Múnich recordó hoy, un año después de la tragedia, a las nueve personas asesinadas por un joven de 18 años con problemas psicológicos en un centro comercial, un ataque que mantuvo en vilo durante horas a la ciudad alemana ante el temor a un atentado terrorista a gran escala.
En torno a las 18.30 horas (16.30 GMT) se difundieron las primeras informaciones sobre disparos en el centro Olympia y alrededor de dos horas después David Sonboly se pegaba un tiro delante de varios agentes a unos cientos de metros del lugar.
Pero la policía todavía no sabía que era el asesino de las nueve personas que cayeron abatidas entre una hamburguesería y los locales comerciales; los testigos indicaban que tres atacantes con armas largas habían huido del lugar y la alerta se disparó.
El transporte público quedó suspendido y en la ciudad se desplegaron 2 mil 300 agentes, algunos vestidos de civil y armados que, por error, fueron identificados como presuntos atacantes por algunos ciudadanos, desencadenando decenas de falsas alertas desde distintos puntos de Múnich.
Ya de madrugada se reactivó el transporte público y poco antes de las 01.30 horas (23.30 GMT) la policía muniquesa anunció que la situación estaba controlada a través de su cuenta en Twitter, la misma que había utilizado para pedir durante horas a los vecinos que evitaran los lugares públicos y buscaran refugio.
Al día siguiente comenzaron a conocerse los detalles de la corta biografía de un joven germano-iraní que, tras comprar una pistola a través de la internet, protagonizó una de las matanzas por las que estaba obsesionado, como la cometida por Anders Breivik, el ultraderechista que asesinó a más de 70 jóvenes en Noruega
Los padres de Ali David Sonboly habían llegado en los años noventa a Alemania, donde el padre trabajaba como taxista y la madre estuvo un tiempo empleada en una tienda.
‘HITLER’ IRANÍ
Él, víctima de acoso escolar, había estado en tratamiento psiquiátrico por fobias sociales y depresiones.
El joven estaba orgulloso de haber nacido el mismo día que Adolf Hitler, presumía de su condición de ario como alemán e iraní y la mayoría de sus víctimas eran de origen extranjero, pero las autoridades, hasta hoy, descartan que actuara impulsado por la ideología neonazi y creen que fue su venganza por el acoso que sufría.
A principios de mes, salió a la luz el “manifiesto” de dos páginas que había escrito, en el se muestra víctima de acoso en el colegio y carga su odio contra los “extranjeros infrahumanos” y “cucarachas”, a las que se muestra dispuesta a “ejecutar”.
Familiares de las víctimas y las principales autoridades de Baviera y de su capital, Múnich, se dieron cita hoy ante el centro comercial escenario de la tragedia para inaugurar un monumento en recuerdo a quienes perdieron la vida, un aro de acero, rodeando un árbol, en el que aparecen sus fotografías y sus nombres.
El primer ministro de Baviera, Horst Seehofer, recordó el horror de aquella tarde, pero también la solidaridad de muchos ciudadanos que abrieron sus casas a las personas que buscan refugio.
El alcalde de la ciudad, Dieter Reiter, pidió no rendirse al “odio y al medio” y luchar contra todo tipo e extremismo, racismo o violencia, proceda de terroristas o de locos homicidas.