Organizaciones: Ese lastre social
Cuando se padecen bloqueos en las calles o cierre de vialidades; cuando percibe la locura que ello genera en la antes vida tranquila y apacible de los oaxaqueños, a menudo nos preguntamos: ¿cuántas organizaciones sociales existen en la entidad, quiénes las manejan y cuáles son sus objetivos? Hay datos que las estiman en ciento cincuenta; otros en más de trescientas, con membretes similares y objetivos de carácter social, pero el directorio sigue creciendo. Cada vez aparecen nuevas. La gran mayoría han devenido grupos de presión y chantaje. Sus dirigentes encontraron un modus vivendi bastante rentable. Mueven a sus leales, exhiben fuerza vía acarreados, bloquean, secuestran empleados, cierran carreteras y hasta emplazan al gobierno con amenazas. La actual administración –y hay datos respecto a ello- entregó más de mil millones de recursos públicos, a una centena de estos grupos y sus dirigentes, de 2011 a 2013. Nos preguntamos: ¿con cargo a qué o bajo qué criterios se entregan cantidades millonarias a dichos grupos de presión, a fondo perdido? Y ¿a quién rinden cuentas sus franquicitarios, manejadores o manipuladores, habida cuenta de que es dinero público?
El mejor ejemplo lo tenemos hoy en la priista organización denominada “Antorcha Campesina”, que amenaza con seguir cerrando la Ciudad Administrativa y bloqueando los accesos hasta que el gobierno cumpla sus demandas. Pero como ésta hay muchas más, cuyos dirigentes mueven a sus incondicionales para obtener el botín de siempre: recursos para supuestos proyectos productivos, que seguramente lo son, en el bolsillo de los dirigentes. Decía el escritor Carlos Fuentes que la capacidad de autoengaño de los dirigentes sin escrúpulos, es infinita, y en México y en Oaxaca los tenemos por centenas. Se sabe que algunos de ellos y lo hemos dicho en otras ocasiones, viven como virreyes –como es el caso de Mariano Santana, dirigente de la COCEI- porque ahí le devuelven a la riqueza lo que le arrebataron a la necesidad. Lucran con la ignorancia; medran con la pobreza y chantajean al gobierno llevando por delante en sus manifestaciones y bloqueos a mujeres, ancianos y niños.
¿Qué mueve a las autoridades para caer en la trampa que les tienden estos falsos redentores sociales? ¿El miedo, la clientela electoral, el pago de favores? Es un acertijo. Lo cierto es que hay cientos de comunidades a las que no ha llegado ni una pizca del progreso, de los servicios médicos, de la modernidad, pues nuestro magro presupuesto estatal es sorbido materialmente por sujetos sin escrúpulos, a los que la sociedad civil, debe cuestionar y exigirles cuentas. Es evidente que la culpa no es de estos vividores de la limosna oficial, sino de quien les llena las manos a sabiendas de los llamados de angustia de muchos oaxaqueños que lejos de Dios y de las bondades gubernamentales, luchan por sobrevivir. ¿Para qué la inclusión de más comunidades en la Cruzada Nacional contra el Hambre, si ésta se puede paliar poniéndole un alto a tanto parásito que encubierto, en un membrete, en una supuesta causa social, sorbe lo poco que puede ser canalizado a la verdadera necesidad social? Para muchos oaxaqueños medianamente informados, ya es tiempo de que se adopten medidas, sobre todo iniciativas que pondere y apruebe el Congreso, para evitar que dinero público sólo sirva para engrosar cuentas privadas.