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Dora Cecilia Aceves, arquitecta de tiempo completo

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Ha escrito cinco libros sobre la ciudad de Oaxaca, pero sin ningún apoyo gubernamental

José HANNAN ROBLES

Fotos: Jairo ARAGÓN

F 1 En esta entrevista, la arquitecta Dora Cecilia Aceves, habla del triunfo extraordinario sobre el medio, los prejuicios y el machismo para cursar la carrera de arquitectura.

Los tiempos han cambiado. Ahora son aceptadas las mujeres en todas las universidades donde estudian numerosas carreras, dice.

Sabía el nombre de todas las casas de citas, no por haber ido a ellas, sino porque sus compañeros platicaban sus correrías delante de ella. Si tú quieres estudiar en una escuela de hombres, te aguantas, la conminaban.

Dora Cecilia  Aceves Martínez, realizó sus estudios en la única escuela de arquitectura que había, de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO), 5 de Mayo. Actualmente hay tres,  una en la Universidad Regional del Sureste (URSE) y dos en la UABJO.

¿Cómo se veía que una mujer cursara la carrera de arquitectura, en esos tiempos?

Mal, mal, mal. Entré a estudiar la carrera muy pequeña, porque era muy chica cuando terminé la prepa. A pesar de que en esa época no se conseguían revistas de cosas pornográficas, al menos a mis manos no llegaban, sabía los nombres de todas las casas de cita, porque mis compañeros lo decían delante de mí. Sabía yo los nombres de las propietarias, y los rumbos por donde se ubicaban sus negocios.

Si tú quieres estudiar en una escuela de hombres, me reprochaban, pues te aguantas, y tienes que saber lo que sabemos los hombres.

¿Recuerda alguna anécdota?

En una Samaritana, la primera que me tocó en arquitectura, estaba acostumbrada a la Samaritana de agua fresca, me dijeron si podía hacerles agua de piña o de otras frutas.

Al llegar con mis aguas le vaciaron licor, entonces ya no era el agua fresca sola. Así es acá, somos puros hombres, me dijeron.

¿Observaban las reglas de urbanidad con las mujeres que estudiaban en arquitectura?

Cuando llegaba al salón de clases, que tenía pocos asientos, no se paraban. Cabe aclarar, y debo decirlo, que son mis mejores amigos ahora, que nos queremos muchísimos, que nos respetamos demasiado, pero que en esa época no estaban a gusto que hubiera una mujer en su clase.

¿Cuántas chicas cursaban arquitectura?

En el año en que yo entré nos inscribimos cinco, y había tres que habían ingresado antes, pero no se acostumbraron porque donde dibujábamos no eran sillas sino bancos, y tenía uno que subirse a un asiento alto, lo que obligaba a hacer ciertos esfuerzos donde se levantaba un poco el vestido, uno se incomodaba.

Teníamos que hacer muchas labores que hacían los hombres, y como no estábamos acostumbradas, yo creo que por eso las tres primeras que entraron se mudaron a la Facultad de Leyes.

En tercer año quedamos Ciria Sarabia y yo. Ella falleció de leucemia. Seguí sola, con mis compañeros, en arquitectura.

Después ya entraron bastantes mujeres, aunque mucho menos que los hombres.

¿Algo que no olvide?

Fíjese lo que me pasó un día, porque a mis compañeros no les gustaba que hubieran mujeres en su escuela.

Cerraban los sábados al mediodía con llave la escuela de arquitectura, 5 de Mayo y Avenida Independencia. Un sábado nos dejaron encerradas y no nos dimos cuenta.

En ese tiempo no había teléfonos celulares, ni manera de comunicarnos con nadie para que nos dejaran salir, teníamos que quedarnos ahí hasta el lunes próximo.

Le pedíamos a las personas que pasaban que nos ayudaran, algunas se preocuparon e hicieron de lado los barrotes de una ventana, y como éramos tan delgaditas por ahí nos sacaron.

¿Cuál fue su primer levantamiento o proyecto?

Un maestro nos dejó hF3acer levantamientos o sea medir varios lugares para hacer luego un proyecto del plano que realizáramos.

Entre ellos, estaba el que después sería el fraccionamiento Las Flores, el centro de Zaachila, y el otro era la zona roja, conocida como El Pueblito.

Había oído a mis compañeros que eran puros cuartitos. Tenía 18 años o algo así. Hicieron una rifa y me tocó El Pueblito.

Le dije al maestro que me iba a disculpar pero yo no iba a ir ahí a tocar y pedir que me dejen medir los lugares donde estas mujeres dormían, vivían y todo.

Tienes que ir dijeron todos, yo insistí en que lo sentía mucho pero no iba. Le dije al maestro que me iba a disculpar pero iba a dejar la clase y que me reprobara.

Viendo el maestro que tenía razón, era muy pequeña para ir a ese lugar, diferente a hoy que a los 12 0 13 años han oído de todo. Finalmente me mandaron a Zaachila.

¿Qué pasó cuando terminó la carrera?

Tuve una suerte fabulosa. En una ocasión estaba en el zaguán de la escuela, y llegó una persona preguntando quiénes estábamos estudiando que quería hablar con estudiantes de arquitectura, que venía de la Secretaría de Recursos Hidráulicos (SRH).

Nos presentamos varios ante el titular de la SRH, Francisco Sánchez Camacho, y me escogió a mí para que fuera a Guadalajara a realizar un curso sobre maquetas de migajón para que hiciera las maquetas de las presas y de todas las obras que se hacían.

Hice el curso, regresé y me dediqué durante muchos años a trabajar en la SRH, me nombraron directora de un departamento de arquitectura, me dedicaba a montar las exposiciones. Me convertí en el brazo derecho del ingeniero Sánchez Camacho.

Me quedé en la administración del ingeniero Severo de la Cruz Campo, posteriormente renuncié y me fui a una constructora particular.

¿Trabajó en alguna otra dependencia oficial?

La Secretaría de Industria y Comercio, solicitaba a través de un anuncio, personal para que se hiciera cargo de la Dirección General de Gas.

Presentamos 10 nuestro currículum, estudiantes todavía, en México fui seleccionada. En una ocasión que fui a un curso a México, le pregunté al secretario, entonces era fácil hablar con él, por qué me habían elegido a mí para el cargo, me contestó que por curiosidad porque de todos los estados del país habían llegado solicitudes de puros hombres.

Hasta mis maestros tenían que presentar sus planos conmigo, para que yo autorizara el plano de gas.

¿Cuándo dejó la construcción?

Cuando ya no pude subir escaleras. A mí me gustó la obra no el dibujo. Mi hermano, el Ing. José Luis Aceves, calculaba lo que era más pesado, yo estaba en la obra.

Una de las obras grandes que hice es el DIF, que se encuentra en la colonia Miguel Alemán, me quedaba los tres turnos que tenía. Andaba en andamios, como lo hace cualquier arquitecto, comía con los maestros de obra y albañiles, muchos se hicieron mis compadres.

Me daba pena porque no andaba con las uñas de las manos muy pintadas, porque estaba en la arena, la grava, la tierra.

¿A qué se dedica actualmente?

A la investigación de la arquitectura del pasado. Recuerdo que cuando estudiaba éramos muy pocos a los que nos gustaba restaurar, yo era de las que querían que se conservaran las obras. La mayoría quería ver surgir la obra nueva.

Al dejar la obra, me dedF2iqué a investigar cómo nacieron las construcciones, cuáles están conservadas, por qué hay que preservarlas.

Empecé a ser guía de turistas, me gustaba mucho. En esto conocí a muchas personas que recorrían el mundo, cuándo le preguntaban qué es lo que más les gustaba de Oaxaca, en lugar de decirme Monte Albán, Mitla, la cocina, la indumentaria, expresaban que lo que más les había gustado era la ciudad.

¿Cuántos libros ha escrito?

Cinco. Tres dedicados a casas antiguas, Parece que fue ayer y El Patrocinio, mi Barrio.

¿Ha tenido apoyo gubernamental para editar los textos?

No, nunca. Al final de mis obras, digo: este libro es producto de un esfuerzo sencillamente personal. No tiene apoyo gubernamental federal, estatal ni municipal.

Pedí ayuda, trabajé muchísimos años en gobierno, y como no soy política nunca me ayudaron. Sóla he publicado mis libros.

Estoy reuniendo los recursos para editar el cuarto libro sobre casas.

¿Cuál es el valor, no monetario, de las casas antiguas?

Una casa vale muchísimo por dos cosas, principalmente, por las personas que le han dado vida, y por su arquitectura.

Decidí dividir mis libros, en un poco de historia y la descripción arquitectónica.

¿Tiene fotógrafo especial para las fotografías de sus libros?

No, no puedo pagarlo, las fotos las tomo yo. Si tuviera los recursos suficientes mis libros serían de puras fotografías. A falta de fotografías hago una profunda descripción de los inmuebles.

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