Tal cual
Luis Carlos Rodríguez González
Tanhuato se localiza cerca de La Piedad Michoacán y colinda con el estado de Jalisco. Su población se dedica a la agricultura y el nombre es de origen chichimeca que significa “lugar cerca del cerro”. Históricamente se dice que perteneció al Imperio Tarasco y en 1902 se le otorgó el nombre de “Tanhuato de Guerrero» en honor al general Vicente Guerrero.
Sin grandes pasajes en la historia prehispánica, colonial, independentista y revolucionaria, Tanhuato ya es tristemente reconocido, después de más de un año de silencio oficial, tanto del gobierno federal como el que encabeza Silvano Aureoles Conejo en Michoacán, como el lugar donde se registró el 22 de mayo del 2015 la ejecución de al menos 22 civiles a manos de la Policía Federal.
Tanhuato es una cadena de mentiras, de errores, de omisiones, de complicidades, de silencios derivados de la masacre que duró tres horas, con una veintena de civiles, presuntos delincuentes, acribillados por parte de elementos de la Policía Federal y en donde a más de un año no hay responsables, detenidos, indiciados o procesados.
El caso siempre se manejó como un enfrentamiento “exitoso” de la Policía Federal contra el crimen organizado donde el marcador oficial era de 42 presuntos delincuentes muertos y sólo un agente federal fallecido. Sólo algunos medios y después de la experiencia de casos como Tlatlaya, cuestionaron esta nueva “verdad histórica”.
Tal es el nivel de desconocimiento y hasta ignorancia por este caso, que incluso existen funcionarios y periodistas que ni siquiera pronuncian correctamente el nombre de este pueblo michoacano y lo llaman pública y erróneamente como “tanguato”.
Hace unos días la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), en un informe de más de 700 páginas, expuso que en el supuesto enfrentamiento armado que derivó en 42 civiles y un policía muertos en el Rancho El Sol. En 22 de esos fallecidos se documentó que fueron ejecutados.
La CNDH expone y documenta que dichas víctimas murieron por el uso de fuerza letal que no fue “racional ni proporcional” lo que se califica de acuerdo a protocolos internacionales como “ejecuciones arbitrarias” ya que fueron acribilladas por la espalda y otras fueron baleadas desde un helicóptero.
El informe advierte incluso que la escena de la masacre fue modificada por los agentes federales, moviendo cadáveres, colocándoles ropa cuando habrían sido ejecutados desnudos, “sembrando” armas e incluso dos de las víctimas habrían sido torturadas.
El gobernador de Michoacán, Silvano Aureoles, dócil, entregado a los brazos del gobierno federal con quien mantiene un romance sexenal, más preocupado por las fiestas, fiestas, selfies con artistas y la promoción turística, ha sido el más fiel defensor de la historia oficial y de la impunidad en Tanhuato.
Inmersos en la resaca Olímpica, en una campaña de linchamiento mediático contra la CNTE y la parafernalia oficial con spots en vísperas del Informe de Gobierno Federal, el caso aún con el informe de la CNDH y de organismos internacionales, va por la carretera de la impunidad, de verdades a medias, de encubrimiento. Sólo la toponimia podría no arrojar al archivo del olvido si ahora lo llamamos “Tanhuato: lugar entre cerros donde hubo una masacre”. Tal Cual. www.theexodo.com