En este pueblo de pescadores no llega la ayuda ni del gobierno ni de las empresas eólicas, la gente se debate entre su tragedia y entierra a sus muertos; más de la mitad de las viviendas tienen afectaciones
Luis RAMÍREZ / Enviado
UNIÓN HIDALGO.- Al dejarse escuchar las notas del Son de los Pescadores, la tristeza crece, la piel se eriza y las lágrimas brotan, escurren sobre las mejillas sin poder contenerse.
Aparece el ataúd que lleva los restos de doña Carmen Martínez de la Cruz y lo colocan frente a lo que fue su casa y que hoy son sólo escombros.
Ahí la despiden, sus hijos y familiares no pueden más con el dolor y sueltan en llanto.
A unos cuantos metros observa don Gregorio, el esposo, quien en su cara lleva las marcas de los golpes que recibió esa noche cuando la tierra se estremeció.
Las notas del Son de los Pescadores se siguen escuchando. Y es que aquí en este pueblo de pescadores ese son es su himno.
Don Gregorio fue uno de esos hombres que durante muchos años por la madrugada se tiraba a la mar para ir en busca del alimento. Hoy tiene 91 años y ya no puede hacerlo.
Uno de sus hijos, Cecilio Juan Martínez relata que en esa vivienda de la calle 21 de Marzo, al momento del sismo estaban su hermano Lorenzo y sus padres.
“El evento fue rápido, no pudimos levantar las cosas. Estaban durmiendo y aparte mi mamá a sus 92 años ya no pudo hacer nada”, dice.
Lorenzo Juan Martínez, de 63 años, no alcanzó a salir, una viga le cayó en la espalda y lo aplastó. Murió al instante.
Entre el movimiento de la tierra, Don Gregorio pudo salvarse, pero su esposa no, quedó sepultada en la misma cama donde dormía.
Una vez que la tierra se detuvo, Cecilio como pudo empezó a quitar los escombros y sacó a su madre, quien recibió muchos golpes en el cuerpo.
Apenas el domingo, Cecilio enterró a su hermano Lorenzo. Su mamá murió tres días después y hoy (lunes) la está enterrando.
Hasta ese momento, Cecilio sólo había recibido dos litros de agua, un litro de aceite y arroz que le envió la autoridad municipal.
Han transcurrido cuatro días desde el terremoto y en la casa de Cecilio donde hubo dos personas muertas no había llegado la ayuda.
“Nadie ha venido, ni Protección Civil, el apoyo lo seguimos esperando, no sabemos para cuando”, comenta Cecilio.
Deja la entrevista y se va a cargar el ataúd para colocarlo en la camioneta que llevará los restos al panteón.
Suenan las notas de Amor Eterno y el cortejo fúnebre parte a darle el último adiós a doña Carmen.
No llega la ayuda
Han transcurrido más de 72 horas del sismo, la ayuda oficial a los damnificados en la cabecera municipal, no ha llegado. Esta localidad, una de las más afectadas en la región del Istmo, prácticamente se encuentra en el abandono.
No hay agua potable. El servicio de energía eléctrica se ha restablecido poco a poco en algunos sectores de la localidad y no hay brigadas de suministros de insumos básicos ni de atención a la salud que visiten a los afectados en las inmediaciones de sus viviendas destruidas.
Unión Hidalgo sufre una de las más grandes paradojas que arroja la situación: es el primer municipio generador de energía eléctrica, a través de cuatro parques eólicos, pero desde el jueves por la noche no hay suministro eficiente de la energía.
“No estamos viendo por ningún lado el compromiso ofrecido por las trasnacionales, las que asentaron sus parques eólicos en esta localidad bajo el compromiso de generar bienestar a la comunidad. Necesitamos a las transnacionales, pero no se han hecho presentes con ningún tipo de ayuda”, se queja Laureano Toledo López.
Una pesadilla
En este municipio fallecieron ocho personas a causa del terremoto y más de 60 lesionados fueron atendidos la noche del sismo.
En Unión Hidalgo hay un total de 4 mil 500 viviendas, de las cuales al menos dos mil 100 tienen afectaciones.
Casi mil 500 casa fueron afectadas en su totalidad y unas 800 viviendas tendrán que demolerse, indica Ubicelio López Castillo, coordinador municipal de Protección Civil de Unión Hidalgo.
Precisa que las mayores afectaciones se registraron en la quinta sección donde se encuentra los barrios Pescadores y Coheteros, pero en todo el pueblo hay daños.
Anticipa que el Palacio Municipal se va a demoler porque tiene serias afectaciones y de los 12 templos católicos que hay en la comunidad, todos están colapsados.
En Unión Hidalgo, la Coordinación Municipal de Protección Civil la conforman únicamente dos elementos, Ubicelio como coordinador y su suplente. No tienen herramientas ni mucho menos vehículos.
Ubicelio y su compañero no han dormido desde la noche en que se sacudió la tierra, han estado atendiendo a los damnificados como pueden.
La Escuela Primaria “Benito Juárez, que se encuentra en el centro de la población ha sido habilitada como albergue. Ahí se ha instalado una cocina que es atendida por personal del DIF y elementos del Ejército Mexicano.
“Tenemos una situación devastadora, nuestra población está en zozobra, hay muchos damnificados”, señala Ubicelio, quien hace un enérgico llamado a las autoridades estatales y federales para que los programas de reconstrucción que pongan en marcha lleguen pronto a Unión Hidalgo.
No es posible, dice, que el gobernador (Alejandro Murat) y Rosario Robles (Titular de Sedatu) digan que la reconstrucción de Unión Hidalgo va a tardar, “entonces qué va a hacer esa gente que se quedó sin casa, sin nada”.
Apenas hasta el lunes (de la semana pasada), comenta, llegaron a este municipio istmeño brigadas de la Unicef, de la ONU y de muchas otras partes, pero del gobierno casi no hay apoyo.
Ubicelio López Castillo lamenta que ciertos funcionarios han aprovechado la tragedia para levantar banderas políticas.
Unión Hidalgo está lastimado, se está desangrando y no se vale que haya quien pretenda sacar raja política de esta situación, concluye.
