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Notre Dame: ardió un pedazo de la historia de Europa

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JAVIER VIEYRA GALÁN

 

Entrevista a Felipe Garrido | escritor

Una parte de la memoria cultural, histórica y artística del mundo se quemó el 15 de abril en la catedral de Notre Dame. El sitio nunca volverá a ser el mismo pero deja detrás de sí un extraordinario legado que, aunque muy documentado en fotografías y expresiones tecnológicas modernas, yace más vivo que nunca en las páginas, en los libros que hicieron de Notre Dame su escenario, su protagonista, su metáfora. Felipe Garrido inicia su reflexión expresando que Notre Dame algún día desaparecerá, “como Tenochtitlan, como las siete maravillas del mundo antiguo, como todo lo que conocemos y lo que somos, y sobrevivirá únicamente lo que esté puesto en palabras”.

“A Tenochtitlan la podemos recorrer por medio de lo que escribieron Hernán Cortés, Bernal Díaz del Castillo, en otros historiadores de Indias. Y Notre Dame ahí está, puesta a salvo del fuego y todo lo demás por Víctor Hugo. Las palabras son más resistentes que el acero, que la piedra, que todas las formas que los hombres han imaginado y las que vengan. Nuestro refugio son las palabras, las historias que nos contamos, las historias que algunos han escrito y que todos podemos leer”.

 

Entrevista a Julio Hubart | poeta

Para el autor Hacéldama,  Notre Dame es uno de los centros mismos de la civilización que ha tenido una historia compleja y fascinante que ha marcado la existencia de la humanidad y que, en el ámbito de la literatura, fue consagrado por la obra de Víctor Hugo, pero también adquiere trascendencia gracias a otros personajes como Antonieta Rivas Mercado que decidió suicidarse en su interior o un episodio de Gargantúa y Pantagruel, obra de Rebelais, en la cual el primer personaje roba una de las campanas de la catedral. Sin embargo, indica, el edificio puede considerarse un auténtico imán histórico que ha atraído una gran cantidad de acontecimientos simbólicos como la coronación de Napoleón Bonaparte, acto que representa la transgresión del orden sagrado para convertirlo en un recurso político. Aunque, prosigue, es necesario revalorar el concepto de una catedral e interpretar lo sucedido en un sentido más profundo.

“Las catedrales nunca se terminan de construir, siempre son un proyecto, un proceso, una forma de relacionarse con el concepto que se tiene de la divinidad y su respuesta, es medio de comunicación constante con la deidad. Esto es muy importante en cuanto a simbolismo porque el incendio, que es muy lamentable y triste, está dando paso a que se construya, en un nuevo momento, una nueva historia. Esto puede abrir luces para diferentes ámbitos, pero esencialmente en el religioso y su relación con la sociedad, en una etapa en la cristiandad se encuentra muy lastimada. Creo que es una forma interesante de visualizar el hecho”.

En el aspecto literario, Hubard expresa que el protagonismo, no solo de Notre Dame, sino de los templos en general, puede ubicarse tanto en el lado virtuoso como en el negativo, siendo esta ambivalencia notable, aunque no exclusiva de los tiempos modernos, puesto que la religión católica se ha encontrado en una etapa de serios desaciertos desde hace ya tiempo. En ese sentido, el también ensayista vuelve a la escena de Rebelais en la que Gargantúa roba las campanas de Notre Dame, lo cual simboliza la violación de la sacralidad cristiana y el inicio de una relación contundente de la catedral con las formas literarias. Esto alcanza su cumbre en Víctor Hugo.

“La obra de Víctor Hugo, Nuestra Señora de París, es sorprendente. La visión romántica de un hombre que ha sido abandonado por toda la humanidad que se refugia en Notre Dame, que representa en concreto la fe y el universo cristiano, que se cría, digamos en el bien, pero no puede llevar acabo sino el mal. Con eso la relación entre Esmeralda y Quasimodovestá generando una gran analogía de la iglesia con la feligresía. Es necesario leer la obra con ojos de siglo XIX y descubrir el desafío moral, el desafío intelectual de un escritor como Víctor Hugo que está proponiendo la reversión de los papeles: el tullido que lleva a cabo actos horrendos y sin embargo es el alma buena capaz de enamorarse; creo que Víctor Hugo no pudo escoger un lugar mejor que Notre Dame, con esas gárgolas impresionantes para expresar la fascinación del horror”.

Finalmente, Julio Hubard realiza una reflexión sobre cómo transformará la tragedia el papel de Notre Dame en la literatura.

“Habíamos establecido las dos potencias de la voluntad humana: el bien y el mal. Pero nos faltó una, el accidente ¿Qué pasa cuando no hay un rastro de bien o de mal en el hecho? El incendio es un accidente, un fenómeno que en sí, como hecho, no podemos encasillar ni en un lado ni en otro, nos ha vuelto a poner los ojos en la aleatoriedad y en cómo esto puede dar una oportunidad a algo nuevo, a muchas metáforas, a nuevos argumentos. Creo que esto se traducirá en la literatura en una nueva interpretación del papel de Notre Dame tanto como personaje como trascendental escenario y como metáfora”.

 

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