En la actualidad está de moda el insulto, el agravio rápido, la grosería, hablar ante el micrófono aunque no se esté capacitado, cuando el locutor necesita prepararse, cultivarse a diario, leer para poder despejar las dudas del auditorio y responder a su audiencia, dice Raúl Franco Villalvazo creador de la primera estación grupera en el país en 1986, quien siempre trata de innovar la radio desde la XEOA; se considera un amante de su profesión, no amante de la popularidad como hay muchos, asegura
José HANNAN ROBLES
La radio tiene una función esencial en la formación de valores y el locutor a través de la palabra oral debe trasmitir a su audiencia información, ideas, críticas, emociones, mensajes y hasta un buen estado de ánimo.
Desafortunadamente esta figura ha cambiado, ante la evolución de la sociedad y la falta de preparación de muchos locutores.
Una de las voces más reconocidas de la X-E-O-A La Mexicana, la Cadena que Une a México, sin duda es la de Raúl Franco Villalvazo, quien desde adolescente tuvo gran afición por la locución.
Nació en la ciudad de Oaxaca, entre los barrios de los Siete Príncipes y Trinidad de las Huertas.
Su primera oportunidad en el mundo de la comunicación la logró gracias a don Elpidio Ramos Martínez, entre 1983 y 1984, en la X-E-O-A. Frisaba los 24 años.
Ha incursionado con gran éxito en el periodismo radiofónico al frente de los noticieros de Radiograma, Política 360 y de un espacio del Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Radio, Televisión (STIR).
Obtuvo la licencia de locutor número 9952. En 1995-1996 tuvo la oportunidad de estudiar la carrera de técnico en periodismo en la Escuela de Periodismo Carlos Septién García.
En esta entrevista, con motivo del Día del Locutor y Trabajador de Radio, que se celebra el 14 de septiembre, Raúl Franco Villalvazo, relata a Real Politik su trayectoria, anécdotas y satisfacciones.
P.- ¿Cómo nació en ti la inquietud por ser locutor?
R.- En mi adolescencia me gustaba mucho escuchar la radio, en aquel entonces a los locutores Ángel Espinosa Llaguno y a Elpidio Ramos Martínez. Yo creo que creció más mi deseo de estar frente a un micrófono cuando llegué a estudiar a la Escuela Secundaria Federal para Trabajadores, y me encontré con Blanhir Espinosa López, que era el locutor de moda de Radio Variedades en aquel entonces.
De ahí me nació el querer estar frente a un micrófono, y me empecé a preparar para ello. Llegué a la X-E-O-A en 1983, fue don Elpidio Ramos Martínez, quien me dio la oportunidad de estar en la radio. Tenía 23 años. En diciembre cumplo 26 años ejerciendo como locutor con licencia.
P.- ¿Quiénes estaban de locutores en ese entonces en la X-E-O-A?
R.- Eran grandes locutores dueños de voces inconfundibles los que formaban el cuerpo de locutores de X-E-O-A. Entre ellos, Justino Martínez, Luna, Ángel Espinosa Llaguno, Francisco David García, Gabriel Hernández Cruz. También tuve el apoyo del director de programación que en ese momento era Gonzalo Carlos Vega.
P.- ¿En ese tiempo era difícil obtener la licencia para locutor?
R.- Sí. Era un tanto difícil porque era como hacer un examen profesional, como el de un abogado o el de un médico, ante los sinodales para recibirse. Deberíamos de pasar por una serie de exámenes, tanto escritos como orales, teníamos que tener conocimientos amplios en cultura, historia, literatura, Geografía, Música y hasta espectáculos. Era un examen escrito de 100 preguntas, que terminaba con una última que era de redacción. Si lo pasábamos nos daban la oportunidad de hace el examen oral en el cual participaban tres sinodales que nos cuestionaban acerca de la Ley Federal de Radio y Televisión, lenguas extranjeras y prácticas de cabina. Aprobadas esas etapas, estábamos en condiciones de tramitar la licencia o certificado como locutor. Yo tengo la licencia 9952.
Era un examen muy riguroso por las preguntas que venían; a veces uno desconoce quién es el primer ministro de Belice o de Canadá. Pero quienes estamos frente al micrófono debemos tener presentes esos nombres, así como los de los presidentes de los diferentes países, de los primeros ministros, hasta de los gobernadores en la República Mexicana.
P.- ¿Siguen vigentes los mismos requisitos para obtener la licencia?
R.- Actualmente no es difícil obtener la licencia. Con que se tenga de amigo a un gerente de radio o al gerente operativo, te extiende una carta audiencia, la cual se va México, y te mandan la licencia sin ningún examen. Antes se calificaba la voz, actualmente ya no; ahora está muy de moda mentar la madre, decir groserías, el agravio rápido, gritar y anunciar una canción, aunque no se tenga preparación.
El que está frente a un micrófono, necesita despejar muchas veces las dudas que tiene la audiencia, y eso no terminaba únicamente con el examen de certificación que se hacía muchos años atrás, sino leyendo todos los días, cultivándose diariamente, preparándose constantemente para tener una respuesta a la audiencia.
P.- ¿Obtuviste la licencia en la primera oportunidad?
R.- De joven ya sabes que lo que falta a uno es el dinero en el bolsillo, eso me impedía ir a presentar mi examen a la Ciudad de México. En la segunda ocasión, me fui en un autobús de Fletes y Pasajes, que se descompuso a la altura de Huajuapan de León, en una noche lluviosa; arribé a las once de la mañana, cuando llegue a presentar el examen ya todos se estaban parando, empezó a las nueve. En la tercera oportunidad, recuerdo que me fui dos días antes, en el famoso tren El Oaxaqueño, me dije prefiero llegar un día antes, fue cuando obtuve mi licencia.
P.- ¿El radioescucha confía en los hombres del micrófono?
R.- La audiencia confía mucho todavía en los hombres que están frente al micrófono, a veces nos llegan a preguntar ¿oiga no sabe si va a haber agua aquí en San Luis Beltrán? A uno no le queda más que contestar, permítame no sé porque es cosa de SAPAO. La gente sigue confiando en uno.
P.- ¿Qué es lo que más disfrutas cuando estás en cabina?
R.- El poder servir a la audiencia. Siempre que tengo oportunidad comento con los jóvenes que estudian la carrera de Ciencias de la Comunicación, que hay dos tipos de personas en la radio, quienes amamos la profesión, es decir la radio; y quienes amamos la popularidad que da la radio. Yo soy de los primeros, me gusta mucho la radio. Hubo una etapa en que no solo estuve frente al micrófono, sino hice programación, lanzamientos, programas nuevos, creé la primera estación grupera en toda la República Mexicana, fue en 1986 en la X-E-O-A, siempre tratando de innovar la radio.
P.- ¿Estudiaste periodismo?
R.- En 1995-1996 tuve la oportunidad junto con otros compañeros de estudiar la carrera de técnico en periodismo en la Escuela de Periodismo Carlos Septien. Me he enfocado a los noticieros, actualmente conduzco dos noticieros a través de Radiorama, los sábados de 8:00 a 10:00 horas Política 360, y los domingos, un espacio del Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Radio, Televisión y Telecomunicaciones, de 8:00 a 10:00 horas.
P.- ¿Qué sientes saber que te escuchan miles de personas?
R.- Es una sensación muy bonita, y más cuando sirve uno a esas miles de personas que están escuchando a través de la radio. Te voy a platicar una anécdota, en una ocasión llegué a mi turno a las cinco de la mañana, cuando terminaba el Himno Nacional, que por obligación al inicio de trasmisión se tiene que tocar, empezó a sentirse un sismo de intensidad de unos cinco grados. Abrí el micrófono y dije se activa alerta sísmica, se activa la alerta sísmica, se activa la alerta sísmica, cerré el micrófono, agarro mis cosas y me salí a la calle, ni con quien hablar porque estaba solito a media calle, a las cinco de la mañana la gente no salió de sus casas. La importancia que tiene la X-E-O-A es que cubre 80 por ciento de las regiones del estado. Al regresar a cabina empecé a recibir llamadas de Miahuatlán, Zimatlán y otras comunidades, la gente agradecía que hubiera dicho que se había activado la alarma sísmica porque en sus pueblos no había ese aviso preventivo antes de un temblor, lo que dijeron les dio oportunidad de salir de sus viviendas a un espacio seguro. Algunos choferes que viajaban por la Mixteca, me comentaron por teléfono que habían escuchado mi alerta por radio lo que les permitió estacionarse del lado contrario del cerro mientras pasaba el sismo. Más adelante reportaron que no había derrumbes en la carretera. Son actitudes muy satisfactorias, saber que la audiencia aparte de que puede informar, se le puede informar a través de la radio.
P.- ¿Cuál es tu mayor satisfacción?
R.- Son todos los días, cuando hay alguien que puede confiar en uno, que deposita su confianza. Creo que son diferentes satisfacciones, el aplauso, el reconocimiento del público, el que en la calle te identifiquen los amigos taxistas, los amigos del mercado, esas son las satisfacciones grandes que da la radio.
P.- ¿Los peores momentos cuáles han sido?
R.- No recuerdo ninguno, en la radio no hay malos momentos, hay malas circunstancias, pero no malos momentos.
P.- ¿Qué significa para ti el periodismo radiofónico?
R.- Es parte de mi vida el periodismo radiofónico, así como el periodismo escrito, electrónico, digital, desde que tengo uso de razón. Mi padre, Emilio Franco, trabajó mucho tiempo en El Imparcial, en el tipógrafo, creo que me nació la vocación del periodismo desde cuando lo veía llegar todas las mañanas con sus periódicos bajo el brazo.
Me gusta entrevistar al que no tiene voz, al que vende las paletas, a quien hace las tortillas, a la gente común y corriente porque también siempre tienen algo que expresar. De volver a nacer, escogería ser locutor, pero lucharía por capacitarme cada día más.