Agencias
Sobre el andamio, Cutberto revisa que todo esté en orden. Los cajones que arma para colar las cadenas tienen que quedar perfectos, alineados, fuertes y sin perforaciones. En la segunda planta, con los tímidos rayos del sol y un viento refrescante, “hoy es un día perfecto para trabajar”.
Son las 13:00 horas. Momento de la comida, “una coca o una chela no pueden faltar”. Gana 2 mil 500 pesos a la semana y trabaja por su cuenta. “No siempre hay chamba, cuando me va bien agarró una obra por destajo y cuando no, me voy de chalan ganando de mil 300 a mil 500 pesos, aunque soy albañil desde hace 15 años”.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), Oaxaca registra uno de los menores índices de personas que trabajan en el ramo de la construcción, pues con un 5 por ciento de su población ocupada en este rubro se posiciona en el último lugar de las 32 entidades federativas.
En un año, del 2016 al 2017, hubo un decremento del 15. 2 por ciento en cuanto a trabajadores de la construcción, pasando de 5 mil 85 a 4 mil 411.
Cutberto carece de seguridad social y no tiene papeles para laborar en una constructora: “A parte de que no me gusta, son muy estrictos y cuando trabajo por mi cuenta, si bien no pongo mis horarios, tengo más libertad, además de que te quieren pagar menos”.
Solo cursó la primaria y de planos no entiende nada; aprendió en el camino, en cada casa, en cada cisterna, en cada camino en el que ha trabajado. Sus tres hijas estudian, una en la primaria, otra más en la secundaria y la más grande por culminar la preparatoria.
Más que un profesionista
De acuerdo con datos del Observatorio Nacional, el salario promedio de un profesionista en Oaxaca es de 8 mil 761 pesos.
Cutberto gana 10 mil pesos mensuales, aunque no tiene acceso a ningún tipo de prestación social y el horario en el que trabaja es de 8:00 horas a 18 horas, con una hora de comida de lunes a sábado.
“Ganamos bien cuando hay chamba, pero no siempre hay, tenemos que ahorrar. Hay veces que nos quedamos sin ni un peso y entonces hay que buscarle”, resalta Cutberto mientras le ayuda a los chalanes a preparar la revoltura para el colado de la cadena.
Con la ropa llena de revoltura y lo zapatos mojados, esboza una sonrisa al escuchar que según el Inegi hay pocos albañiles en Oaxaca: “albañiles si hay, lo que no hay es trabajo”, afirma.
Aunque también acepta que al tratarse de un trabajo pesado, no todos se acostumbran, “prefieren irse a Estados Unidos, pero la necesidad es grande y nosotros tenemos que hacer este trabajo”.