Escritor, poeta y periodista, don Enrique participó en el movimiento que apoyó a Venustiano Carranza, sobrevivió a las epidemias de tifo e influenza española que flagelaron a la ciudad de Oaxaca en 1915 y 1918, escribió la letra de la canción “El Nito” y desarrollo una intensa actividad política como un hombre de izquierda, a favor de las mayorías
Carlos CERVANTES
Aun cuando el escritor, poeta y periodista Enrique Othón Díaz fue un personaje que amó a Oaxaca y que participó en actividades culturales y en general en la vida social y política de muestra entidad y del país, poco conocen de él las nuevas generaciones. Nativo del barrio de Xochimilco en cuyo panteón encontró el descanso eterno, se le recuerda porque desde aquel “homenaje racial a la ciudad de Oaxaca” el 25 de abril de 1932, se escuchó por primera vez su melodía “El Nito” y en años posteriores cada año en los “lunes del cerro” se volvía a oír hasta que los organizadores del festejo se olvidaron de él y del inmortal “Dios Nunca Muere” que fue proscrito por quienes organizan las actividades por parte del gobierno estatal. Fue un hombre de izquierda, a favor de lo socialista.
Poeta, periodista,
ensayista y dramaturgo
Con motivo de la presentación de otra edición de su novela “La Montaña Virgen”, auspiciada por la UABJO, el amigo Claudio Sánchez Islas hizo un acucioso resumen biográfico del escritor. La melodía “El Nito” se compuso con letra de Enrique Othón y música del inspirado oaxaqueño don Samuel Mondragón. Desde luego que su obra va más allá pues fue poeta, novelista, ensayista, dramaturgo y un periodista crítico, sin olvidar su actividad en el cine documental.
La semblanza más conocida la escribió el profesor y licenciado Manuel Zárate Aquino. Enrique Othón Díaz nació en 1904 en esta ciudad, en el barrio de Xochimilco y falleció en la ciudad de México en 1967. Sus restos descansan en el panteón del mismo Barrio ya que fue su última voluntad. Fue testigo de los sucesos de la revolución en la ciudad de Oaxaca en los años de 1914 a 1920 siendo niño aún, así como de aquel intento del constitucionalista Luis Jiménez Figueroa de apoderarse del Palacio de Gobierno. Sobrevivió a las epidemias de tifo e influenza española que flagelaron a la ciudad de Oaxaca en 1915 y 1918, asimismo sufrió los efectos del hambre en 1915.
Tiempos de Carrancismo en Oaxaca
Enrique Othón Díaz siendo todavía un niño tuvo que abandonar el colegio y ponerse a trabajar ante el movimiento carrancista que llegó a Oaxaca, los “carranclanes” como les llamaba José Vasconcelos. Sin embargo, tal situación no le impidió seguir estudiando y leyendo mucho para que, como esforzado autodidacta, pudiera adquirir una vasta cultura. Fueron años de aprendizaje y acercamiento a posturas ideológicas en medios obreros como se puede apreciar en los documentos del grupo “Rebeldía”, del cual fungió como secretario, y en 1929 lanzó el anuncio de su constitución como entidad organizada afilada a la Confederación de Partidos Socialistas de Oaxaca reivindicando su cercanía ideológica con la tesis de la lucha de clases. Eran los tiempos del socialismo que puso de moda el Lic. Genaro V. Vásquez en Oaxaca y desde luego el general Lázaro Cárdenas.
Reivindicar el derecho a la educación
La organización “Rebeldía” en su declaratoria constitutiva hacía dura crítica a la política oaxaqueña seguida durante la década revolucionaria, que, según su apreciación, se había distinguido por su reaccionarismo, su espíritu prejuicioso y retardado. Decía que para un cambio de ruta era necesario el concurso de la juventud que rompiera con las viejas ideas anquilosadas. Por ello se enfocarían en los aspectos económico y espiritual. Organizar a la clase laborante, pugnar por el reparto agrario. Reivindicar el derecho a la educación en el marco de modernas teorías pedagógicas; luchar por detener la decadencia física de la raza, combatiendo vicios como el alcoholismo y por el establecimiento de pequeñas industrias, base de la rehabilitación económica de las masas indígenas.
En lo que se relaciona al aspecto literario “Rebeldía” sostenía repudiar a la literatura erótica por intrascendente y cobarde, tachándola de burguesa por las ideas de sumisión y servilismo hacia las grandes masas. En cambio, se pronunciaba por un arte sencillo vigoroso y rebelde que fustigara a las tiranías e injusticias: una literatura eminentemente socialista y humana que combatiera todos los prejuicios y todos los fanatismos, un arte revolucionario agitador y orientador, intérprete fiel de las aspiraciones de las masas explotadas.
Por una justicia social
En los años siguientes el joven Enrique Othón abordaría temas de atención a la fábrica y el campo, temas que se volcaron para exaltar la tradición y la costumbre vernácula que constituyeran vitalidad, educación y personalidad propia, así como el fomento del arte folklórico, fuerte y relevante, ajeno a toda “influencia manida”. “La renovación social no puede aplazarse impunemente y es nuestro deber responder al llamado angustioso de la época, constituyéndonos en paladines de la transformación que extiende sus abanicos luminosos en el horizonte magnífico donde apunta una aurora esplendente de justicia social”.
Fue gran propagandista de las ideas de redención social entre los oaxaqueños utilizando el eficiente vehículo de la letra impresa. Algo similar a lo que, en su tiempo, hizo Ricardo Flores Magón. Cuando el ya antiguo diario “Mercurio” se transformó en “El Oaxaqueño”, el joven Enrique se hizo cargo del suplemento dominical, procediendo a renovar contenidos y a dar nuevos exponentes del grabado oaxaqueño, como Eliseo Ramírez Belmar. Este diario convocó al certamen de cuento oaxaqueño, el cual ganó el joven Díaz con el trabajo titulado “Pedro López se fue a la bola” donde describe la difícil situación de los artesanos manteleros del barrio de Xochimilco y denuncia la situación de explotación que sufren los tejedores, hombres y mujeres. Por ello la revolución se presenta como una alternativa para romper con las cadenas.
De la prensa, a los libros y folletos
En la década de los treinta del siglo pasado, su pluma adquirió madurez y su presencia en los medios escritos se fortaleció pasando de la prensa a los folletos y a los libros. En 1931 publicó en México “Canto Ingenuo” y “La Escuela Rural” ilustrados con grabados de Leopoldo Méndez, como una edición del Bloque de Obreros Intelectuales. En Oaxaca se dio a conocer el libro de poemas en 1933 “Madre Tierra”. (Poemas del Ejido), el cual fue dedicado al caudillo Plutarco Elías Calles. Dos años después apareció “La Espera”. Otras obras fueron: Apuntes Folklóricos Oaxaqueños, Ante el Futuro de México, Hacia la Socialización de la Tierra y “El Arte, Los Maestros y la Lucha de Clases”.
Ante la situación política existente Enrique Othón Díaz hizo un paréntesis en su producción literaria y nació el analista político que, utilizando el tema de la lucha de clases, daba su punto de vista respecto a la evolución política en Oaxaca y en su obra “Ante el Futuro de México” denunció los excesos de los antiguos soberanistas ya subidos en el carro de la revolución y también a los malos “revolucionarios”. Criticó fuerte al exgobernador Francisco López Cortés a pesar de que fue su colaborador, identificándose con la política cardenista y quedándose a residir en la ciudad de México.
Educación pública de carácter socialista
En ese año de 1934 el escritor publicó un opúsculo comentando la reforma al artículo 3º Constitucional que otorgaba a la educación pública el carácter de “socialista”. Díaz demandó la desaparición de escuelas particulares, exigiendo que asumiera el estado de forma irrenunciable la responsabilidad de impartir educación pública gratuita desde la primaria, secundaria, normal e incluso la universitaria. La publicación fue impresa como parte de las ediciones del grupo “En Marcha” formado por intelectuales simpatizantes de Cárdenas. Otras publicaciones bajo el mismo patrocinio fueron La Montaña Virgen, Protesta, Seis Aguafuertes y “Escuela. La Novela de un Maestro”.
En la Novela “La Montaña Virgen” Enrique Othón denuncia la opresión, la explotación y el racismo de la sociedad hacia el indígena, situación que indigna a quien lee esta obra.
Los serranos de Guillermo Meixueiro
Durante sus estudios de primaria ocurrió la llegada de tropas carrancistas que ocuparon nuestra ciudad estableciendo cuatro gobernadores militares designados directamente por “el primer jefe” Venustiano Carranza. En esos mismos tiempos llegaron las fuerzas carrancistas y aumentaron los amagos de los serranos que dirigía Guillermo Meixueiro, hacia la ciudad de Oaxaca y en diversas ocasiones trataron de saquear el exiguo comercio establecido, generalmente propiedad de españoles.
Asimismo, se creó en Oaxaca la Federación de Sindicatos Obreros que alentados por activistas de la Casa del Obrero Mundial que llegaron con la fuerza constitucionalista, se fundaron los primeros sindicatos y se celebró el día internacional del trabajo, se promovieron repartos de tierra, por lo cual diversas familias emigraron hacia otros puntos del país, mientras los profesionistas tuvieron que esconderse o salir a caballo siguiendo al gobierno soberanista del Lic. José Inés Dávila que se estableció temporalmente en Tlaxiaco.
Cierre del instituto y del seminario
Por otra parte, cuando el general Jesús Agustín Castro ordenó la clausura del Instituto de Ciencias y Artes del Estado, algunos estudiantes pudieron continuar sus estudios en otros estados en tanto que la mayoría buscó empleo para llevar recursos a sus hogares. Peor suerte sufrió el Seminario Pontificio que fue cerrado totalmente y los estudiantes buscaron diversos rumbos incluyendo el trabajar como obreros. La fuerza serrana seguía dando dolores de cabeza a don Venustiano.
Díaz siempre estuvo muy ligado a Oaxaca. En la década de los sesentas tuvimos oportunidad de platicar con él en diversas ocasiones cuando visitaba al director del diario “Carteles del Sur”, donde éramos reporteros, pero otras veces los tres salimos a comer en el restaurante del amigo Daniel Hernández. De la plática nos ilustramos sobre diversos asuntos del pasado reciente.
Desaparece un gran oaxaqueño
Precisamente la noche del 31 de diciembre de 1966, Enrique Othón estuvo en las modestas instalaciones de “Carteles del Sur, en avenida Independencia 902, junto al teatro Alcalá, donde pronunció un sentido mensaje que conmovió a todos. Paradójicamente a esa misma hora en otro punto de la ciudad, en la privada de Quintana Roo, cerca del jardín Conzatti, en un lujoso departamento, el licenciado Alberto Noriega Herrera, asesinaba a Nancy Audifred Bustamante de un balazo en la cabeza. Era funcionario del Gobernador Brena Torres, que aun cuando fue una persona civilizada y respetuosa, tuvo a funcionarios pésimos y cavernarios e incluso un grupo de cuatro de ellos, se unieron para organizar una golpiza contra el director de “Carteles”. Algún día daremos a conocer sus nombres aun cuando dos de ellos ya fallecieron y los otros son acaudalados abogados.
El 11 de junio de 1967, dimos a conocer el fallecimiento de Enrique Othón Díaz y enseguida otra nota sobre su inhumación en el panteón del Barrio de Xochimilco. La maestra Arcelia Yañiz le dedicó sentido mensaje fúnebre en el desaparecido diario “Oaxaca Gráfico”. Tenemos a la vista una carta que Enrique Othón envió al periodista director de “Carteles” a finales de 1966, felicitándolo por el nuevo diario que para entonces llevaba 6 meses circulando y se leen conceptos muy valiosos que hoy resultan históricos.