Mientras decenas de automovilistas, transeúntes y vecinos de la zona tiran basura en las inmediaciones del Monumento a la Madre, niños en situación de calle se han convertido en un ejemplo de no dejar desechos en la vía pública.
Los menores de edad que desde temprana hora acuden al lugar para limpiar parabrisas, vender frutas de temporada o pedir dinero por hacer malabarismo, no dejan a un lado la importancia de recoger la basura que a diario se genera por el lugar.
Mientras el mayor de los limpiaparabrisas sostiene un costal y mete la basura que ha encontrado, el resto recorre también la zona donde encuentran plásticos, papel, restos de comida u otros desechos que se apresuran a recoger antes de irse.
Los menores acuden desde temprana hora al crucero del Monumento a la Madre con dirección a la Calzada Madero; de ahí se retiran después de las 17:00 horas con el hábito de retirar la basura que se genera durante el día.
Ellos piden dinero por limpiar los vidrios de los automóviles o realizar malabares con limones o naranjas. No piden dinero por levantar la basura que otros tiran en la calle por falta de cultura.
Algunos vecinos de la zona señalan que los niños cuentan con un hábito que pocos lo hacen y nadie reconoce. «Vemos pasar taxistas que sin pena alguna tira la envoltura de un chicle o una botella de agua. Los niños no sólo recogen su basura, sino también de los demás y eso debería hacer reflexionar a muchos», expresó una comerciante del lugar.
Los menores de edad que trabajan y soportan las inclemencias del día, sobre todo por los intensos rayos del sol de mediodía, van desde los 6 hasta los 14 años de edad aproximadamente.
Aunque los niños y niñas que trabajan diario por la zona deberían acudir a la escuela y no exponerse en este tipo de situaciones, no hay autoridad que intervenga para alejarlos de la jornada laboral y garantizarles una mejor condición de vida.