El terremoto de 8.2 grados en la escala de Richter que azotó al sureste del país la noche del jueves 7 de septiembre, dejó en ruinas a este municipio donde todo o casi todo está destruido
Luis RAMÍREZ / Enviado
ASUNCIÓN IXTALTEPEC.- Don Vicente observa triste cómo la retroexcavadora demuele su vivienda.
Suspira. Con los ojos rojos a punto del llanto cuenta que el patrimonio que hizo en toda una vida se acabó en unos cuantos segundos.
El terremoto de 8.2 grados en la escala de Richter que sacudió al sureste del país pero que golpeó sin clemencia al Istmo de Tehuantepec, la noche del jueves7 de septiembre, dejó su casa con severos daños. Inhabitable.
El domicilio de don Vicente está ubicado en el predio número 18 de la calle Vicente Guerrero. La vivienda era de dos pisos, pero poco a poco es reducida a escombros por la pala mecánica.
Don Vicente Altamirano Montaño, un maestro jubilado, de la tercera edad, se cubre con un sombrero y el rostro con un paliacate blanco para no respirar el polvo que inunda el ambiente.
A cada golpe que asesta la pesada máquina siente que se le desgarra el alma. Se hace fuerte, contiene las lágrimas, apenas y habla.
Recuerda cuando puso los cimientos de su casa en 1975; posteriormente, construyó la primera planta y, luego, vino el segundo piso.
Hoy don Vicente se ha quedado sin nada y a pesar del difícil momento que vive se consuela porque entre su familia no hubo víctimas. Saca fuerza de la flaqueza y dice que está dispuesto a empezar de nuevo aunque sea… con una casa de lámina.
El desastre
La magnitud del desastre en Asunción Ixtaltepec es tal que se asemeja a lo que se vive en Juchitán de Zaragoza, considerado el epicentro de la tragedia, distante a sólo 15 minutos de este lugar.
Al caminar por las calles de esta devastada comunidad se observa el tamaño de la catástrofe: todo o casi todo está destruido: viviendas colapsadas, edificios públicos severamente dañados, escuelas averiadas, templos religiosos a punto de caer.
Hay cuadras enteras donde las viviendas, edificios o locales comerciales están caídos. Por todas partes hay destrucción… es una ciudad en ruinas.
Adolfo Guzmán, un joven vecino de Ixtaltepec estima que probablemente el 80 por ciento de las viviendas está colapsada sino es que más.
“Estaríamos hablando que el 80 por ciento de casas ya no es habitable, otro 10 por ciento necesita una buena reparación y un 10 por ciento más se salvaron completamente”.
Adolfo, quien recorre la población en un viejo Volkswagen para brindar ayuda a sus paisanos no es irresponsable en las cifras que da. La realidad así lo demuestra.
De acuerdo con datos oficiales, en este municipio 10 personas perdieron la vida a causa del movimiento telúrico. Hay dolor, luto, impotencia y lágrimas, muchas lágrimas.
Entre la población hay pánico porque han transcurrido cuatro días desde la noche del terremoto y sigue temblando. Al sismo de 8.2 grados le han seguido cientos de réplicas; algunas imperceptibles, otras fuertes.
Hay familias que lo perdieron todo, sólo se quedaron con la ropa que traen puesta, duermen en la calle bajo improvisados techos de hule. Comen lo que les llevan personas generosas porque la ayuda oficial está ausente.
Muchos tienen sus casas en pie pero con algún tipo de afectación y prefieren dormir afuera; primero, por temor a que la tierra vuelva a sacudirse y, segundo, para cuidar las cosas de valor que hay adentro y que desean rescatar.
Los daños son muchos, imposibles de cuantificar. Ixtaltepec, la tierra del “Cerro Blanco”, de los alfareros, de las mujeres alegres, del pozol el alimento sagrado para su gente, parece una ciudad bombardeada.
El puente Ixtaltepec está destrozado. Unas cintas amarillas indican que está cerrado el paso, pero aún así la gente cruza. Es la principal vía que comunica a los municipios aledaños como Ciudad Ixtepec, El Espinal o Juchitán.
Desde la noche que azotó el terremoto, el único acceso es el puente nuevo que se encuentra a unos metros adelante, también sobre el río Los Perros.
A unos pasos del puente afectado hay una casa que fue de dos pisos, la primera planta desapareció. Más adelante, frente al parque central, sólo quedan escombros de lo que fue la Farmacia “Principal”.
Tras el intenso movimiento telúrico del jueves, el palacio municipal sufrió graves cuarteaduras; tendrá que ser demolido. El edificio fue construido hace más de cien años y remodelado en el trienio pasado.
Cuadros de los principales personajes de la Independencia (Hidalgo, Morelos, Allende, Josefa Ortiz de Domínguez) penden de los muros del edificio en ruinas y otros arreglos colocados en la parte superior anunciaban las fiestas patrias que no habrá en este lugar.
La parroquia de la Virgen de la Asunción –el templo más antiguo del Istmo de Tehuantepec, dicen sus pobladores—sufrió severos daños, una de sus torres y una capilla se vinieron abajo y dejaron atrapado al párroco del lugar durante casi 12 horas.
Conforme se avanza por las calles de Ixtaltepec el panorama es aún más desolador. La Casa del Pueblo, uno de los edificios históricos más importantes, prácticamente se derrumbó.
El inmueble guardaba entre sus paredes parte de la historia de Ixtaltepec. Por sus aulas pasaron muchos ixtaltepecanos. Ahí, dicen los vecinos, se formaron muchas generaciones que sacaron adelante a su pueblo.
La construcción de ese edificio comenzó en 1910 al conmemorarse 100 años de la Independencia de México, por eso lleva el nombre de “Centenario”.
A un costado de la Casa del Pueblo, otra vivienda no soportó el embate del terremoto y quedó reducida a escombros. Es la Casa Histórica, como aquí llamaban a ese inmueble donde pasó su infancia el ex gobernador Pedro Vázquez Colmenares, quien más tarde la ocupó como alojamiento durante su campaña a la gubernatura.
En esa vivienda, construida en 1870 también estuvo el general Lázaro Cárdenas del Río durante su paso por el Istmo de Tehuantepec. Es ahí, relata, Adolfo Guzmán, el joven habitante que esboza la historia de este municipio, donde el Presidente Cárdenas definió la construcción de la presa “Benito Juárez”.
“El terremoto acabó con toda nuestra historia. Lo histórico se ha ido, perdimos todo lo histórico de Asunción Ixtaltepec. Es terrible nuestra situación”, asegura Adolfo, quien observa con asombro la tragedia que hay a su alrededor.
Fluye la ayuda
Independencia, la principal avenida de Ixtaltepec, se encuentra devastada, al igual que otras tantas calles aledañas. En lugar de automóviles circulan camiones de volteo y maquinaria pesada que se encarga de tirar las casas dañadas que quedaron en pie y retirar los escombros.
Conforme pasa el tiempo, un mayor número de casas son demolidas, los camiones materialistas no se dan abasto para acarrear las toneladas de escombro. Nubes de polvo inundan esta comunidad y el ruido de las máquinas es ensordecedor.
El movimiento es intenso. El Plan DN-III-E de auxilio a la población civil en casos de desastre está en marcha y decenas de elementos del Ejército Mexicano están desplegados por el municipio.
Socorristas de la Cruz Roja, enfermeras y doctores del sector Salud recorren las calles de esta población con el poco material disponible que cuentan de curación para atender a mucha gente que está lesionada o que sufre de crisis nerviosa.
Hasta esta comunidad ha llegado una brigada compuesta por 41 enfermeras, 15 médicos y algunos ingenieros del Instituto Politécnico Nacional, coordinada por el director de la Escuela Superior de Medicina del IPN, Eleazar Lara Padilla para sumarse a las tareas de auxilio a la población.
La brigada del IPN trae un poco de medicamentos y material de curación en general. Toma como base Ixtaltepec y de este lugar salen en grupos a recorrer diversas comunidades donde se reportan afectaciones.
Es el cuarto día después de la tragedia. La ayuda empieza a fluir, llegan camionetas cargadas de despensas, agua y colchonetas que son entregadas a los damnificados.
Sin embargo, toda la ayuda que llega de maquinaria, víveres o atención médica es insuficiente para atender la magnitud del desastre.
El secretario municipal del Ayuntamiento, Rafael Omar Castillejos Toledo se niega a comparar las afectaciones registradas en este lugar con las de Juchitán de Zaragoza. “Juchitán tiene sus particularidades, Ixtaltepec se cuece punto y aparte”, aclara.
De los muertos, comenta que tienen “un pequeño registro” de 10 personas fallecidas confirmadas, “creemos que ya no hay más víctimas”. Aclara que no hay desaparecidos y admite no tener el dato del número de lesionados.
Sobre los daños a inmuebles, dice que aún se está generando el censo, se está haciendo una evaluación calle por calle en las siete secciones que conforman la cabecera municipal y en las 13 agencias, para dar datos correctos, porque “no me gustaría hacer cálculos irresponsables”.
Castillejos Toledo asegura que Ixtaltepec fue el primer municipio que brindó atención a sus lesionados, minutos después del terremoto, gracias a que tiene una Unidad Básica de Rehabilitación que funciona las 24 horas.
Admite que aún cuando la atención fue inmediata no se dieron abasto para atender a todas las personas lesionadas y si en ese momento había un poco de medicamentos, ahora enfrenta una crisis por la falta de éstos.
El servicio de energía eléctrica se restableció en el municipio hasta la noche del sábado, mientras que el abasto parcial de agua potable inició al segundo día de la tragedia y hasta el momento no se ha normalizado.
Una y mil historias
La de don Vicente es apenas una de las muchas historias que empezaron a escribirse en este municipio desde la noche del jueves 7 de septiembre.
Hay una cuadra de la avenida Morelos, entre Melchor Ocampo y Galeana, donde al parecer no pasa nada, sólo se ve a sus moradores reunidos en la calle o en los patios de sus viviendas. Todas las casas están en pie, pero la gente dice que casi ninguna es habitable, todas están dañadas.
En esa cuadra hay un callejón, de primera vista parece que la familia está tomando el fresco a media calle, pero al avanzar unos metros adentro se puede observar la tragedia: todas las viviendas están colapsadas.
Aristeo Cruz Ordaz, un hombre de tez morena, cabello desaliñado y en short, comenta que ahí vivían tres familias, la de él, sus hermanos y sus papás. Lo perdieron todo hasta el horno donde cocían el pan.
Dice que su familia vivía de la panadería desde hace más de 50 años, ahora no sabe qué van a hacer porque lo perdieron todo, se quedaron sin nada, sólo pide que el gobierno no los deje desamparados.
Más adelante, en el número 28 de la calle Vicente Guerrero hay una casa bonita, de reciente construcción que contrasta con la mayoría de viviendas de adobe y techo de dos aguas con tejado que hay en la zona.
El propietario de esa vivienda, Wilbert García Cruz observa a los reporteros, no se atreve a hablar. Su expresión es triste y de preocupación.
–¿A usted le fue bien, no le pasó nada a su casa?, pregunta el reportero.
–Pásele por favor, pide.
Adentro, Wilbert muestra los daños, fisuras en las paredes de todo el primer nivel. Un primer dictamen es que puede repararla pero bajo su responsabilidad.
Wilbert ya no está a gusto y dice que llegó al acuerdo con su esposa de tirar la casa porque está muy dañada y ya no podría sentir seguridad de vivir en ella.
Hace 12 años la pareja, él empleado administrativo y ella maestra, pidieron un préstamo al Fovissste de un millón y medio de pesos; poco a poco empezaron a construir su casa.
Apenas hace tres meses terminaron la segunda planta, aún faltaban algunos detalles para poder habitarla. Hoy se quedaron sin casa y con la deuda del préstamo que aún siguen pagando.
“Vino el terremoto y en menos de dos minutos acabo con nuestro patrimonio que hicimos a lo largo de 12 años”, concluye.
“Aquí la pregunta es qué va a pasar en 15 días o en un mes cuando se acabe la novedad nacional y se acaben las despensas, se acabe el apoyo, qué va a pasar con todas las personas que no tienen ni donde vivir. Hay quienes no tienen ni para pasar el día y hoy no tienen casa”, reflexiona Adolfo Guzmán.
Este pueblo donde corre la sangre zapoteca, donde las mujeres visten orgullosas sus huipiles bordados, la tierra de Chu Rasgado, está herido pero no muerto.
Ixtaltepec ha demostrado muchas veces que puede trabajar en equipo, que sabe trabajar en equipo y que vamos a levantarnos en equipo, asegura convencido Rafael Omar Castillejos Toledo.
Ixtaltepec, afirma, ya está trabajando, ya está caminando para ponerse de pie; el tiempo, no lo sabemos…