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Agoniza venta de buñuelos

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Christian JIMÉNEZ

IMG_1364 Sara Vasconcelos y Vicente Jarquín son una de las tres familias que luchan por conservar la tradición de la elaboración de buñuelos en el estado, aunque reconocen que las autoridades los tienen en el olvido.

Para este año, el puesto de buñuelos “Sarita”, que se instala en el Jardín Morelos, retrasó su llegada, que estaba pactada para el 15 de diciembre, sin embargo, problemas con las autoridades y el permiso para establecerse en el parque, hicieron que el puesto se instalara hasta el día 23 de diciembre.

Doña Sarita es parte de la tercera generación de una familia que se ha dedicado a la elaboración de buñuelos como su actividad económica principal. Ella y su esposo luchan actualmente para que la tradición no desaparezca y aunque las ventas le sonríen, admite que cada año es más difícil.

Doña Sara y don Vicente comentan que, desde el sexenio del ex gobernador José Murat, los vendedores de buñuelos fueron removidos de la explanada de la Alameda de León, lugar donde vendían por muchos años. Luego de la disposición del cambio de sitio para vender, los comerciantes fueron reubicados en el parque Morelos, en ese entonces eran 18 los puestos del lugar, hoy sólo sobrevive el de ellos.

Otros comerciantes se encuentran en la explanada del templo del Carmen Alto, son ahora sólo tres familias las que continúan con la venta de buñuelos, pese a que las autoridades municipales no les brindan ningún apoyo.

Los comerciantes piden el apoyo de las instancias competentes para impedir que la tradición, que se ha transmitido de generación en generación, desaparezca, incluso, dijeron, han pensado en pedir apoyo a otros estados para conservar las costumbres, pues aquí no son valoradas.

Deliciosa tradición

Para elaborar buñuelos, Doña Sara y Don Vicente utilizan huevos, leche, miel de panela y azúcar. Doña Sara aprendió a elaborarlos desde que tenía 8 años, actualmente, sólo uno de sus tres hijos continúa con la elaboración.

Doña Sara relata que desde hace décadas, cuando en Oaxaca hubo una epidemia de cólera, los vendedores y comensales, al terminar sus buñuelos, rompían las tazas de barro en las que se servían para evitar que la infección se propagara.

La familia Vasconcelos continúo con este ritual y, cada 23 de diciembre, los comensales acuden a consumir buñuelos, pero ahora, al terminarlos piden un deseo y pasan a la explanada del parque a romper el recipiente, para que su deseo se cumpla.

“Tradicionalmente se hace el 23 de diciembre porque era la fecha en la que la gente, luego de disfrutar de la noche de rábanos daba la vuelta a la Alameda y venía a comer un buñuelo”, comenta.

El resto del año, Sara y Vicente se dedican a la venta de dulces en el Paseo Juárez, sin embargo, esperan ansiosos la llegada de la temporada decembrina para promover parte de la cultura del estado y coadyuvar a la promoción del mismo.

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