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Cae el catolicismo en Centroamérica

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 El fenómeno se ha acentuado en la región del Istmo, zona marcada por la pobreza, la violencia y los problemas políticos, pero sobre todo por los procesos revolucionarios que han sufrido países como Guatemala, el Salvador y Nicaragua, señala un análisis del Instituto Español de Estudios Estratégicos. El surgimiento de una sociedad rural a una urbana, son algunas de las causas que explican la expansión del evangelismo en la región, precisa el documento

 

 

El catolicismo dejó de ser la religión dominante en buena parte de Centroamérica, donde la expansión evangelista iniciada en el siglo pasado continúa, lo que podría explicar la elección de Panamá como la sede de la Jornada Mundial de la Juventud en el 2019.

“En los próximos años es posible que la iglesia católica trate de recuperar el terreno perdido aprovechando el carisma del papa Francisco (…) en esa dirección podría ir precisamente la elección de Panamá como próxima sede de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), indica un análisis del Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE) al que tuvo acceso Efe.

El documento argumenta que desde finales del siglo XX el catolicismo ha caído en toda América Latina, donde vive el 40 por ciento de los católicos del mundo, y que ese comportamiento ha sido más acentuado en el istmo centroamericano, zona marcada históricamente por la pobreza, la violencia y los problemas políticos.

El descenso del catolicismo “resulta particularmente evidente” en los países “que han sufrido procesos revolucionarios (Guatemala, El Salvador y Nicaragua), o bien se han visto afectados por los mismo, como en el caso de Honduras”, señala el documento, denominado “Posmodernismo y auge de la iglesia evangelista en Centroamérica”.

Precisa que en América Latina el evangelismo se entiende como cualquier forma de cristianismo que no sea católica, y que entre 1995 y 2013 “ha crecido prácticamente en la misma proporción” que la caída del catolicismo, “de manera que el número total de seguidores en la región asciende a 105 millones”.

De acuerdo al estudio, el catolicismo sigue siendo mayoritario, por encima del 50 por ciento, en toda la región latinoamericana con excepción de algunos países, entre ellos varios centroamericanos.

Entre 1995 y 2013 el número de católicos pasó de 77 a 47 por ciento en Nicaragua; de 76 a 47 por ciento en Honduras; de 67 a 54 por ciento en El Salvador; y del 54 al 47 por ciento en Guatemala, de acuerdo a las cifras recogidas en el análisis del IEEE en base a datos de Latinobarómetro.

La mayor presencia evangelista se encuentra en Honduras (41%), Guatemala (40%), Nicaragua (37%), y El Salvador (31%), mientras que es menor en Costa Rica (21%) y Panamá (19%), de acuerdo a los datos del estudio.

La crisis interna por el surgimiento, en las décadas de 1960 y 1970, de la Teología de la Liberación, y el salto de una sociedad rural a una urbana, para la que no estaba preparada la iglesia católica, son algunas de las causas que cita el análisis para explicar la expansión del evangelismo en América Latina.

En el caso particular de América Central, señala que los nuevos movimientos religiosos “supieron responder a momentos de crisis creando lugares redes de apoyo a los más necesitados”, como tras los terremotos que asolaron en la década de 1970 a Nicaragua y Guatemala.

Los evangelistas además han utilizado “hábilmente” las nuevas tecnologías de la comunicación e información y “han cubierto la ausencia del Estado dando beneficios a sus afiliados en términos de escuelas, consultorios legales o puestos de salud, y labrando un espacio social al que se dirigen las personas comunes”.

Los nuevos movimientos religiosos han logrado también “penetrar y atraer a una población históricamente silenciada, especialmente indígenas y mujeres”, segmento este al que han llegado “tratando de romper con el machismo y la cultura de la violencia” ofreciéndoles “donde no será golpeada, que no le dejará el peso de la familia como su responsabilidad”, entre otros, cita el estudio.

El papa Francisco anunció el pasado 31 de julio, tras el fin de la JMJ de Cracovia, que Panamá albergará el evento en 2019, y el presidente panameño, Juan Carlos Varela, ha dicho que ese evento será en realidad de toda Centroamérica, una región que fue visitada por última vez por un papa, Juan Pablo II, en 1982.

“Sentimos que esa visita es muy importante sobre todo por el impacto que puede tener en la juventud de Centroamérica, Colombia, Venezuela, Cuba, de los países de la región”, dijo en agosto pasado el mandatario.

 

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