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Cotzocón, crónica de la ineptitud

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Un operativo impecable hecho desde un escritorio resultó un fracaso que costó la vida de cuatro policías y cinco civiles, producto de la improvisación y del desconocimiento de las estrategias policiacas más elementales. Intereses caciquiles provocan el desplazamiento de cientos de mujeres, niños, hombres, ancianos. El miedo y la zozobra imperan en un municipio de indígenas mixes, cuya etnia se jacta de ser indomable

 Luis RAMÍREZ

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7_0La orden fue tajante desde la Secretaría de Seguridad Pública del Estado:

“Tienen que ingresar a las 3 horas al pueblo (SanJuanCotzocón)y a las 5 horas emprenden la retirada con los detenidos”.

El ingreso tenía que ser durante la madrugada para evitar contratiempos o un enfrentamiento con los pobladores. Todo falló, no se respetaron los protocolos.

El operativo policiaco a la región Mixe estaba programado para el amanecer del lunes 9 de junio, pero por cuestiones del destino se pospuso tres días después. Asuntos de “seguridad”, argumentaron los mandos.

Todala estrategia se diseñó desde el confort de un escritorio del cuartel general de la Policía Estatal Preventiva en San Bartolo Coyotepec. Estuvo a cargo del comandante de la Agencia Estatal de Investigación (AEI), Rafael Vázquez Tadeo.

Vázquez Tadeo es un agente investigador de toda la vida. Actualmente está comisionado como responsable del área de Inteligencia de la Policía Estatal.

El objetivo era cumplimentar 20 órdenes de aprehensión libradas por el Juzgado de Garantías Tuxtepec, para detener sobre todo a Gorgonio Tomás Mateos, quien perdió la elección por la presidencia municipal y cuyos seguidores mantienen tomado el Palacio Municipal de San Juan Cotzocón desde el pasado 1 de enero.

Cotzocón es un pueblo que se jacta de ser indomable, donde sólo los intereses caciquiles han logrado desplazar a cientos de mujeres, niños, hombres y ancianos.

 

Rumbo al matadero

 

Los elementos de la policía estatal y de la agencia de investigación fueron concentrados en el cuartel de San Bartolo Coyotepec la tarde-noche del martes 10. Ahí se conformaron 12 grupos de 10 preventivos y ocho ministeriales.

Llevaban cuatro guías, pobladores de Cotzocón, quienes señalarían los domicilios donde se ejecutarían las órdenes de aprehensión.

De acuerdo al plan, el grupo de ministeriales adscrito a la subprocuraduría del Istmo de Tehuantepec llegaría directamente a Cotzocón en apoyo al contingente.

Unos minutos antes de las 9 de la noche el personal de la policía estatal abordó las unidades Kodiak que los trasladó a Cotzocón.

Lloviznaba, los elementos se cubrieron con sus mangas. Entre ellos pasaron inadvertidos los cuatro guías, que iban uniformados y con el rostro cubierto.

A las diez y media de la noche partió el impresionante convoy al mando del comisionado de la Policía Estatal Preventiva, Cuauhtémoc Zúñiga Bonilla y del coordinador de la AEI, Jaciel Salvador Vázquez Castro. Acompañaban al contingente, visitadores de la Defensoría de los Derechos Humanosdel Pueblo de Oaxaca.

Al frente iban patrullas con elementos de la Agencia Estatal de Investigación, los únicos que portaban armas.

Atrás, en los camiones Kodiak viajaban en su mayoría agentes viales y policías auxiliares, todos desarmados y sin experiencia para este tipo de operativos. Sólo llevaban algunos escudos, toletes y gas lacrimógeno.

Sabían que iban a una comisión pero no sabían a dónde. No imaginaban la tragedia que les esperaba.

 

Camino a ciegas

 

El convoy avanzó.El acceso principal por María Lombardo de Caso estaba cerrado, por eso la orden fue entrar por San Pedro y San Pablo Ayutla, a donde llegaron alrededor de la 1:30 de la madrugada e hicieron una breve parada.

Una pertinaz lluvia acompañó al convoy en su incursión por la sierra Mixe. Exploraron palmo a palmo el camino para evitar sorpresas.

Ya entre los agrestes cerros se dio la orden a todas las unidades de apagar las luces para no alertarde su llegada. En ese paraíso de oscuridad empezó el calvario.

La velocidad disminuyó, entre la lluvia, la neblina y la oscuridad, los conductores adivinaban el camino para sortear los voladeros.

En los camiones se respiraba un ambiente lúgubre, envuelto en un aura triste. Se entrecruzaban miradas tristes, de preocupación, de incertidumbre, como si adivinaran lo que iba a pasar.

El convoy llegó a su destino a las 5 de la mañana, dos horas después de lo programado.

Varios metros antes de entrar al municipio fue detectado un retén. Cadenas impedían el acceso. Un grupo de policías estatales tomó por sorpresa y detuvo a unas 15 personas que resguardaban el lugar, a quienes decomisaron armas y radios de comunicación.

Conforme avanzaba, el contingente empezó a ser agredido. Había disparos desde el cerro para amedrentar. La orden del comisionado fue detener a toda persona que estuviera bloqueando el acceso al pueblo, pero sobre todo a quienes estaban en el Palacio Municipal.

Las unidades se dirigieron al Palacio Municipal donde detuvieron a otras 60 personas que cuidaban el inmueble. Los policías impidieron que tocaran las campanas de la iglesia para alertar a la población.

A partir de ese momento todo fue confusión y desorden.

 

La masacre

 

Apenas clareaba cuando los ministeriales cumplieron a cabalidad la instrucción. Penetraron a las casas, detuvieron a hombres de todas las edades.

La irrupción de la policía causó temor, pánico y rabia entre los habitantes, que fueron acorralados, golpeados y tomados como rehenes.

Los cinco vehículos Kodiak empezaron a llenarse con los detenidos. Fueron subidoshasta quienes sólo estaban en el lugar por obra de la casualidad, entre ellos 10 menores de edad.

Entre la confusión, tres ministeriales, acompañados de un guía, se dirigieron a unas tres cuadras del Palacio Municipal.

Entre bajadas y callejones encontraron un pequeño retén que resguardaba el domicilio de Gorgonio Tomás Mateos, a donde iban a ejecutar una orden de aprehensión. Tras un altercado, los agentes dispararon al aire para abrirse paso.

Avanzaron sólo dos agentes y el guía, el otro elemento retrocedió invadido por el temor. Apenas habían avanzado unos cuatro metros cuando se volvieron a encontrar a otro grupo de personas, quedaron en medio y empezaron a ser golpeados.

Uno de los agresores le quitó el pasamontañas al guía y al darse cuenta que eraBenerando Miguel Blas, vecino del lugar, le asestaron varios machetazos hasta matarlo.

El elemento de la ministerial  Carlos Salinas García vio horrorizado lo que hacían al guía. Entre su inconciencia cuando intentó ponerse de pie le dieron un machetazo en la boca que le desprendió la mandíbula, otro en el cuello y uno más en el estómago.

Su compañero Fidel Martínez Santiago gritaba y suplicaba pero corrió la misma suerte.

El agente que logró ponerse a salvo regresó como pudo hasta el Palacio Municipal e informó a sus superiores, de lo ocurrido.

Hasta después de unos 40 minutos, el responsable de la comandancia regional de la AEI en el Istmo de Tehuantepec entró al lugar para rescatar a sus dos elementos. Fue recibido a balazos. El ambiente se inundó de olor a pólvora y cerca, muy cerca se escuchaban detonaciones de R-15 y AK-47 que provenían del cerro.

Los agentes respondieron, se suscitó el primer enfrentamiento. Eran como las 6:30 de la mañana.

Las gotas de sangre que conducían del lugar de la agresión a una vivienda, sirvieron de pista muchas horas después para que fueran localizados los cadáveres de los agentes ministeriales.

Los Kodiak ya estaban llenos de detenidos, pero entre ellos no estaba Gorgonio ni su gente.

 

Un largo paseo

 

El operativo prácticamente había concluido. El convoy se dirigió a María Lombardo para presentar a los detenidos ante el Ministerio Público, pero como a un kilómetro de la salida del pueblo estaba un árbol derribado sobre el camino, que impedía el paso.

Un grupo de policías estatales bajaron de las patrullas para despejar el camino, sin darse cuenta que sólo era un distractor. Estaban en medio de una emboscada.

En ese momento empezaron los disparos contra la policía. Reynaldo Palomec Canseco fue el primero en caer al recibir un disparo en el pecho. Los ministeriales respondieron y se registró un segundo enfrentamiento. Eran minutos después de las 7 de la mañana.

En ese momento, otra patrulla regresaba a la ciudad de Oaxaca para dar el parte informativo de lo ocurrido. Salió por la misma ruta donde llegó el convoy. También desde el cerro emboscaron a los ocupantes de esa unidad.

Una bala estalló en el cráneo del policía estatal Jeremías Toledo Castro, recién egresado de la academia de policía, con apenas 15 días de servicio, estaba comisionado en Huajuapan de León.

También la carrera policial de Juan Miguel Cruz Zárate terminó aquella mañana en San Juan Cotzocón.

El resultado de la incursión policiaca en un territorio jamás conquistado: al menos 11 muertos, ocho heridos y más de 160 detenidos.

Fue un rojo amanecer que cobró la vida de los hermanos Procopio y Hermelando Julián Francisco, así como de Norberto Manolo Ventura y Alicia Cruz, quien murió por un paro cardiaco, todos ellos, seguidores de Tomás Mateos.

A la lista de las víctimas se suman los nombres de los policías estatales Jeremías Toledo Castro y Juan Miguel Cruz Zárate y de los elementos de la Agencia Estatal de Investigación Fidel Martínez Santiago y Carlos Salinas García. También el de Venerando Miguel Blas, residente de San Juan Cotzocón, quien sirvió de guía.

Extraoficialmente se informó que en el hospital falleció otra persona y un cuerpo fue encontrado días después en inmediaciones donde se registró uno de los enfrentamientos.

Al llegar a María Lombardo, el agente del Ministerio Público se negó a recibir a los detenidos. Después de un largo paseo fueron llevados a Tuxtepec, donde fueron puestos a disposición del representante social.

Muchas horas después, peritos, médicos legistas, escoltados por elementos policiacos y militares llegaron a San Juan Cotzocón para realizar el levantamiento de los cadáveres.

En lo alto del Palacio Municipal, ya en poder de la policía, estaba una pancarta que rezaba: “Gente de Gabino Cué asesina en Cotzocón”.

Hoy San Juan Cotzocón está sitiado por elementos del Ejército Mexicano, policías estatales y efectivos de la Agencia Estatal de Investigación, algunos de ellos en paro de brazos caídos. La tensión, el miedo y la zozobra rondan las calles de ese indomable pueblo Mixe.

 

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