lo traicionó.
“Me grabó en su casa a la mala y luego me amenazó”, asegura Rueda, quien ya le puso nombre a Jorge: El Carlos Ahumada de Puebla.
“Ahora está empeñado en mancharme para tapar su desmadre del audio con Gamboa, su particular, las maletas que se mandan de Bansefi”, dice.
Y concluye: “Es un traidor que se decía mi amigo. Me pidió un favor y luego me clavó un cuchillo”.
El periodista, sin embargo, no negó que le pidiera a Estefan los diez millones.
“No puedo pedirte que no escribas. Solamente que tengas en cuenta que este cabrón impulsa una campaña de lodo”, resumió Rueda.
Historia a seguir.
Rigoberta Menchú confirmó ayer a Ciro Gómez Leyva lo que le adelantamos en este espacio. La Premio Nobel de la Paz 1992 le cobró al INE diez mil dólares más IVA por asistir, según voceros de la autoridad electoral, a un acto sobre paz y democracia celebrado en Acapulco.
“En estos tiempos ninguna persona es un pajarito que vive del aire, para los trabajos de observación se realizan muchos gastos”, señaló Rigoberta.
En Viaducto Tlalpan e Insurgentes se les pararon los pelos de punta con la pifia de Menchú. Está prohibido, por ley, pagar la observancia electoral.
La guatemalteca fue acreditada por el INE como “visitante extranjera” para realizar esa labor, pero dicen en el instituto que no se le dieron los diez mil dólares por eso, sino por su asistencia al acto de Acapulco.
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