Con su clásico estilo de “rock star”, o la versión norteña de “cinturita del barrio”, Javier Corral, el flamante “gober precioso” de Chihuahua se apersonó en la Ciudad de México para denunciar que “el gobierno federal busca estrangular económicamente al estado en represalia por las investigaciones que realiza la Fiscalía del Estado contra desvíos del ex gobernador priista Cesar Duarte”. Dijo que la Secretaría de Hacienda no depositó 700 millones de pesos con los que se concluiría el ejercicio fiscal 2017. Ya entrado en gastos, manifestó haberse reunido con el Secretario José Antonio González Anaya quien le expresó que la “falta de recursos” se debía a “la investigación que se sigue contra César Duarte y la detención de Alejandro Gutiérrez , ex Secretario General Adjunto del PRI por presunto desvió de recursos”.
Versión de Corral, que en términos de lógica elemental suena descabellada. No concibo a un Secretario de Estado haciendo tal “revelación”, de estar reteniendo recursos públicos a un Estado por motivos políticos y menos por los enunciados; máxime conociendo el protagonismo de “chivo en cristalería” del que ha dado reiteradas muestras tan insigne personaje; misma que fue desmentida vía un escueto comunicado por la SHCP que señaló “la programación, presupuestación y ejecución del gasto público se realiza bajo el principio de imparcialidad, por lo que no atiende en ningún momento a situaciones electorales, ni está sujeta a partido u organización alguna”. Ya en los puntos finos, se han ido conociendo detalles de incumplimientos de las normas burocráticas en que el gobierno de Chihuahua incurrió, aunque el hecho no deja de tener un cierto aroma de manipulación política.
“Haiga sido como haiga sido” –versión Felipe Calderón-; lo cierto es que Corral consiguió llamar la atención y subir el tema al debate nacional; tan es así que de forma inusual el propio Presidente de la República salió a responder los señalamientos hechos por Corral argumentando “lo que hoy recogí fue una conferencia de prensa que más parecía un acto político y auténticamente cargado de signo partidario. Entonces, ante ello, ante quien hace un acto partidario, el Presidente de la República simplemente se conducirá con su vocación democrática, con absoluta imparcialidad y apegado estrictamente a derecho”.
En la otra vertiente de los hechos; a la que ha sido vinculado Manlio Fabio Beltrones incluyendo –se ha dicho- hasta tres órdenes de aprehensión, éste respondió de forma categórica “He leído algunas versiones periodísticas que dan cuenta de que las autoridades del gobierno de Chihuahua pretenden involucrar a mi persona en hechos que me resultan ajenos y que, por tanto, desconozco. No tengo noticia alguna más que las que he leído en algunos medios de comunicación, versiones por cierto, muy alejadas de la realidad. Parece que esta época electoral, lamentablemente, da para eso y más. Confío en que los excesos no marquen la intensidad de la contienda política de este año. Es que precisamente en esta época electoral en donde es más fácil construir ficción para denostar, en donde deben hacerse respetar los derechos humanos y la fama pública. No puedo permitir que las autoridades del Estado de Chihuahua cometan un deliberado daño moral a las personas, intentando obtener notoriedad política u ocultar el desastre de inseguridad que ha marcado a la presente administración”.
Beltrones finaliza su manifiesto público manifestando que, ante la falta de certeza jurídica, recurrió al amparo de la justicia federal, para –para ripley aunque suele suceder- poder tener acceso al expediente y conocer de qué lo acusan. Publicada su posición el pasado lunes, ayer en el programa de Ciro Gómez Leyva el “Fiscal” de Chihuahua dijo que no había ninguna orden de aprehensión contra Manlio.
En este contexto, en el que Javier Corral dicta como el burro “conferencias magistrales sobre las orejas”; por supuesto olvida el desastre en que, en tan poco tiempo ha sumido al estado que “gobierna”, incluyendo -no porque lo diga Meade- el tema de la inseguridad, al que habría que agregar las descalificaciones que ha vertido a los deudos de las víctimas; olvida los vínculos de familiares con el crimen organizado; las malas artes de que se ha valido, incluyendo argucias legaloides para hacerse de posiciones políticas desplazando a sus “compañeros de partido”; olvida sus deudas por publicidad contratada que se negó a pagar hasta que un juez ordenó rematar un predio de su propiedad; olvida los millonarios recursos públicos, el uso utilitario de los programas del gobierno federal y las redes de espionaje del CISEN que dirigió con singular entusiasmo durante la campaña electoral de Gabino Cué, con quién después rompió cuando no le cumplió; olvida su historial de traiciones y vendettas que han marcado su trayectoria “política” al servicio de sus intereses, protagonismos y ambiciones personales.
En conclusión: en la trama de Javier Corral y su enfrentamiento con la Secretaría de Hacienda, en el contexto de la investigación que realiza el gobierno que encabeza, sobre la desviación de recursos públicos que –supuestamente- fueron a parar en campañas priistas hay que separar las aristas.
Lo primero es que, independientemente del tecnicismo de si los recursos que alega corresponden a partidas ordinarias o extraordinarias, lo cual explicaría gran parte del diferendo; su cuestionamiento, más allá de su protagonismo y proclividad a acusar sin probar; es un disenso que debe ser escuchado, respetado y atendido.
No obstante, cuando el Gobernador Corral afirma estar rompiendo con el pacto de impunidad, ojalá también ventilara las múltiples irregularidades que vino a cometer a Oaxaca para hacer –en mala hora- gobernador a Gabino Cué, o los acuerdos de los que ha formado parte dentro del PAN para proteger su espalda y la de sus compañeros de viaje, por cierto, siempre efímeros; o los motivos subterráneos e inconfesables que han generado, nuevamente, la irrupción de la violencia en Chihuahua. Esos pactos de impunidad se le olvidan al gobernador Corral. Lo que resulta, por decir lo menos, rarísimo.
Por su parte, apelando a la presunción de inocencia que todo ciudadano tiene sin importar ideología o condición social, Manlio Fabio Beltrones recurrió a la Justicia Federal; ayer el Fiscal de Chihuahua manifestó que no existe orden de aprehensión alguna en su contra. Si bien la política como diría uno de los clásicos “no es un bosque de unicornios azules”; Manlio Fabio Beltrones es un exponente de lo que era la buena política, incluyente, proclive al acuerdo, cumplirlos y guardarse los detalles, caballero y amigo.
El otro es Javier Corral, rompiendo –dice- un pacto de impunidad y perpetuando otros. La historia de su carrera política.
¿Alguien puede asegurar que esto ya está decidido?
RAÚL CASTELLANOS HERNÁNDEZ / rcastellanosh