Francisco GARFIAS/Excélsior
Una de las bondades del Presupuesto de Egresos para 2016 es que los famosos “fondos de pavimentación” del Ramo 33 los envió en ceros.
Esos recursos servían a algunos diputados deshonestos para pedir los famosos moches que tanto ruido hicieron en el trienio 2012-2015.
Ese fondo fue creado y aprobado en la pasada Legislatura. Puede alcanzar hasta 20 mil millones de pesos, según cálculos de Ernesto Cordero.
El otrora secretario de Hacienda asegura que cada diputado podía recibir anualmente hasta 40 millones de pesos para promover proyectos de ese tipo.
Una fuente autorizada para hablar del tema, vinculada con un gobierno estatal, nos explicó el mecanismo:
El diputado “vende” un proyecto de pavimentación, digamos por diez millones de pesos, a tal o cual constructora. Canaliza la totalidad del recurso a través de los gobiernos estatal y municipal.
“A cambio solicita a los constructores que le den su moche en efectivo”, precisó la fuente.
En algunos casos, la “comisión” es de hasta 30%, aseguró.
Cordero celebra que la Secretaría de Hacienda haya colocado en ceros ese fondo.
El senador del PAN advierte, sin embargo, que los diputados podrían restituirlo en el proceso de negociación: “Sería lamentable porque es un fondo altamente corruptor”, recalca.
El presupuesto 2016 propone un gasto total de 4.7 billones de pesos. Incluye un ajuste a la baja en el gasto programable de 221 mil millones de pesos, lo que equivale a 1.15% del Producto Interno Bruto.
De ese total, ya hubo un recorte de 130 mil millones en enero pasado. La reducción del gasto neto total queda pues, en pesos de 2016, en 92 mil 700 millones de pesos.
El obligado ajuste busca compensar la baja de 30% en los ingresos petroleros del país.
Pero también equilibrar las presiones sobre el peso que ocasiona el debilitamiento de la economía de China, y la amenaza de alza en las tasas de interés en Estados Unidos.
Para compensar la baja no se recurrió a un mayor endeudamiento. Tampoco al alza de impuestos.
El gobierno optó por apretarse el cinturón y contraer el gasto. El decreto propone la eliminación de 56 programas. Otros 261 programas se fusionaron entre sí, para quedar en 99.
Bajaron de manera relevante las partidas de las distintas secretarías. Se achica en 46% el gasto en materiales y útiles de oficina; 13% en arrendamiento de oficinas; 14% en vestuario y uniformes y 22% en contratación de servicios a terceros.
“Es un paquete económico responsable, sensible a la situación actual del país”, admite el senador del PAN.
La sorpresa se dibujó en el rostro del reportero al escuchar esas palabras. El panista lo notó. Ha sido uno de los más duros críticos de la política económica del gobierno.
La sorpresa fue aún mayor cuando lo escuchamos felicitarse porque el gobierno federal no cedió a las presiones de bajar los impuestos.
“La cosa se hubiese puesto peor si a la caída de los ingresos por la baja en el precio del petróleo le agregas una baja en los ingresos tributarios”, resalta el exsecretario de Hacienda.
Y eso que la contrarreforma fiscal es bandera del PAN.
El padre Solalinde le dijo al periodista Hugo Páez que el gobierno le hizo la roqueseñal a los que trabajan en el tema migratorio con el nombramiento de subsecretario de Población, Migración y Asuntos Religiosos, a quien falsamente acusan de haber hecho ese gesto obsceno, en 1995, para celebrar la aprobación del incremento al IVA de 10 a 15 por ciento.
Al deslenguado curita (fue el primero que dijo que a los normalistas de Ayotzinapa los habían quemado) se le olvidó el Octavo Mandamiento de la Ley de Dios: no levantarás falsos testimonios, ni mentirás.
Al hacer esas declaraciones, Solalinde da por buena la calumnia que ha perseguido a Humberto Roque desde hace más de 20 años.
Me consta que el padre Solalinde, cuya labor a favor de los migrantes es encomiable, no estaba en aquella histórica sesión en la Cámara de Diputados en la que se aprobó el regresivo gravamen.
Repite, como tantos otros, lo que no le constó, pero que le sirve para atraer reflectores.
El panista Carlos Mendoza Davis se convirtió ayer en el primer gobernador en rendir protesta, de los nueve que fueron electos el pasado 7 de junio.
El acto fue una fiesta azul. La primera de dos que tendrán lugar este año. La otra es en Querétaro con Pancho Domínguez, el primero de octubre.
Por allí andaban Ricardo Anaya, Rafael Moreno Valle, Kiko Vega, Marco Covarrubias, el propio Pancho Domínguez, Fernando Herrera, Marko Cortés, Santiago Creel, Ernesto Cordero, Ernesto Ruffo, Marcela Torres Peimbert y otros senadores.
El presidente Peña envió un representante de muy bajo perfil: Rafael Pacchiano, secretario de Medio Ambiente y Recursos Naturales.
Paradoja: en el mismo avión que transportó a los panistas de la Ciudad de México a La Paz, voló el senador Ricardo Barroso, candidato del PRI que perdió la elección. Pero él no fue requerido a la fiesta.