Cuando cientos de alemanes sostuvieron pancartas donde se leía “Bienvenidos, refugiados” a inicios de septiembre, gran parte de Europa los vio con asombro. “Alemania es el único país que nos está dando la bienvenida”, dijo Alalie, de 37 años de edad, de Damasco, Siria, y una de los miles de refugiados que llegaron a la estación principal de tren en Múnich.
Casi todos los refugiados habían venido de Hungría —un país con políticas restrictivas de inmigración y donde muchos dicen que las autoridades los trataron de forma inhumana—. Pero ¿por qué existen esas profundas divisiones dentro de Europa? ¿Por qué algunos países dan la bienvenida a los refugiados, mientras que otros hacen todo lo posible por mantenerlos fuera?
Las razones son muchas, pero una destaca: la demografía. Alemania, por ejemplo, una población que envejece rápidamente, se está volviendo cada vez más consciente de la necesidad de dar la bienvenida a los extranjeros. Otros países, donde la tendencia al envejecimiento es mucho menos grave, tienen menos incentivos para dar la bienvenida a los recién llegados.
Una mirada más de cerca compara las tendencias demográficas en Europa entre el 2001 y el 2011 y ayuda a explicar algunas de las razones por las que Europa está dividida en cómo tratar a los refugiados.
Este análisis no sólo ofrece explicaciones, también muestra que las naciones podrían estar perdiendo una oportunidad para el crecimiento futuro.