Pese al caos por los constantes bloqueos y protestas en la ciudad de Oaxaca y municipios conurbados, cientos de ciudadanos mostraron ayer su rechazo a la falta de actuación de los elementos de seguridad para preservar el orden.
Los cuerpos policiacos no sólo permitieron el secuestro de unidades de transporte urbano y de empresas comerciales, sino también el bloqueo en al menos cinco vialidades de la capital por maestros de la Sección 22 del magisterio oaxaqueño y egresados normalistas.
Aunque en algunas calles aledañas a las protestas se observaba la presencia de patrullas de la Policía Estatal, ningún elemento pudo evitar la afectación de cientos de oaxaqueños por más de 10 horas.
Mientras que en otras ocasiones los policías han retirado los bloqueos de normalistas frente a la terminal de autobuses ADO, desde el lunes en la noche permitieron que los manifestantes afectaran a los capitalinos.
“No es posible que Oaxaca esté así; me da mucha tristeza. No hay ni un solo policía que nos dé seguridad para pasar por el lugar donde sólo se observan encapuchados”, dijo Cecilia Vásquez, jubilada y ama de casa.
Por redes sociales, los oaxaqueños mostraron también su impotencia al caos en la entidad oaxaqueña y la falta de solución al conflicto en la Villa de Zaachila, que ha dejado a miles sin el servicio de recolección de basura desde hace nueve días.
De los avances en la solución a la problemática en ese municipio, tanto autoridades de la Secretaría de Seguridad Pública (SSPO), como de la Secretaría General de Gobierno (Segego) y la Fiscalía General de Oaxaca, se mantienen en el discurso de agotar el diálogo con mesas de negociación.
Las autoridades se han limitado en señalar si se aplicará la ley contra aquellos que ocasionaron la quema de 50 casas durante el enfrentamiento del 3 de julio, entre habitantes de la agencia Vicente Guerrero y la organización “14 de junio”.
Para no entorpecer las mesas de diálogo y las investigaciones, tampoco han señalado las fechas de las denuncias de secuestro y homicidio en contra de los dirigentes de la organización, por quienes se ofrece una recompensa de un millón de pesos.