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El candidato incómodo

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José RUBINSTEIN/Excélsior

 

Ese intruso y controversial empresario de incierta reputación, modales ordinarios y lenguaje hosco, infiltrado entre los otros 16 políticos de carrera aspirantes a la candidatura republicana hacia la Casa Blanca, logró su objetivo, sacudiendo al establishment, removiendo incluso el menosprecio de los Notables del partido. Donald John Trump es el virtual representante republicano para convertirse en el 45 Presidente de Estados Unidos.

 

El modelo de partidos representados por políticos tradicionales ha fallado. Erráticos gobiernos a nivel global han ensanchado la brecha entre los que tienen de sobra, con los que carecen de lo indispensable, abonando al surgimiento de figuras independientes sin aparente titiritero. Fresco aliento ofreciendo justo lo que los partidos no han podido o querido cumplir. Moisés Naim en El Fin del Poder: “El poder se está dispersando cada vez más y los grandes actores tradicionales –gobiernos, ejércitos, empresas, sindicatos, etc.– se ven enfrentados a nuevos y sorprendentes rivales”.

 

Trump lanza un alarido electoral antisistema, nacionalista, repudiando a los políticos tradicionales, clamando por restituir el brillo y la grandeza perdidos: ¿Estados Unidos es hoy el país por el que ofrendaron su vida millones de americanos en distintas guerras? La inmigración es un prioritario problema a resolver sin remiendos temporales, quien se incorpore a la economía nacional debe contar con el requerido status jurídico, en el entendido que cada país define el perfil del inmigrante deseado. Los capitales americanos invertidos en Asia –principalmente en China– deben ser repatriados, reinstalando las empresas en Estados Unidos. La deuda del país actualmente superior a 19 billones de dólares podría reducirse, convenciendo a los acreedores a  aceptar una quita del monto total, práctica común en los negocios empresariales. “Soy el rey de la deuda”

 

Las entusiastas –no importa la viabilidad– promesas de campaña de Trump, han sido música para los oídos del frustrado ciudadano convencido de que la menor competencia le significará mayor oportunidad, despabilando su adormilado orgullo nacionalista, colocándolo en los límites de la euforia. Insulto y gracejada sin distingo, lejos del agravio, ha sido festejado y secundado.

 

Instintivamente la audaz táctica que coló a Trump con su discurso populista y nacionalista en la carrera presidencial en Estados Unidos, evoca el ascenso del advenedizo austriaco Adolfo Hitler en los comicios presidenciales alemanes de 1932. Faltando dos días para el registro, Hitler obtuvo del ministro del Interior de Brunswick –simpatizante nazi– un cargo público, convirtiéndose en automático en ciudadano alemán. Lo irónico es que el vencedor de dichas elecciones, el mariscal Hindenburg, en enero de 1933, estúpidamente designó a Hitler canciller de Alemania.

 

La cúpula republicana parece no resignarse a ser representada por la perturbadora figura de Trump. La creciente lista que lo rechaza y amenaza con no presentarse a la Convención Nacional de julio próximo, incluye a la dinastía Bush, padre e hijos y a Mitt Romney y John McCain excandidatos presidenciales. El republicano Paul Ryan, presidente de la Cámara de Representantes y de la Convención Nacional, recién declaró haber plantado las semillas para estrechar diferencias con Trump, quien ha logrado más votos que ningún otro nominado republicano en la historia del país.

 

Un anticipo de la mezquindad y rastrero nivel de la campaña presidencial en ciernes es el burdo y estúpido golpe bajo de Trump a la virtual candidata demócrata Hillary Clinton, acusándola de cómplice extremadamente malvada de las infidelidades conyugales de su marido Bill. El burro hablando de orejas. Don Donald va en su tercer matrimonio, el primero disuelto precisamente por las infidelidades del candidato bocón. Cómo abrir una cajota de pandora cuando su actual joven esposa, la eslovena Melania Knauss puede ser observada al natural posando para la revista GQ.

 

Con respecto a su propuesta de prohibir temporalmente la entrada de musulmanes a Estados Unidos, Trump dejó entrever la posibilidad de hacer una excepción con el recién designado alcalde de Londres, Sadiq Khan. Qué amable.

 

La postulación de Donald Trump será inédita, se trata de un imprevisible candidato, peligroso, visceral y endeble, divisionista, xenófobo, explosivo, vanidoso, temperamental e ignorante de temas de Estado. Simplemente, Donald Trump no representa los valores conservadores del partido republicano.

 

¿Qué si Trump puede llegar a la presidencia de Estados Unidos? Por supuesto que puede. Quedan dos aspirantes sujetos a un cúmulo de contingencias. Cualquier acto terrorista contra EU reforzaría el patriotero discurso de Trump: Para una América grande se requiere un liderazgo enérgico, decidido y firme.

 

Y lo más increíble es que no habría queja que valga, el Presidente de Estados Unidos es electo democráticamente.

 

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