Carlos CERVANTES
Oaxaca es tierra de temblores, los movimientos telúricos han sido cíclicos a través de los siglos según relata don Genaro V. Vásquez en una de sus “Obras Escogidas” donde nos ilustra con datos aportados por los historiadores Gracida, el Padre Gay y Burgoa, llegando a la conclusión que seguramente en algo han influido las estaciones del año. Pocos conocen los horrores sufridos por el pueblo oaxaqueño durante los sismos de siglos pasados.
Indica que existe un estudio que se refiere a los temblores ocurridos en nuestro territorio de 1507 a 1931, por lo que en ese lapso ocurrieron en invierno 81, en primavera 83, en verano 48 y en otoño 78 haciendo un total de 305, más otros 20 del año 1776 de los cuales no se tienen registradas las estaciones en que ocurrieron.
Desapareció el Convento de San Pablo
De acuerdo a lo anotado por el padre Gay, el 31 de diciembre de 1603 nuestra ciudad sufrió un terrible sismo que causó estragos en los edificios de entonces como el templo de los dominicos y el convento de San Pablo en pleno centro, quedaron muy maltratados al igual que el templo de La Compañía. Los primeros comenzaron las reparaciones, pero al siguiente año en marzo de 1604 sobrevino otro gran movimiento telúrico que dio al traste con todo.
Este sismo ocurrió a la misma hora del anterior entre nueve y diez de la mañana con una duración de ¡15 minutos! Los edificios cayeron por tierra en su mayoría y se formó una gran nube de polvo que envolvió a toda la ciudad. Esta vez el convento de San Pablo quedó en ruinas. La gente salía temerosa de sus casas que se caían mientras los perros aullaban y los cerros despedían un ruido inusual pues parecía que unos chocaban con otros.
Al quedar inhabitable el convento dominico la superioridad eclesiástica determinó que los novicios se trasladaran a Cuilapam y así lo hicieron caminando en dos hileras en un largo recorrido. Para los indios de esa población fue inolvidable el solemne canto que los jóvenes novicios entonaron al llegar al pueblo, dice el historiador.
Procesión con la
Virgen de la Soledad
Fue el 10 de marzo de 1727 cuando ocurrió otro gran terremoto provocando daños similares al anterior, todo ese día y los siguientes continuaron las réplicas como vaivenes ante el terror de la población que pasaba las noches en el llano de Guadalupe. El colegio de la Compañía y las bóvedas del templo quedaron tan cuarteadas que fue necesario demolerlas. Fue entonces cuando la población decidió sacar en procesión a la imagen de la Virgen de la Soledad. Precisamente el día 18 de este mismo mes estando ya formada la procesión sobrevino otro sacudimiento más violento que el anterior provocando que la gente corriera aterrorizada y abandonara la imagen. Finalmente se reinició el recorrido y fue nombrado San José como patrono de la ciudad contra los temblores.
Temblor y gran aguacero
El problema continuó con los años y el 30 de marzo de 1787 a las 11 de la noche se sintió otro gran temblor en la ciudad y pueblos circunvecinos tan fuerte y prolongado que la gente no podía detenerse en pie. Todavía no pasaba la alarma cuando al siguiente día cayó un fortísimo aguacero que causó el desmoronamiento de las casas que aún quedaban en pie, la mayoría de adobe. Entonces se corrió el rumor que había reventado un inmenso torrente de agua en el cerro de San Felipe. La gente se lanzó a todo correr al cerro de Monte Albán atravesando en medio de la lluvia el río Atoyac.
Poco después el 3 de abril de 1787, Martes Santo, a las diez de la mañana nuevamente se sintió otro demoledor sismo. Dice el padre Gay que el movimiento trepidatorio fue tan fuerte que las piedras saltaban del suelo y la gente apenas podía sostenerse en pie; los montes retumbaban y se desmoronaban cayendo sobre cañadas y barrancos con un ruido espeluznante; se desprendían grandes peñascos que hacían salir de sus cubiles a reptiles y fieras, lanzando horribles aullidos. A partir de esta fecha y durante 40 días más duraron las réplicas.
Los sismos de El Rosario y Santa Francisca
El 8 de mayo de 1854, otro movimiento telúrico, que también fue monstruoso quedó clasificado por la gente como el tercero de los que en el siglo XIX formaban época en los anales de la historia. Se referían además a los temblores del 5 de octubre de 1801 llamado “del Rosario” y el de marzo de 1845 llamado “de Santa Francisca”. Nadie se imaginaba que llegaría otro gran sismo el 11 de mayo de 1870 que fue más terrorífico que los anteriores. Contaban los antiguos que a las 11 y media de la noche con una luna espléndida y un cielo apacible sin algún signo como el halo de la luna u otros, se dejó sentir el movimiento telúrico. Los daños fueron muy graves especialmente en templos católicos.
Los temblores de 1928, 1931y 2017
Los sismos ocurridos en 1928 marcaron la ruina del Palacio de Gobierno y muchos edificios más, pero el 14 de enero de1931 a las once de la noche nuevamente otro temblor sacudió a la ciudad de Oaxaca con daños muy graves, siendo entonces cuando la mayoría de templos se quedaron sin sus campanarios y se cayó el Palacio de Gobierno. Colapsó todo el corredor sur del panteón de San Miguel en cuyos nichos yacían cientos de cadáveres que quedaron expuestos. El delegado de la Secretaría de Salubridad, doctor José E. Larumbe, ordenó incinerar esos restos mortales, varios de ellos momificados, como el de un militar que aun portaba elegante uniforme con sus condecoraciones. No sufrieron daños graves el teatro Luis Mier y Terán (hoy Alcalá) ni el templo de Santo Domingo. El 95 por ciento de casas quedaron inhabitables. Nuevamente fue sacada en procesión la imagen de la Virgen de La Soledad y muchas familias emigraron a la ciudad de México.
El primero en llegar a esta ciudad fue el general Lázaro Cárdenas, presidente del comité pro damnificados y presidente del CEN del PNR, antecesor del PRI. El pasado 7 de septiembre de este año se sintió el primer gran sismo del siglo, que devastó a Juchitán y gran parte del Istmo, así como otras regiones de la entidad.
No hay que descartar el ocurrido el 19 de septiembre de 1985 que aun cuando la mayor destrucción la provocó en el Distrito Federal, nuestra ciudad también sufrió severos daños sin parangón con los movimientos anteriores. De manera coincidente el 19 del presente mes de septiembre, 32 años después, un sismo originado en el estado de Morelos nuevamente arruinó muchos edificios en la ciudad de México y provocó daños graves en otras entidades vecinas. Se sintió con fuerza en Oaxaca.
De tal manera que nuestra ciudad y otros puntos de la entidad han sufrido sismos aterradores a través de los siglos y seguramente continuarán. El más reciente aun cuando de menor intensidad fue el 19 de septiembre del presente año 2017.