Su vocación de cancionero pudo más que su profesión de Ingeniero y decidió dedicarse por completo a la música; fue más un cancionero que un compositor, porque el compositor es un artista, dedicado a transformar la vida en poemas musicales, mientras que el cancionero es un artesano, que nace con la vida como oficio, predestinado a transmitir las vivencias – propias o ajenas – en formas bellas de canción
Carlos CERVANTES
La delegación folklórica de Pinotepa Nacional de unos años a la fecha adoptó la chilena que su autor Álvaro Carrillo bautizó precisamente como “Pinotepa”, como la melodía representativa de esa zona de la entidad tan alegre y pocos saben que fue una composición dedicada a la tierra que vio nacer al ingeniero agrónomo Norberto Aguirre Palancares, personaje oaxaqueño que brilló en la política nacional y que siempre buscó beneficios para la entidad, siendo además el impulsor y protector del entonces joven Álvaro Carrillo Alarcón.
“Un humilde cancionero”
La producción musical del autor costeño fue muy amplia especialmente en melodías de corte romántico que hicieron época y muchas de las cuales se siguen escuchando, según leemos en una recopilación que realizó el profesor Alfonso Moar Prudente y que se denomina “Un Humilde Cancionero”. En ese documento nos encontramos con que Carrillo egresó de la Escuela Normal de Ayotzinapa, Guerrero, donde afortunadamente no se contaminó con las doctrinas extremistas que desde entonces se enseñaban en esa escuela de donde también egresaron quienes después se convertirían en guerrilleros: Lucio Cabañas Barrientos y Genaro Vásquez Rojas. Posteriormente y con el apoyo del ingeniero Norberto Aguirre, Álvaro, entró a la Universidad de Chapingo donde terminó sus estudios como ingeniero agrónomo, sin dejar de producir melodías novedosas que poco a poco se fueron conociendo hasta que alcanzó la fama.
Sentimientos de un niño
y madurez de un hombre
Álvaro Carrillo hizo una serie de apuntes autobiográficos y en una parte relata: “Soy oaxaqueño por nacimiento e hijo de crianza de la Costa Chica de Guerrero. Muy temprano despertó mi juventud y surgí a la adolescencia con los sentimientos de un niño y la madurez ardiente de un hombre del trópico”.
Continúa el apunte: “Mi espíritu se nutrió en la savia de la floresta, respirando el aire montaraz y arisco que abre el alma costeña a los silencios infinitos de una soledad cósmica haciendo más bravíos los fandangos y sofocante y cálido el estallido de los jolgorios; por eso todas mis composiciones y este canto a la Costa Chica tienen ese sabor tan especial de la región conservando los matices torrenciales de una escala musical de policromado colorido”.
Álvaro Carrillo fue un compositor por vocación quien trazó un nuevo camino dentro del género romántico, demostrando que las cosas se pueden decir sin vulgaridades; dulces, sin empalagues y tiernas sin llegar a la cursilería.
Aun cuando no todas sus composiciones tuvieron la misma popularidad, el autor supo que fueron grabadas 51 de ellas en las voces de notables cantantes de nuestro país y de todo Latinoamérica, incluyendo Brasil.
La inspiración de Álvaro Carrillo
Cada una de sus melodías fue inspirada en momentos felices o difíciles de su existencia. La que bautizó con el nombre de “Eso” se debió a un amor frustrado. Siendo estudiante en Chapingo viajó a Ometepec, Guerrero, se enamoró de “Gloria” y se la raptó llevándola a la ciudad de México hasta que días después llegaron los padres de la damita, le pusieron un pregón a Carrillo indicándole que se llevarían a su hija, sin importarles los ruegos de la pareja. No querían al novio por su físico de negro costeño y robusto. De ahí Álvaro compuso la melodía subrayando “fue maravilloso lo que te robé”. La dama vive, se casó y formó familia en Ometepec.
Por lo que se refiere a la chilena “Pinotepa” tuvo un origen diferente ya que en esos tiempos el cancionero laboraba en la Universidad de Chapingo de donde era funcionario el ingeniero Norberto Aguirre quien lo impulsó a conseguir el trabajo, pero como buen bohemio seguido faltaba hasta que fue advertido por don Norberto que si volvía a faltar que ya ni se presentara. Y que falta, llegando días después y ante la molestia de su jefe y protector con quien se justificó diciéndole que su inasistencia se debió a que estaba componiendo una melodía “dedicada a la tierra de usted, señor ingeniero y se llama Pinotepa”. Enseguida puso el casete y se escuchó la pegajosa música que fue del agrado del pinotepense y de ahí el compositor afianzó su popularidad y sus demás canciones se comenzaron a escuchar en el radio por todo el país.
Una de sus melodías fue titulada como “Dos Horas” y se debió a que cuando tuvo problemas familiares con su esposa, ambos llegaron hasta el juzgado civil donde el juez les dio dos horas para que arreglaran sus desavenencias. En ese tiempo compuso la sentida melodía y su esposa se olvidó del enojo.
Luz de luna y Puedo fallar
“Luz de Luna” que ha sido interpretada por notables artistas como Luis Miguel y Rocío Dúrcal, la compuso dentro de una celda. Resulta que en Chapingo se preparaba la cena del fin de cursos y estaba programado para amenizarla Álvaro Carrillo, pero sabiendo que era más fuerte su costumbre bohemia, que podía salir y no cumplir el compromiso, el director decidió encerrarlo en un cuarto como celda de cárcel con sus rejas, para liberarlo al iniciar el programa musical. Durante su encierro contemplaba la luna, se acordaba de su noviecita que lo estaría esperando y compuso la melodía con mucho sentimiento porque, además, sin quererlo, dejó plantada a la novia, a su “provincianita mía”.
“Puedo fallar” nació cuando Álvaro fue nombrado padrino de la generación saliente en la escuela secundaria “Benito Juárez” de Pinotepa Nacional. El viaje lo hizo el coche que falló a poco tiempo de llegar a su destino y mientras el mecánico hacía lo necesario para repararlo, el cancionero compuso la melodía “Puedo Fallar”. Al dar las explicaciones de su tardanza dijo a los muchachos que como regalo les había compuesto esa melodía, tomó su guitarra y la interpretó por primera vez. “Puedo fallar, pero nunca de mala intención…”
“Amor Mío” fue la melodía que le abrió las puertas de la popularidad, del éxito y la fama conquistado un lugar dentro de los compositores latinos, estando en la cima hasta que falleció en aquel lamentable accidente de carretera. Nació en la cuadrilla La Barrera perteneciente al municipio de Cacahuatepec, Jamiltepec, el 2 de abril de 1919. Fue autor de la composición “Adiós a Chapingo”, que se convirtió en el himno que cantan los alumnos cuando terminan sus estudios y dejan su colegio.
Álvaro Carrillo, el bohemio
Carrillo estuvo muy ligado a la ciudad de Oaxaca donde frecuentemente llegaba para celebrar su cumpleaños en la casa de la maestra Rosa Elia Añorve, ubicada en la Calzada Madero, donde interpretaba canciones tanto de las ya conocidas como otras que escuchamos, que eran inéditas y que seguramente ya no dio tiempo para ser grabadas por algún cantante.
Algo similar ocurría en Pinotepa Nacional, especialmente cuando coincidían el compositor y el ingeniero Aguirre, eran tardes bohemias que continuaban hasta altas horas de la noche. En el ambiente cálido y bohemio no se sentía el paso del tiempo.
Recordamos una anécdota ocurrida en Acapulco en una de las reuniones nacionales de turismo donde asistían gobernadores de diversas entidades. Era gobernador de Oaxaca el licenciado Fernando Gómez Sandoval. A la hora de la comida actuaron varios tríos y en un momento dado el maestro de ceremonias anunció que enseguida uno de ellos interpretaría la melodía “Sabor a Mí”, “del guerrerense Álvaro Carrillo”. Antes de que comenzaran a cantar se acercó al micrófono el gobernador de Oaxaca “para hacer una pequeña observación: que Álvaro Carrillo era orgullosamente oaxaqueño”. Los aplausos no se hicieron esperar y el locutor pidió disculpas.
En una de las últimas ocasiones en que llegó a esta ciudad para celebrar su cumpleaños dijo a los asistentes que su más reciente melodía se llamaba “Grito”. Tomó la guitarra y la interpretó, era tan hermosa como las anteriores. Al poco tiempo falleció el autor y nunca la volvimos a escuchar, ya que tal vez no dio tiempo que fuera grabada.
El compositor falleció junto con su esposa Ana María Inchaustegui Guzmán, en un accidente de carretera el 3 de abril de 1969: dejó más de 300 melodías a través de las cuales su recuerdo, perdura.
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Álvaro Carrillo Alarcón y su esposa Ana María Inchaustegui Guzmán; ambos fallecieron en un accidente carretero el 3 de abril de 1969. El recuerdo de este compositor oaxaqueño perdura en las más de 300 canciones que escribió.