Por primera vez en la historia, un Presidente de la República visitará Badiraguato, Sinaloa, el pedazo de tierra en la Sierra Madre Occidental que parió a cuatro generaciones de narcotraficantes con notados
Cuando hoy Andrés Manuel López Obrador pise Badiraguato, Sinaloa, encarará al pueblo donde nació, creció y se formó Joaquín Guzmán Loera, alias “El Chapo”, quien hace dos días fue declarado culpable de 10 cargos por ser líder del llamado Cártel de Sinaloa. Será la primera vez que un Presidente de la República se presente en ese pedazo de la Sierra Madre Occidental que ha parido a tres generaciones de narcotraficantes con notados y que ha vivido inmerso en la miseria más dramática de México.
“La historia es muy fácil de contar. Nos echaron la culpa de todo por esa cosa que se dio aquí. Pero esa etiqueta, mire, hizo mucho daño. Hizo más daño esa etiqueta que las balas. Esa etiqueta sí se clavó en nosotros, los de Badiraguato. Porque las cosas siempre las magnificó el Gobierno y acá la pagamos. Y Badiraguato tiene gente muy valiosa. Muy trabajadora y puro pá’ delante. La prueba está en que aquí estamos”, dice Antonio López García, ex regidor del Ayuntamiento en dos ocasiones y fundador del Centro de Estudios Justo Sierra (Cejus), una institución académica con postgrados ubicada en la comunidad de Surutato, además de varias escuelas secundarias comunitarias.
Los indicadores económicos y de pobreza coinciden con sus palabras. En la pasada década, Badiraguato fue considerado por el Consejo Nacional de Evaluación de Políticas Sociales (Coneval) entre los 100 municipios más marginados de México. Además, sus 11 rancherías están marcadas por la Secretaría de la Defensa Nacional con alta peligrosidad por la pugna entre grupos armados. Pese a todo, Badiraguato jamás fue considerado en el Subsidio para la Seguridad en los Municipios (Subsenum), ni fue incluido en la Cruzada Nacional contra el Hambre –el programa estelar de combate a la pobreza de la pasada administración, encabezada por Enrique Peña Nieto– ni en ningún otro del Gobierno del estado.
Ubicado en la geografía productiva de Sinaloa donde es el segundo municipio más grande, Badiraguato tampoco ha sido visto por las grandes empresas multinacionales compradoras de productos agrícolas como Cargill. Así, sin inversión privada ni gubernamental, los cultivos de frijol blanco, maíz, cacahuate, manzana y pera se atienen al temporal.
Así pasaba el tiempo en Badiraguato cuando el jueves 14 de febrero dos noticias importantes llegaron a la cabecera municipal: Joaquín Guzmán Loera había sido condenado y con toda probabilidad, recibiría cadena perpetua, y el Presidente de la República visitaría el municipio.
Varios pobladores, en entrevista con SinEmbargo, dijeron de inmediato que lo importante era lo segundo.
LOS NARCOS Y LA CULPA QUE POR AQUÍ CAYÓ
Basta adentrarse en la biografía de cualquier narco mexicano sobresaliente para dar con Badiraguato. En su accidentado mapa se ramifican tres generaciones de nombres de hombres con enigmáticas e intrincadas leyendas y muchos mitos. En los 40, nacieron ahí Pedro Avilés, Ismael “El Mayo Zambada” y Juan José Esparragoza Moreno; 10 años después la misma tierra crió a Ernesto Fonseca Carrillo, Rafael Caro Quintero e Ignacio Coronel Villarreal. Luego, nació Joaquín Guzmán Loera, “el Chapo” Guzmán, y se hizo adolescente en los montes, casi al mismo tiempo que sus primos, los cinco Beltrán Leyva.
En Badiraguato, 1970 es recordado como “el año maldito” porque el gobierno del entonces presidente Luis Echeverría Álvarez envió tropas militares con el argumento de que el cultivo de mariguana había crecido en forma desmedida. Muchos campesinos fueron perseguidos y desplazados por acusaciones de sembrar estupefacientes. Siete años después, arrancó la llamada Operación Cóndor que significó el envío de otros 10 mil soldados. En los gobiernos subsecuentes, la presencia militar no cesó y tuvo un incremento notable durante el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012), con otros 10 mil elementos.
Hoy, los pobladores estiman que la visita de un Presidente es histórica. Y don Antonio López tiene pensado aprovechar el momento y abordar a AMLO. Quiere decirle que en el terruño de “El Chapo” hay otras muchas prioridades que estar pendiente de su juicio y una de ellas es que 500 hombres, mujeres y niños están aislados en las sindicaturas de Potrero de Bejarano, San Javier, Santa Rita y Surutato. Todo ello, porque el río Santo Tomás creció y no deja pasar a nadie ni en camioneta de doble tracción ni a caballo.
Don Antonio quiere acercarse y decirle que eso no es de ahora; sino de todos los años a partir de las lluvias de julio. Así que le entregará un proyecto de ingeniería para rescatar la zona.
Omar Vicente García, director de Seguridad del Ayuntamiento y encargado de la logística para la visita del Presidente, adelanta entre los preparativos: “Por nada del mundo AMLO encontrará a un pueblo violento. Lo que sí verá es la cruz con la que tiene que cargar esta gente, la de la mala fama, la idea de que todos quieren ser eso (narcotraficantes) cuando aquí el problema es de otro nivel. Aquí el problema es que la gente está olvidada en los rincones de la sierra”.