Miembros de los grupos de Pastoral que ofrecen sus servicios en la Iglesia de la Patrona de Oaxaca, aseguran que el rector, Nicolás Ramírez García, humilla a los trabajadores, los explota y se niega a darles seguridad social
Yolanda PEACH
El domingo 8 de diciembre inició el año jubilar concedido por el papa Francisco a la Arquidiócesis de Antequera Oaxaca para la celebración de los 400 años de la presencia de la imagen de Nuestra Señora de la Soledad, la patrona de Oaxaca.
Ante tal acontecimiento, se agregaron dos alcancías más a la basílica, para costear los gastos de la Iglesia, entre los que destacan, el vestido que estrenará la Virgen, que se tiene presupuestado en 500 mil pesos.
Integrantes de los diferentes grupos, son el Grupo de Pastoral, liturgia, lectores, servidores, coros y catequistas, aseguran que no sería necesario el dinero de la alcancía, ya que otra de las funciones de estos grupos, es precisamente, solventar estos gastos.
Uno de los miembros de Pastoral, quien omitió su nombre por temor a represalias, externó sus sospechas sobre el dinero que se recauda en la basílica, que, en teoría, debe entregarse al encargado de la Catedral, ya que, a su decir, siempre están llenas.
Puntualizó que cada imagen tiene una alcancía y el fervor de los oaxaqueños es abundante, por lo que siempre que visitan la basílica dejan su limosna.
“Cada cierto tiempo, vienen los hermanos del rector de la Basílica de Nuestra Señora de la Soledad, Nicolás Ramírez García, quienes cuentan el dinero y lo clasifican por valores (…) nosotros sabemos que se manejan muchos recursos, pero a decir del sacerdote, nunca se tiene dinero”, indicó.
“La gente con su devoción o fe van a rezar frente a la imagen y depositan su donativo (…) por qué decir no hay dinero”, se cuestionó.
Acusó al sacerdote, Nicolás Ramírez García, de actos injustos en contra de los trabajadores, al señalar que se han suscitado una serie de incidentes que han vejado a los empleados, “no podemos estar tranquilos por todo lo que vemos”.
Precisó que son 16 los trabajadores, entre enfermeras, personal de limpieza, guardias, encargados de la biblioteca, del museo y de los baños.
El servidor indicó que cuando le conviene, son trabajadores y cuando no, les pide que callen.
“Cuando llegó el personal del INEGI dio la orden de que nadie les diera información y que, si llegaban a preguntar, dijeran que eran servidores”.
Añadió que incluso les ha dicho que, si les preguntan por el uniforme que portan, respondan que es un obsequio, pero que no admitan que son trabajadores.
Otro de sus compañeros, también del grupo de Pastoral, detalló que los empleados trabajan nueve horas diarias, seis días a la semana, “excepto la encargada del museo, ya que el padre le acaba de recortar el domingo, sin paga obviamente, al regañarla porque no recauda lo suficiente”.
Indicó que los trabajadores no tienen prestaciones, como es seguridad social, vacaciones o descanso en días festivos, y encima, las ridiculiza cuando se enferman.
“Se burló de una de las trabajadoras porque le dio parálisis. Ya casi cuando terminaba su turno laboral le dio la instrucción de ir a un Similares porque sale más barato (…) se estuvo riendo de ella por la deformidad que presentaba”.
“Al otro día que volvió a trabajar se siguió burlando de ella, decía que seguía ‘vivita y culeando’ mientras se reía a carcajadas”.
Los servidores se enteraron que en marzo pasado, los empleados pidieron un aumento de sueldo, ya que tienen cinco años, desde que está de rector el padre Nicolás, que ganan lo mismo, una media de mil 50 pesos semanales, pero éste les dijo que el ecónomo de la Catedral, Alejandro Rodríguez González, es quien dispone del dinero y les mandó decir que no hay.
La mayoría, personas adultas de alrededor de 50 años, prefirieron aceptar la indicación. “Les dijo que le buscaran por otro lado (…) se molestó mucho que pidieron aumento y les gritó que si no estaban a gusto que se saliera”.
Agregó que, aun cuando los trabajadores tienen considerado tiempo para ir a comer, no les permite calentar sus alimentos, “les dice que lleven un taco para engañar al estómago y en su casa coman bien”.
Respecto a las labores, cada empleado se hace cargo de mantener limpia el área, a excepción de la que mantiene la basílica, pero colaboran para auxiliar en todas las tareas y hacer mandados.
Acusaron que raciona los insumos para las labores, por ejemplo, tienen la indicación de trapear con agua y después, una segunda vez con un poquito de líquido.
“Antes se compraba material de limpieza bueno, ahora puro del barato”, agregó.
Indicó, que pese a la indicación que tienen los empleados de no aceptar su condición como trabajadores, les ha advertido que, a las tres faltas administrativas, perderán su derecho a finiquito.
Especificó que todos los que colaboran en la Iglesia saben que los trabajadores no deben usar su teléfono en horas de trabajo y no faltar sin previo aviso, “ellos no dicen nada por temor a perder su empleo, pero todos los que estamos acá nos damos cuenta”.
“Cuando no se apuran les grita, les truena los dedos, sobre todo a las mujeres, les dice que son rezonzas, que se pongan las pilas (…) la otra vez les dijo rateros porque no encontraba un dinero”, ejemplificó.
Apuntó que son cuatro los sacerdotes, dos de ellos retirados, Wilfrido y Moisés, quienes tienen atención las 24 horas por cinco enfermeras que se turnan entre ellas.
“Predica mucho el apoyo a migrantes y cuando éstos vienen, se les niega, incluso, regaña a los trabajadores si obsequian agua bendita, porque dice que ésta cuesta”.
El servidor de Pastoral aseguró que los gastos se pueden solventar de la propia basílica, sin embargo, el rector siempre dice que no hay dinero, por lo que no ve por las necesidades de sus subalternos.
Se trata, apuntó, de una persona que en las homilías predica el amor al prójimo y a la comprensión, pero en la realidad es prepotente, altanero y no tiene nada de humildad.
