Beatriz Pagés
La elección de Estados Unidos debe ser tomada por la oposición y la sociedad mexicana como una advertencia.
Trump tenía muy bien calculado el escenario. El estrecho margen de los resultados le permitió acusar fraude, sembrar un clima de guerra civil y dar hachazos a las instituciones electorales para restarles credibilidad y hacerse víctima.
Como bien dijo el politólogo George Packer, aunque Joe Biden gane, el veneno de Trump va a quedar entre nosotros.
Estamos a siete meses de que se lleven a cabo elecciones intermedias en México y aquí, al igual que allá, el reto es quitar poder a un autócrata populista que se ha dedicado a destruir al país.
Lo voy a decir de manera directa, aunque a muchos no les guste: La única forma de impedir que se consolide en México una dictadura, es con el triunfo de la oposición en la Cámara de Diputados.
A los partidos no hay que darles recetas. Ellos saben cómo deben hacer las cosas para ganar, pero de lo que no estamos tan seguros es de que estén entendiendo la responsabilidad histórica que hoy tienen.
El país no sólo necesita transitar, una vez más, hacia la democracia, sino salvar la que tiene. Y esto, sólo puede lograrse si la oposición decide ser ese muro de contención que frene en las urnas el avance de Morena y de sus partidos satélites.
De que el PRI, PAN, PRD y MC vayan juntos en el 2021 depende que sigamos formando parte de un país libre, con división de poderes y permanezca vigente una Constitución donde se vea reflejado cada mexicano y no solo una secta que solo gobierna para sí misma.
Por eso necesitamos gritar en cada esquina y en cada calle, que los comicios del próximo año no será un proceso electoral más. Que serán más importantes y trascendentes que si tuviéramos que elegir al próximo Presidente de la República porque del resultado va a depender salvar al país o perderlo en manos de asaltantes institucionales.
Se necesita de una nueva mayoría en la Cámara de Diputados para revertir las leyes autoritarias aprobadas por la 4T y colocar las bases de una nueva transición democrática. Incluso para dar inicio a una reforma política que blindara al país de nuevos intentos dictatoriales.
La elección de Estados Unidos deja importantes lecciones que la oposición mexicana debe saber leer. Una de ellas y tal vez la más importante es que la derrota de Trump en las urnas y en los colegios electorales no significará, en automático, el fin del fanatismo trumpista. Que el odio vertido por ese antihéroe va a seguir dividiendo al país y dañando al pueblo norteamericano y a sus instituciones.
La oposición mexicana tiene que decidir, entonces, desde ya, qué quiere. ¿Solo ganar una que otra curul, tal vez alguna gubernatura y alcaldía para mantener el registro o elevar la mira y entender que ha llegado la hora de que se unan para ganar y evitar el naufragio de la república?
Los comicios norteamericanos dejan otra gran lección: Nunca más otro Trump, nunca más otro AMLO.
