Ana PAULA ORDORICA/Excélsior
A partir de febrero del próximo año, la dinámica vuelve a estar contaminada por los procesos electorales de 2016.
Acaba de arrancar la LXIII Legislatura y hay un tema fundamental para los legisladores en este periodo de sesiones. Y no me refiero a la aprobación del presupuesto. Me refiero a un nuevo (sí, otro) cambio a las reglas electorales.
Las actuales reglas electorales prohíben actos anticipados de campaña. Por ello, dentro del PRI, del PAN y del PRD, quienes tienen aspiraciones presidenciales saben que deben esperar, cual modelos de la fotografía de Fidel Velázquez: el que se mueve no sale en la foto.
Con la salvedad de que en esta ocasión, el que se mueve no nada más no sale en la foto, sino que puede ser descalificado desde ahora de la contienda electoral, precisamente, por incurrir en actos anticipados de campaña.
Pero esa misma regla no aplica para Andrés Manuel López Obrador. AMLO lleva 12 años en campaña. Sin parar. Acostumbrado a caminar en esa línea delgada entre lo legal y lo ilegal, en las campañas de 2015 fue él quien apareció en los miles de spots de Morena. Y seguirá siendo él quien destaque en los spots.
Es Morena, como sabemos, el partido de un hombre.
De un hombre que, cuando las instituciones del Estado osan tocarlo, utiliza el discurso de la víctima siendo aplastada por un Estado títere de la mafia que ostenta el poder. Y, por ello, sabe que puede autopromoverse ahora, a diferencia de los demás aspirantes de 2018.
Todo esto mientras en el PAN deshojan la Margarita (con M mayúscula) sobre quién puede ser su carta fuerte, y en el PRD se debaten no por el fuerte para 2018, sino para definir quién los dirija hoy. Y en el PRI no hay quien se mueva, por respeto a la figura presidencial.
Este periodo de sesiones tiene la salvedad de que no hay contiendas electorales. Ahora es cuando los legisladores pueden sentarse a negociar sobre cómo hacer reglas del juego parejas para todos. Sin que se diga que se están haciendo con una lógica electorera en mente o con la intención de descarrilar al Peje.
A partir de febrero del próximo año la dinámica vuelve a estar contaminada por los procesos electorales de 2016. Y, entonces, será muy difícil lograr los cambios que emparejen el piso.
APOSTILLA: así como el Pacto por México atrajo los reflectores del mundo para señalar que los acuerdos entre diferentes fuerzas políticas se pueden concretar, el desastre en el manejo del caso Ayotzinapa, desde el principio y, sobre todo, con la decisión de complacer a los padres de los hoy desaparecidos para no vincularlos con el crimen, es un ejemplo de cómo no manejar una crisis de Estado. ¡Qué desastre!
Twitter: @AnaPOrdorica
