Lo que inició como una gran convivencia de los grupos étnicos de las siete regiones del estado para conmemorar, en 1932, el cuarto centenario de la Ciudad de Oaxaca, en 1953 se convirtió en la Guelaguetza, una fiesta que con el paso del tiempo no solo ha dejado de ser de los oaxaqueños, también se ha convertido en un espectáculo grotesco donde se ha excluido a las delegaciones más vistosas y representativas que tradicionalmente han dado sabor y colorido a este encuentro de etnias
Carlos CERVANTES
Como es sabido, lo más cercano a la Guelaguetza de hoy que se presenta en el mes de julio en el auditorio del cerro del Fortín fue el “Homenaje Racial a la Ciudad de Oaxaca” con motivo del cuarto centenario de que la villa de Antequera fue elevada al rango de ciudad en 1532 por cédula real, espectáculo autóctono que se presentó el 25 de abril de 1932, por instrucciones del gobernador Francisco López Cortés y cuya organización estuvo a cargo de un comité ejecutivo que presidieron los señores León Olvera, presidente y el profesor Policarpo T. Sánchez, secretario. Vocales el doctor y compositor de música vernácula Alberto Vargas y el pintor Alfredo Canseco Feraud. De ese festejo solo queda el recuerdo, ya que se ha venido distorsionando hasta llegar a ser un espectáculo teatral como el que se presentó el pasado lunes 22 de julio (2019) donde por primera vez fueron excluidas las delegaciones más representativas.
FIESTA DE LUZ, COLOR Y FRATERNIDAD
En 1932 se dieron a conocer folletos diversos para que el público se enterara del festejo ya que nunca antes se había presentado algo similar. Al definir el Homenaje Racial se dice el cuadernillo que: “Se trata de una grande y solemne fiesta oaxaqueña. Fiesta de luz, fiesta de color, fiesta de fraternidad y regocijo. Las regiones de la entidad acuden lo más simbólico y significativamente representadas, vistiendo sus mejores galas, con sus atributos más preciados y más genuinos, en son de espléndido agasajo, llevando regalos y homenajes para ofrendarlos a Oaxaca, la Perla del Sur, que vive su vida típica y generosa y que en esta ocasión celebra el IV Centenario de su exaltación a la categoría de ciudad.
AL COMPAS DEL “DIOS NUNCA MUERE”
“Las autoridades e invitados de honor ocupan su palco respectivo; las escuelas de niños y niñas, los turistas, los habitantes todos de Oaxaca son distribuidos por las comisiones en las tribunas o gradas de cemento, tajadas en pleno cerro y que se usan entonces por primera vez. En la cercana rotonda de Juárez se dispara un cañonazo avisando que empieza la ceremonia. Tras los heraldos con las trompetas de la fama, entra la seductora doncella que representa a Oaxaca con las siete diosas de la fraternidad y los siete espíritus del bien que forman su corte. También le acompañan los típicos charritos y las rumbosas chinas oaxaqueñas cubiertas de oros y sedas, quienes frente al palco de honor proceden a cantar en orfeón “El Nito”, para enseguida iniciar el vistoso desfile al compás del “Dios Nunca Muere”.
LA SIERRA JUAREZ REPRESENTADA POR YALALAG
“Comienza el desfile apareciendo la delegación de la Sierra Juárez, autoridad al frente, mientras que hombres y mujeres yalaltecos con sus trajes de gala con ramos de flores y plantas aromáticas, cántaros enflorados y la efigie del Benemérito Juárez, procediendo a entregar sus ofrendas a la autoridad estatal y enseguida su inigualable baile con esos sones tan pegajosos y sonoros y los tocados negros de las mujeres.
“Enseguida la región de la Costa, con hermosas mujeres morenas llenas de garbo y donaire, con vistosas enaguas y camisas bordadas de chaquira y lentejuelas. Los hombres con su indumentaria de manta y el inseparable machete costeño cargando canastos con blanco algodón, café, corozo y otros productos que entregan y enseguida a bailar las movidas chilenas con cantadores que improvisan piropos e ironías.
EL VALLE Y LOS ATRIBUTOS RACIALES
“Luego la región del Valle llevando a frente el cuadro pintado por el maestro Canseco Feraud con los simbólicos atributos raciales: sarapes de Teotitlán, Cántaros de Coyotepec y Atzompa, jarrones multicolores de loza oaxaqueña, machetes y cuchillos de los Aragón, canastas de pan de Tlacolula, quesos frescos y otros productos, concluyendo esta región con la inigualable danza de la pluma, bailada por jóvenes de Teotitlán del Valle.
“Llega la región Mixteca con sus más auténticos tipos regionales tejiendo palma hombres y mujeres durante el desfile; exhibiendo además cotones y sarapes de Chilapa y Teposcolula, dorados manojos de trigo, claveles de Tlaxiaco, etc. Procediendo enseguida a entonar la “Canción Mixteca” del maestro José López Alavés.
“De la región Cañada llegan mujeres con enagua de olán, mascada al pecho y el cabello lleno de jazmines, orquesta de salterios y bajos de espiga, cantadores de tonadas y corridos y una variedad de frutas de la región. Nativos de Huautla, Mazatlán y la Chinantla con sus hermosos trajes, sus colchas tejidas a mano, variedades de pájaros y otros atractivos que entregaron como ofrenda antes de ejecutar sus bailes.
SE CERRO EL DESFILE AL SON DE LA SANDUNGA
“Cerró el desfile de regiones la del Istmo. Embriaguez de color y de luz, cálida palpitación de vida. Al son de la Sandunga aparecen hombres y mujeres con sus vistosas indumentarias y la vestimenta multicolor de las mujeres sobre sus cuerpos seductores. Una sandunga auténtica como solamente se baila en las velas del Istmo…”
LOS ANTECEDENTES RELIGIOSOS
Hay el otro antecedente religioso ya que desde tiempos de la Colonia se festejaba a la Virgen del Carmen el 16 de julio de cada año y el lunes siguiente era el paseo hacia el cerro que hoy conocemos como El Fortín, pues desde la iglesia comenzaba la falda de ese cerro sin construcciones de ninguna naturaleza, era el campo libre que se prestaba para la romería. No existían las actuales calles de Crespo y Porfirio Díaz. A los ocho días la octava del cerro y el paseo para colectar las olorosas azucenas. Cabe recordar que la iglesia cambió el culto que los nativos hacían a la deidad zapoteca Centéotl (diosa del maíz), por la virgen del Carmen.
Al comenzar el siglo XX la feria de los “Lunes del Cerro” cobró mayor importancia como paseo familiar de diversión agregándose competencias como la carrera a campo traviesa, palo encebado, cerdo encebado y otras que eran la diversión de los paseantes, notándose ciertas diferencias sociales: chinas oaxaqueñas, charritos, sacrificios, campesinos, sin faltar los catrines y catrinas.
SE COMIENZA A PROMOVER TURISMO
Ya en 1917 participó la Dirección Estatal de Educación organizando a los niños de escuela que salían a cantar las mañanitas desde muy temprano hasta que llegó 1932 y se llevó a cabo el Homenaje Racial.
En la década de los cincuenta del siglo pasado el Ayuntamiento de Oaxaca de Juárez entró como organizador e hizo promoción para el turismo presentando los bailes de las regiones en forma similar al Homenaje Racial. La Danza de la Pluma la ejecutaban jóvenes del Grupo Folklórico Universitario con acompañamiento de la Banda de Música del Estado. Finalmente, en 1953 el Gobierno del Estado tomó bajo su responsabilidad el festejo que se denominó Guelaguetza.
AGREGADOS POSTERIORES Y LO GROTESCO DEL 2019
Siguieron los agregados como el Bani Stui Gulal, el espectáculo de Donají, el “comité de autenticidad” que de poco o nada sirve, las calendas y convites con participación de las delegaciones que recorren calles del centro de la ciudad y otros espectáculos que nada tienen que ver con el Homenaje Racial.
Hasta el presente año en que el primer Lunes del Cerro fue un desastre: excluyeron a las delegaciones que tradicionalmente han dado colorido y gusto al espectáculo, como la de Betaza que no obstante haber participado en el Homenaje Racial, esta vez se le discriminó; lo mismo Tehuantepec y Juchitán que han dado colorido a la presentación y el inigualable Jarabe Mixteco que cada año se ha llevado las palmas. Tal vez a cambio incluyeron algo que ni es baile ni nada que se le parezca como eso del “rapto y la virginidad”, grotesco y de pésimo gusto, o la escenificación de un velorio, por lo que todos nos preguntamos si se trata de una fiesta de color o algo mortuorio y triste. Como estuvo invitada la actriz de Tlaxiaco Yalitza Aparicio, también estuvo la delegación de esa población en vez del jarabe mixteco.
NUEVA ETNIA DE “LOS TLACUACHES”
Se llegó a tanto que una señorita locutora de televisión al reseñar las regiones mencionó a la etnia de los “Tlacuaches” en vez de los “Tacuates”, lo cual provocó hilaridad en redes sociales, aun cuando posteriormente se disculpó.
Se observó que en las calendas participó por primera vez en los bailes el gobernador Alejandro Murat Hinojosa, tratando de imitar los pasos, algo histórico ya que en años anteriores los gobernadores eran celosos de su digna investidura y cuando mucho presenciaban las actividades folklóricas con respeto y punto.
La actriz indígena Yalitza Aparicio, que participó con la delegación de Tlaxiaco, quiso adoptar el papel de una diva, con guaruras atropelladores y sin querer decir algo a los periodistas de Oaxaca dejando mal sabor de boca. Durante varios años vino como invitada la actriz Aurora Clavel, oriunda de Pinotepa Nacional, pero su comportamiento siempre fue de atención a todos, caminaba por las calles saludando a quien se le acercaba y mostrando sencillez a pesar de su trabajo en el cine y la televisión.
Diversas poblaciones del Valle también presentaron sus respectivas guelaguetzas, con mucha mejor organización y buen gusto. Asimismo, la guelaguetza magisterial la cual tuvo gran lucimiento y el costo de la presentación fue de cinco millones de pesos con acceso gratuito. La oficial, reportó una erogación de 45 millones de pesos. Hoy veremos cómo resulta la octava.