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A punto de morir, tras someterse a cirugía en el IMSS

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José Cuauhtémoc Velasco López, de 65 años de edad, jubilado del Gobierno del Estado, se encuentra entre la vida y la muerte, víctima de diversas negligencias médicas cometidas por doctores del Seguro Social, adscritos a Puebla y Oaxaca

 

 

Sergio CRUZ

 

Víctima de diversas negligencias médicas y de presuntos tratos crueles e inhumanos cometidos por personal del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) de Puebla y Oaxaca, un hombre de 65 años, jubilado de la segunda entidad mencionada, se encuentra hospitalizado, en estado grave, con ambas piernas gangrenadas, a la espera de prácticamente un milagro para sobrevivir.

Una serie de errores cometidos por médicos de aquella institución se tradujeron en que un procedimiento de proctectomia haya desembocado en una infección que se ha extendido al 50 por ciento del cuerpo de la víctima.

 

Los hechos

 

Todo inició el 14 de febrero de 2017, cuando José Cuauhtémoc Velasco López comenzó las gestiones necesarias para someterse a una cirugía de próstata, por lo que fue canalizado a la clínica del IMSS número 38, situada sobre la calle de Francisco I. Madero, en la colonia Ex Marquesado de la capital oaxaqueña.

Un año después, por órdenes de sus médicos, José Cuauhtémoc Velasco se trasladó a la vecina entidad de Puebla, donde el 15 de febrero de 2018 le fue practicada una biopsia y, seis días después, fue sometido a una protectomia, razón por la cual estuvo hospitalizado aproximadamente 15 días. Posteriormente, fue dado de alta y programado para una consulta de seguimiento ocho días después, en la que le serían retiradas unas grapas quirúrgicas, de acuerdo con el reporte recibido por los allegados.

 

Comienza el suplicio

 

Sin embargo, cuando el  paciente acudió a dicha cita para que le retiraran las grapas, éstas ya habían sido rechazadas por el organismo del hombre, por lo que decidieron internarlo nuevamente para poder realizarle un lavado quirúrgico; al término, los galenos decidieron dejarle la herida abierta y dejarlo en observación por 15 días.

Luego del tiempo indicado, los profesionistas lo dieron de alta y le pidieron regresar una semana después. Al retornar a consulta, los doctores decidieron volver a internarlo debido a que la herida se había infectado.

Cuestionados por la familia, justificaron que, al parecer, el hombre tenía una fístula, por lo que le tendrían que retirar una sonda vesical que le habían dejado en la primera cirugía, además de que le tenían que hacer un ultrasonido con medios de contraste; sin embargo, el proceso le causó una trombosis en la pierna izquierda.

Ante ello, los especialistas solicitaron la intervención de un angiólogo, quien de manera urgente ordenó un tratamiento con anticoagulantes.

El tres de mayo de 2018, nuevamente acudieron a una  cita programada en la ciudad de Puebla, donde los galenos le manifestaron que todo se encontraba bien; no obstante, al día siguiente, el paciente amaneció con las piernas y los testículos inflamados.

Ante tal situación, el seis de mayo decidieron llevarlo a urgencias médicas del Hospital IMSS Oaxaca. Como primer contacto lo recibió y atendió una doctora, cuyos datos se desconocen, quien les informó que sería necesario dializar al paciente, pues estaba “muy grave de salud”.

Tal resolución, abundó la familia, fue realizada sin tener estudios previos, por lo que se negó a acatar las indicaciones, pues la víctima nunca había sufrido de problemas de riñones.

El siete de mayo, al estar cenando, el paciente empezó a convulsionar, por lo que acudieron con el encargado del Área de Observación para Adultos, identificado como doctor Abascal,  quien al ver a la víctima, sonriendo, dijo que ya no se podía hacer nada por él, pues padecía cáncer.

La familia rechazó tal versión y, al pedirle que nuevamente viera al paciente, éste se negó.

Los allegados interpusieron una queja en la Dirección, por lo que les fue asignado otro médico, éste de apellido Ramírez, quien se había jubilado 20 días antes.

De tal yerro se dieron cuenta dos días después y fue cuando canalizaron a los ciudadanos con el médico Erubiel Nieto, quien le pidió a la familia sacar a su paciente de aquel nosocomio debido a que éste carecía de equipo y personal calificado para asumir tal responsabilidad. Les “aconsejó” canalizar a la víctima a una clínica llamada “José Vasconcelos”, donde él lo atendería de manera personalizada por 150 mil pesos.

Los familiares se negaron y reportaron el caso ante el director, Édgar Moreno, quien no sólo no reprendió al trabajador sino que lo alertó sobre la inconformidad de la familia, situación que derivó en un enfrentamiento verbal entre Nieto y los pacientes; los agraviados solicitaron no volver a tratar con Nieto.

Al siguiente día llegó otra médica, de nombre Brenda. La doctora pidió la intervención de un cirujano, de apellido Vásquez, para que analizara la herida que tenía el paciente en el sitio de la trombosis ocasionada en Puebla. El galeno valoró al paciente y lo dio de alta, con la justificante de que no era nada de peligro.

Veinte días después, en esa misma zona, a José Cuauhtémoc Velasco le surgió un absceso lleno de pus. Ante ello, otro médico cirujano valoró al paciente y dijo que ello no era normal.

El especialista ordenó la intervención del paciente, a quien le abrió aproximadamente 10 centímetros en la pierna izquierda y manifestó que tenía que entrar a lavado quirúrgico a los dos días siguientes.

Cuando el hombre volvió a ingresar a lavado quirúrgico, salió con la herida antes mencionada más grande y con otra similar en la pierna derecha; el personal explicó a los familiares que seguiría entrando a las sesiones un día sí y un día no.

Pero el día lunes 2 de julio el paciente empezó con crisis nerviosa y dolor de cabeza sin poder dormir, entonces el médico cirujano ordenó una interconsulta  en el área de Medicina Interna. Al siguiente día lo checo la doctora Dulce Escudero, quien ordenó una tomografía urgente ya que el paciente había perdido el conocimiento y no lograba estabilizarle la presión.

Una vez obtenidos los resultados, Escudero informó a los familiares del paciente que tenía una hemorragia cerebral y que había que “entubarlo”, a lo cual los familiares se negaron y no autorizaron para no darle mayor sufrimiento.

Después de 20 minutos, pasó un neurólogo, de apellido López, quien dijo que el paciente tenía inflamación en el cerebro y un poco de infección, por lo que necesitaba antibióticos. La familia, al tener dos diagnósticos, se vio en la necesidad de acudir con un neurocirujano particular.

Además, para despejar sus dudas, recurrió a una tomografía que le había sido realizada al paciente un día antes; al ser interpretada por el doctor López, éste confirmó que no existía hemorragia cerebral.

El estudio sí reveló que el hombre padecía de inflamación cerebral y un proceso de infección derivado de una meningitis por lo que lo canalizaron con un médico infectólogo. El hombre aún lucha por su vida, cuando las heridas en ambas piernas se le han gangrenado.

Los familiares han denunciado los hechos ante las autoridades penales, además que interpusieron una queja ante el delegado del IMSS, Juan Ramón Díaz Pimentel, y la  Defensoría de los Derechos Humanos.

 

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Un comentario

  1. joshu

    7 agosto, 2018 a 6:30 PM

    Todo narrado con las patas y super pretencioso, de verdad estas cosas no las deberian escribir personas que no sepan medicina

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