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“La protección del Estado para periodistas es una casa y una despensa”

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En 2016 un capo de la droga en el Istmo de Tehuantepec intentó ‘contratar’ a José, con dos armas de alto calibre en su cabeza le pidió que fuera su informante pero el reportero de policiaca se negó; temeroso, rodeado de autoridades ministeriales corruptas, pidió apoyo de la CNDH y del mecanismo de protección a periodistas, un elemento que, sin recursos suficientes, muestra que el apoyo otorgado por el Estado mexicano es incapaz de restituir la vida desquebrajada de una víctima

 

Alonso PÉREZ AVENDAÑO

 

-No, ni loco vuelvo a radicar a Juchitán –dice José, un reportero que puede exhibir su historia para mostrar cómo las víctimas de la delincuencia organizada lo pierden todo, todo lo que han construido en 20 o 30 años por una amenaza y que a pesar de las acciones que el Estado mexicano ha creado para tratar de resarcir los daños de un virus que no ha podido controlar, el afectado queda incompleto, aislado, desprotegido y teniendo que sonreír ante su agresor.

José se ganó la vida por más de 10 años como reportero de policiaca en una de las ciudades más calientes de Oaxaca, Juchitán de Zaragoza, donde desde 2017, de acuerdo con cifras oficiales se han cometido 47 homicidios dolosos.

El 1 de junio de 2018 el Mecanismo de Protección a Periodistas le informó a José que podía volver a Juchitán, de donde salió en los primeros meses de 2017 “extraído”, desterrado por las amenazas de un capo criminal que lo llamó para ofrecerle trabajo. Con dos armas de alto calibre en la cabeza, el criminal le ofreció todo. “Me sentaron frente a ese señor y me pusieron dos R15 en la cabeza, me dijeron que yo tenía que trabajar para él, que todo lo que necesitará ellos me lo iban a dar, trabajadores, material para construcción, maquinaria, todo iba a estar a mi disposición, pero que yo fuera su informante”.

Era el 26 de diciembre de 2016. José buscó la forma de zafarse. Primero, rotundo, consciente de la situación en la que se encontró, trató de forzar la solución inmediata.

Lo que le dije fue ‘mátame, ya me tienes, yo no voy a trabajar para ti’.

-No seas pendejo, nadie más te va a ofrecer esto –le respondió.

José siguió intentando zafarse. Al fin y al cabo era vecino de familiares del jefe criminal. Le ofreció que seguiría apoyando a su hermano como lo había hecho en varias ocasiones.

“En lo que yo pueda te voy a apoyar”, le dije. “Cuando tu hermano me dice ‘manda a llamar a la patrulla porque anda un loco por aquí’ yo la mando a traer, en eso yo puedo apoyar, más no.

“Me dijo que si no aceptaba el trabajo me iba a matar a mí y a toda mi familia”.

-Con una sola llamada mando despedazarte a ti y a toda tu familia –le advirtió a José.

“Después le dije, porque estaba insistiendo, golpeando su R15 en su pierna, ‘dame chance, lo voy a pensar y posiblemente y sí, pero que quede entre nosotros’. Me dejó salir”. No sería la última vez que estaría sentado frente a su agresor.

 

Opciones viciadas

 

¿Cuáles eran las opciones que tenía José ante la amenaza? Huir, hacer como que no pasaba nada o denunciar. Ante el ministerio público del Istmo su asistencia estaba descartada. “Sabía que la Fiscalía estaba involucrada, los que ejercemos el trabajo periodístico sabemos que no hay nada de confianza, yo los conozco, sé quiénes son, más que nada porque yo trabajo la sección policiaca. Yo no denuncié porque sabía que tan bien parado estaba el capo que me amenazó”.

La siguiente carta, la CNDH regional. “Presenté una queja con muchísimo miedo, tuve miedo que gente de la región estuviera trabajando ahí y fueran a decirle que yo lo estaba denunciando. Pedí hablar con el jefe de ellos, con nadie más, cuando le dije quién era mi agresor él reconoció ‘tú caso sí está grave’”.

El siguiente contacto fue el Mecanismo de Protección a Periodistas, Jorge Ruiz, el encargado nacional:

-Te propongo que te vayas, nosotros te ponemos todo para que te vayas –le dijo el funcionario.

-¿De qué manera?

-Tienes que dejar todo y te vamos a traer a la Ciudad de México.

“Le dije que no, que yo no me quería ir a la Ciudad de México porque dónde iba a trabajar, yo tengo a mis hijos, me dijeron que los llevara, pero cómo los iba a mantener. Me dicen ‘te vamos a dar hospedaje, alimentación. Yo estaba llevando un proyecto de periodismo independiente muy exitoso en el Istmo, trabajaba para cuatro medios de comunicación, estaba trabajando como distribuidor de periódicos y tenía una bloquera, ya tenía hecha parte de mi vida ahí.

“Ellos me dijeron que pensara las cosas porque era un tema muy delicado. Salía de la casa con chaleco antibalas, me tenían en la mira, en cualquier momento me iban a matar. Gracias a Dios tomé la decisión a tiempo. En el momento en que acepto la ayuda del gobierno federal me aplican la extracción y a la semana me llega un mensaje, que no iba a lograr huir, que ellos me iban a localizar. También presenté mi denuncia”.

 

Mecanismo amputado

 

El 22 de junio de 2012, el presidente Felipe Calderón Hinojosa firmó el decreto para publicar la Ley para la Protección de Personas Defensoras de Derechos Humanos y de Federalización de los Delitos cometidos contra Periodistas. Intentaba actuar, nueve días antes de la elección en la que sería remplazado, ante un efecto colateral de la guerra contra el narco que desató para legitimarse.

El daño generado durante el mandato del presidente michoacano fue alto. De acuerdo con el Centro Nacional de Comunicación Social, en los seis años de su gobierno fueron asesinados 60 periodistas y 15 desaparecidos. Tan solo en 2012, su último año como jefe del Ejecutivo, se registraron 258 agresiones contra comunicadores, 35 en Oaxaca, la segunda entidad con más casos.

Como principal respuesta, la ley creó el mecanismo de Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas, el cual actualmente atiende a al menos 700 periodistas y ha sido fuertemente criticado por sus fallas, una de origen: el gobierno se ha negado a garantizar presupuesto para su funcionamiento.

Apenas el pasado 28 de agosto, Naciones Unidas reportó que las medidas para proteger a defensores de derechos humanos y periodistas en México están a semanas de desvanecerse ya que por segundo año al hilo su presupuesto está en niveles críticos. En 2017, el gobierno federal no otorgó recursos al mecanismo y en 2018 de 300 millones que pidió la junta de gobierno solo se le entregaron 200.

A José el mecanismo lo protegió, pero mostró rápidamente que el esquema estaba incompleto. “Me dieron un refugio y me empezaron a apoyar, pero es algo muy feo, el gobierno federal piensa que dándote una despensa y una casa con eso tienes todo, no se imaginan que uno tiene hijos que vestir con uniformes de la escuela, se enferman, hay cosas que nos hacen falta, por ejemplo libretas, útiles escolares, todo lo que utilizan los niños a diario, ellos no tomaron en cuenta eso, que iba yo con familia, ese fue mi martirio.

“Te dan la despensa pero nunca pensaron que se tenía que comprar tortillas, que tenías que comprar cerillos, medicinas, cuando mis hijos se enfermaban no había un fondo para medicamentos.

“Lo que más nos golpeó fue la cuestión de la escuela, teníamos que pagar la inscripción pero no teníamos. Tuve que vender muebles, todas mis cosas me tuve que deshacer de ellas, el mecanismo piensa que con lo que te da estás en la gloria, cuando es falso. Mis hijos lloraban por un dulce y yo los tenía que regañar y decirles ‘vámonos porque no tengo’, me dolió el corazón porque son mi hijos, ellos iban a escuelas particulares, yo trabajaba, tenía una bloquera, mi esposa trabajaba, estábamos bien posicionados económicamente, esto llegó a destruir todo lo que teníamos, y hasta la fecha.

La atención psicológica se limitó a dos sesiones de media hora cada una en dos años. “Una vez vino el psicólogo, mi esposa le dijo que mis hijos extrañaban a sus abuelos, hubo muchos problemas que tuvimos que enfrentar solos, lo más feo de esto fue cuando a mí me llega el mensaje después de que abandoné el Istmo de que me iban a matar y que si yo no daba la cara mataban a mi hermano, lo que hice fue sacar a mi hermano del Istmo. Mi mamá se quedó sola con mis hermanas, esto es lo que genera esto, desintegración familiar”.

 

De nuevo frente a su agresor

 

Amparada en el nuevo sistema de justicia penal, la Fiscalía de Atención a Delitos contra la Libertad de Expresión (FEADLE) le mostró a José que frente a su agresor estaba mas solo de lo que esperaba y que debería volver a verle la cara, esta vez en vez de armas en la cabeza tendría la ineptitud de las autoridades.

“La FEADLE me llegó a sentar ante este personaje para conciliar las cosas, eso no me pareció. El nuevo sistema de justicia penal adversarial te lleva a sentarte con los criminales para que se pidan disculpas. Les dije que yo no podía llegar a un acuerdo con un criminal, ¡porque es un criminal!, pero no me ofrecieron otra opción. Me dijeron ‘es la única que hay y te tienes que sentar con él’. Me vi obligado a hacerlo.

“Cuando me senté con él, el señor me empezó a gritar, decir que no me conocía, que no sabía quién era yo, cuando ante la conciliadora días atrás había aceptado haberlo hecho y que estaba él de acuerdo en firmar un pacto de paz conmigo. Me empezó a amenazar enfrente de las autoridades. Al final de cuentas, después de un par de meses dijo su abogado que sí habría acuerdo. FEADLE me presionó para que firmara, no tuve asesoría jurídica eficaz, todo lo guiaban a su manera, el señor me amenazó frente a personal de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas, frente a la mediadora, frente a Reporteros Sin Fronteras, frente a FEADLE y a pesar de ello la mayoría de ellos dijeron que existían condiciones para llegar a un acuerdo, eso me molestó muchísimo.

“Ellos saben que me obligaron, yo no quería conciliar con esa persona, yo sabía con quién me estaba metiendo, FEADLE me dijo que era necesario que yo me sentara porque no iba a haber otra oportunidad, ‘si lo llevamos al juez no lo vamos a ganar porque no tenemos testigos’, me dijo el representante, que era la única salida que tenía, firmar con esta persona”.

Para las autoridades, continúa, yo ya no tengo riesgo “porque el señor ya firmó conmigo de que me va a respetar cuando tiene una red criminal muy grande”.

-¿Pensarías en volver a Juchitán?

-Ni de loco regreso a Juchitán, he ido, piso Juchitán, pero llego escondido y me salgo escondido. Ahí tengo a mi familia, tengo que ir a verlos ahorita que están con vida, pero volver a ese lugar, para vivir ya no.

 

Mecanismo quiere que vuelva a Juchitán

 

A José el mecanismo lo protegió, pero aunque fue desplazado a otra región del estado, las amenazas continuaron y se ha observado a hombres de su banda delictiva rondandolo. En una ocasión incluso le tiraron seis casquillos de bala y una cartulina en su casa. “Bájale de huevos a tus notas, porque nuestras balas no van a respetar ni a tu puta madre”.

En febrero de 2018 le fue asignado un equipo de cuatro escoltas, dos por turno. Tres meses después un analista del mecanismo realizó un análisis de riesgo que presentaba su caso y dictaminó que ya no tenía riesgo. “Investigando nosotros reconocimos que modificaron las calificaciones intencionalmente porque ya no tenían recursos para pagar a los escoltas, han quitado recursos, le quitaron apoyo a varios compañeros porque ya se había terminado el ciclo. A mí me quitaron el servicio de las cuatro escoltas.

“Ellos dijeron que ya podía volver a Juchitán, dijeron ‘ya es seguro para ti, ya puedes volver a tu familia’, 15 días después mataron a Pamela Terán. ¿Así dicen que puedo volver? Eso no los detuvo para quitarme a los guardias. Ahora estoy metiendo una apelación a la resolución del mecanismo, para ver si un analista particular puede revisar el caso frente a lo que presenta la Secretaría de Gobernación.

 

Sin trabajo

 

Su condición de periodista desplazado mostró a José que además de las ausencias institucionales, un periodista agredido puede quedar al desamparo de las empresas donde laboran. Al momento de salir del Istmo, su familia tenía deudas, préstamos que pagar, alrededor de cinco mil pesos semanales, y carecía de opciones para trabajar. Cuando salió no solo cerró su empresa de fabricación de blocks de concreto, sino que fue despedido de sus trabajos.

Como parte de las propuestas que José plantea a través de la organización Periodistas Desplazados para mejorar el mecanismo se encuentra el responsabilizar a las empresas para que apoyen a periodistas que se encuentran en situación de riesgo por el ejercicio de su labor.

“Me ha costado muchísimo salir adelante, ahorita apenas estamos volviendo al ritmo, tengo una nueva página, tengo un portal de noticias, estamos trabajando, a mí me gusta el periodismo, mi esposa, mi mamá, me pidieron que abandonara el oficio, me dijeron ya no seas periodista, te van a matar, nos van a matar, yo les dije que a ellos no les va a pasar nada, pero que si a mí un día me llegara a pasar algo, si me matan a por ser periodista tú nada más date cuenta que morí feliz, porque nunca abandoné a mi oficio, porque es lo que me gusta, lo que hago, lo que me apasiona”.

 

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